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Equidad de género y la importancia de hacer partícipe a los hombres en la transformación cultural Yo opino

Equidad de género y la importancia de hacer partícipe a los hombres en la transformación cultural

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Ana María Acuña Olivares
Por : Ana María Acuña Olivares Psicóloga. Mg en Psicología Comunitaria. Consultora experta en materias de género y organizaciones. Académica UC.
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Hablar de de perspectiva de género implica necesariamente una reconfiguración de lo que hemos asumido como natural y esto nos involucra a todos y todas. La construcción social del género ha implicado la definición de un estereotipo mandatorio que orienta nuestra participación en el mundo social como si portáramos un sello de agua que es invisible pero actúa perfomáticamente.

Ya nos lo decía Butler (2018) que al nombrar a una persona “hombre” o “mujer”, incluso desde antes del nacimiento, lo que ocurre no es una constatación sino una realización, es decir, se despliegan normas sobre relaciones, identificaciones, deseos, intereses, gustos, maneras de hablar, etc, que se traduce en una construcción personal coherente con el mandato social.

Las consecuencias de esta configuración han sido ampliamente estudiadas respecto a nosotras las mujeres y las limitantes que encontramos para el desarrollo de nuestras trayectorias en lo personal, laboral y familiar. Sin duda este abordaje nos ha permitido alcanzar hoy espacios de participación que reivindican nuestro derecho a vivir sin una determinación que se ancla en nuestro sexo.

No obstante, en el caso de los hombres, el impacto de la construcción social del género no ha sido aún suficientemente abordado y esto sin duda tensiona los avances. En efecto, el mandato social expresado en frases que con menos frecuencia pero aún resuenan en nosotros como “los hombres no lloran”, “los hombres son racionales” “los hombres no se comprometen afectivamente” “los hombres por naturaleza son competitivos y exitistas” configura escenarios complejos para quienes por razones de género enfrentan menos oportunidades para desarrollar habilidad para reconocer y gestionar emociones, cuidar(se), vincular afectivamente o tomar/abrir oportunidades de desarrollo de intereses que no encajan con el mandato de rol asociado al sexo.

Y en consecuencia, vemos cómo algunas de las ventajas históricas de los hombres sobre mujeres en materia laboral y social generan a su vez un impacto negativo en la salud mental cuando éstas son vividas como inamovibles e intransables. Según el informe de mortalidad por suicido (MINSAL, 2022) la mortalidad por suicidio es mayor en hombres que en mujeres en una relación 4 es a 1 que puede aumentar a 10 es a 1 en la medida que incrementa el rango etario.

Asimismo, vemos cómo los hombres enfrentan menos oportunidades para asumir participación activa en la crianza y cuidado en conciliación con la vida laboral, entre otras consecuencias hoy no deseadas. Visibilizar el impacto que ha tenido la construcción social del género en hombres es una acción necesaria para avanzar en la construcción de una sociedad donde las oportunidades no estén ancladas en el sexo.

Abordar estas cuestiones a nivel organizacional implica asumir el desafío desde una responsabilidad ética. Una que incluya la reflexión respecto a cómo la cultura organizacional y la gestión se ancla en estereotipos asumidos como naturales o en el principio de reconocerlos y transformarlos. Y en consecuencia abrir espacios de reconocimiento de las diferentes dimensiones de la vida de las personas invitándolas como aliadas en este desafío de equidad. Hagamos un llamado explícito a hombres a ser parte de esta transformación para abrir más y mejores espacios a las mujeres pero también para abrirse a sí mismo habilidades y oportunidades en espacios antes vedados por razón de su sexo frente a los cuales tienen muchísimo que aportar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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