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Humo de incendios forestales en Santiago: riesgos para la salud y cómo protegerse Salud Crédito: Cedida

Humo de incendios forestales en Santiago: riesgos para la salud y cómo protegerse

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El incendio forestal que afectó a sectores de Las Condes reactivó la preocupación por la exposición al humo y sus efectos en la salud. Especialistas advierten sobre los principales riesgos respiratorios y cardiovasculares, y entregan medidas clave para reducir la exposición.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
El reciente incendio forestal en la zona precordillerana de Las Condes reactivó la alerta por los efectos del humo en la salud. Especialistas advierten que la quema de materia orgánica libera contaminantes que afectan el sistema respiratorio y cardiovascular, con mayor impacto en niños, adultos mayores, embarazadas y personas con enfermedades crónicas. Reducir la exposición, mantener espacios cerrados y reconocer síntomas de alarma son medidas clave para prevenir complicaciones y evitar consultas de urgencia durante estos episodios.
Desarrollado por El Mostrador

Los incendios forestales no solo representan una amenaza por el avance del fuego, sino también por la contaminación del aire que generan. El reciente incendio forestal en la zona precordillerana de Las Condes, que consumió cientos de hectáreas y se aproximó a áreas urbanas, volvió a poner en el centro del debate los riesgos sanitarios asociados a la exposición al humo, incluso a kilómetros del foco del incendio.

Según explica Fernando Torres, toxicólogo y director de la Escuela de Química y Farmacia de la Universidad Andrés Bello, durante estos eventos “la quema de materia orgánica libera diversos contaminantes ambientales, como óxidos de nitrógeno, óxidos de azufre, dióxido de carbono y material particulado”. Estas sustancias, advierte, “actúan como irritantes de las vías respiratorias, los ojos, la piel y las mucosas, y pueden afectar también al sistema cardiovascular”.

El escenario se ve agravado por factores climáticos propios del verano. “Las altas temperaturas, el viento y la sequía prolongada facilitan la dispersión del material particulado y de agentes tóxicos hacia otras zonas geográficas, incluso lejos del foco del incendio”, señala Torres, lo que amplía el impacto sobre comunidades que no están directamente expuestas al fuego.

Grupos de mayor riesgo

No todas las personas reaccionan de la misma forma ante la exposición al humo. El especialista subraya que “los principales grupos de riesgo son los niños, las personas adultas mayores, las mujeres embarazadas y quienes padecen enfermedades crónicas, como asma, EPOC, bronquitis y patologías cardiovasculares”.

En estos casos, la inhalación de contaminantes puede desencadenar o agravar síntomas respiratorios y cardíacos, aumentando la probabilidad de consultas de urgencia durante episodios de incendios forestales.

Síntomas y medidas de protección

Entre los síntomas más frecuentes asociados a la exposición al humo se encuentran “ardor en los ojos y la piel, dificultad para respirar, náuseas y dolor torácico”, detalla Torres. Frente a este escenario, la principal recomendación es reducir al máximo la exposición.

“El ideal es alejar de las zonas afectadas a los grupos más vulnerables”, indica el toxicólogo. Además, aconseja “mantener puertas y ventanas cerradas para evitar el ingreso de humo, colocar paños húmedos en las rendijas inferiores de las puertas y limitar la actividad física mientras persista la contaminación”, ya que el organismo requiere un mayor esfuerzo de oxigenación.

Cuándo consultar de urgencia

El especialista enfatiza la importancia de reconocer los signos de alarma. “Alteraciones del ritmo cardíaco o respiratorio, sensación de ahogo, ruidos en el pecho, mareos, náuseas y ardor intenso en la piel, mucosas u ojos son señales que no deben ignorarse”, advierte.

Ante la presencia de estos síntomas, la recomendación es clara: “acudir de inmediato a un servicio de urgencias”, concluye.

Prevenir la exposición para evitar daños mayores

La exposición al humo de incendios forestales constituye un riesgo sanitario que no debe minimizarse, especialmente en contextos de alta contaminación atmosférica y eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes. Reducir el contacto con los contaminantes presentes en el humo, resguardar a los grupos de mayor riesgo y reconocer de manera oportuna los signos de alarma son acciones fundamentales para prevenir complicaciones respiratorias y cardiovasculares. Asimismo, adoptar medidas simples de protección en el hogar, limitar la actividad física y acudir tempranamente a un centro de salud ante síntomas persistentes puede marcar una diferencia significativa. En este escenario, la prevención, la información clara y la coordinación entre autoridades y ciudadanía siguen siendo las herramientas más efectivas para proteger la salud de la población frente a este tipo de emergencias.

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