Biógrafa de Oesterheld y éxito de “El eternauta”: “acto de justicia en estos tiempos negacionistas”
“Los Oesterheld”, de las periodistas argentinas Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami, es una biografía sobre Héctor Oesterheld, el creador de la serie “El eternauta”, que recorre la tragedia del autor, desaparecido junto a sus cuatro hijas durante la ultima dictadura trasandina.
En 2016, las argentinas Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami publicaron “Los Oesterheld”, una biografía sobre Héctor Oesterheld, el creador de la serie “El eternauta”.
El libro ha logrado actualidad en el marco del estreno de la serie homónima en Netflix, dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín.
La serie encabeza el top 10 como la serie más vista de habla no inglesa, con más de 10 millones de visualizaciones en su primera semana de estreno, y replica de esta manera un éxito que tuvo en su momento la historieta, que comenzó a publicarse en 1957.
“El éxito de la historieta y su permanencia en el imaginario cultural argentino fue que, por primera vez, la invasión extraterrestre no sucedía en geografías lejanas, sino en Buenos Aires. La ciencia ficción, entonces, era posible en una geografía reconocible, en tu calle, en tu propio barrio. Y los protagonistas no eran superhéroes, sino personas comunes que vivían y hablaban igual que cualquier argentino y que, de pronto, se ven obligadas a hacer algo extraordinario”, explica Beltrami.
“Lo antedicho más la intensidad narrativa desarrollada para generar interés en los lectores semana tras semana y el abordaje de temas humanos, universales y hasta metafísicos, hicieron que El Eternauta se convirtiera en un clásico de la literatura universal que, como tal, posibilita relecturas en todas las épocas”.

La tragedia
La obra está ligada de manera indisoluble con su creador, protagonista de una trágica historia: él mismo, sus cuatro hijas, sus tres yernos y dos de sus cuatro nietos, fueron secuestrados y desaparecidos durante la última dictadura argentina (1976-1983).
¿Cómo fue que el creador de El Eternauta, guionista reconocido en el mundo, se convirtió en correo del grupo guerrillero Montoneros? ¿Qué llevó a sus hijas, alumnas destacadas de colegios bilingües de elite, a involucrarse en el trabajo de base y la lucha revolucionaria? Estas son algunas de las preguntas que intenta responder el libro.
La biografía aborda todo un mosaico, desde “las tertulias en el chalet de un barrio privilegiado de Buenos Aires al trabajo territorial en villas del conurbano. De las asambleas universitarias, el teatro experimental, la bohemia artística y las redacciones periodísticas a las campañas en el monte del Norte argentino y la clandestinidad”, según la reseña editorial.
El origen
Nicolini cuenta que durante mucho tiempo, la familia Oesterheld en la Argentina fue un emblema del alcance del terrorismo de Estado en los setenta: “la dictadura desapareció a todos sus miembros, excepto a Elsa, la ex mujer de Héctor y la mamá de las cuatro hijas, y a dos nietos sobrevivientes”.
“Esta historia siempre se mantuvo viva a través del testimonio de Elsa, miembro de Abuelas de Plaza de Mayo, que crio a Martín, un nieto sobreviviente y que siempre que le pidieron, contó su historia. Pero lo cierto es que cuando alguien se acercaba a esa historia, había un silencio atroz, también como resultado de esas desapariciones: se sabía mucho de Héctor como guionista, porque al momento de ser secuestrado era reconocido en la Argentina y en todo el mundo, y se sabía de la vida familiar previa, cuando las chicas eran chicas. Pero de la historia de la militancia no había nada”.
Entonces, en sus palabras, entre esa foto de la familia idílica, de cuatro hijas preciosas que vivían en un barrio residencial y acomodado de las afueras de Buenos Aires y la tragedia final -todas secuestradas por la dictadura, al igual que Héctor-, no había nada.
“Esa es la historia que en un principio nos generó muchas preguntas, y nos encontramos que a través de la reconstrucción de esas vidas, de esta biografía familiar, también se podía contar la historia de una generación y de un país; de lo diversa que fue la militancia en los años setenta y del plan que desplegó el Estado para desaparecer a esa generación”.
Los Oesterheld
¿Pero quien era Oesterheld?
“Fue un escritor prolífico y culto, y un lector voraz, que supo revalorizar el género de la historieta, menospreciado por los cánones literarios de la época”, responde Beltrami.
“Oesterheld revolucionó y refundó el género en el país y la región: los protagonistas de sus relatos ya no serían superhéroes individuales con poderes sobrenaturales, sino personas comunes que ante una situación extraordinaria actuaban de modo extraordinario y, por lo general, lo hacían en grupo. Al humanizar y profundizar en su psicología a sus personajes, incorporó en sus relatos temas universales, filosóficos y hasta metafísicos”.
A su juicio, Oesterheld comprendió a su vez el poder pedagógico que tenía la historieta durante los años 50, por lo que se propuso también transmitir a sus jóvenes lectores saberes de ciencia, tecnología, geografía, cultura general.
“Por todo eso, con sus relatos de aventuras educó sentimentalmente a generaciones de argentinos, con muchos de los cuales compartió militancia en los años 70”.
No obstante, destaca que sus logros y éxitos artísticos no se correspondieron con un pasar económico holgado.
“Héctor tuvo que trabajar a destajo para poder sostener a su familia numerosa: así lo hizo tanto durante la Edad de Oro de la historieta en el país en los años 50 como durante la gran crisis del género en los años 60. En cualquier contexto, la prioridad de Héctor y su mujer Elsa Sánchez fue educar a sus hijas para que sean jóvenes cultas, con formación artística y, por sobre todo, que sean empáticas y promotoras de valores como la justicia social y el bien común. Esas fueron características constitutivas de la familia Oesterheld”.
Compromiso militante
Para Nicolini fue la persecución de ese compromiso por parte de un Estado genocida, al igual que sucedió en Chile, en Uruguay o en Brasil, lo que llevaría a la muerte a la familia Oesterheld.
“Durante mucho tiempo circulaba la idea de qué él había arrastrado a sus hijas a la militancia, después se decía que sus hijas lo habían metido a él, como si alguien fuera ‘culpable’ y soslayando que todos habían sido atravesados por su tiempo”.
Ella recuerda que, cuando a comienzos de los setenta aparecen las organizaciones político-militares -como Montoneros-, la Argentina venía de una década y media de dictaduras con el peronismo proscripto, en un contexto en el que en todo el mundo las juventudes se empezaban a levantar contra gobiernos: del Mayo Francés a la Plaza de Tlatelolco, de la Revolución Cubana al Cordobazo en Argentina.
“De todos modos, nosotras en el libro tenemos una respuesta que el propio Héctor le dio a una compañera de militancia que lo había alojado cuando él ya estaba clandestino. Ella le preguntó por qué se había metido a militar, porque a todos les llamaba la atención que alguien de su edad -tenía más de 55 años-, militara. Y él le respondió que al principio pensaba que por sus hijas, pero que después se empezó a preguntar sin con todo lo que él había escrito, si con todo lo que se leía en su casa y se discutía, sin con eso que había sido la educación sentimental en la famosa casa de Beccar que aparece en la primera escena del Eternauta, él no había sembrado el terreno para que todos ellos hiciera esa opción de vida”.
El origen de “El eternauta”
Al ser consultadas sobre en qué se inspiró Oesterheld para crear “El eternauta”, Nicolini recuerda que el propio Héctor responde esto en una entrevista que le hacen Guillermo Saccomano y Carlos Trillo, a mediados de los setenta, cuando él ya estaba militando.
“Ahí Héctor les dice que el disparador de El Eternauta de 1957 fue la idea de un Robinson Crusoe que en lugar de estar rodeado de agua, está rodeado de muerte. Y que en lugar de estar solo, está con amigos o familia”, explica.
“Pensemos que la cita a la primera novela inglesa no es casual: Héctor era un gran lector, de todo tipo de género, pero que todo el tiempo estaba inventando aventuras. Sin duda que la época –la Guerra fría, la conquista del espacio– también estaba en su imaginario al momento de escribirla, y él reconoce que la iba inventando semana a semana, como debe hacer cualquier guionista por entregas”.
Pero en esa entrevista también dice que, comenta Nicolini, con el tiempo, se dio cuenta de que en El Eternauta él había desarrollado la idea del héroe colectivo, de que nadie se salva solo.
Oesterheld le da esta lectura retrospectiva a su obra veinte años después, al punto de que parte de esa entrevista va a figurar como prólogo cuando “El Eternauta” se publique como libro –la compilación de todos los fascículos– en 1975, a través de Ediciones Récord.
“El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, el héroe solo”, escribió el autor en el prólogo de esta edición.
“Sin duda esa es la metáfora e idea universal que trasciende épocas y fronteras”, afirma Beltrami.
La serie
Finalmente, las autoras se manifiestan satisfechas con la serie.
“Me pareció espectacular y creo que se ajusta a la categoría de clásico de El Eternauta: una obra que se puede reinterpretar y leer siempre desde el presente”, afirma Nicolini.
“Estoy segura de que el propio Héctor, que de hecho actualizó el guión de El Eternauta cada vez que tuvo oportunidad de hacerlo, estaría encantado con esta versión. Más teniendo en cuenta que uno de sus nietos, Martín, fue parte de esta reescritura”.
Para Beltrami, en tanto, la serie “mantiene el espíritu de la obra original: tiene un marcado color local por estar situada en Buenos Aires y por presentar detalles de la idiosincrasia argentina a la hora de resolver las situaciones extraordinarias que se le presentan a los protagonistas”.
“El héroe mantiene también la condición de colectivo al ser un grupo de amigos que – junto a aliados circunstanciales – va sorteando los desafíos propuestos por la aventura. Y al igual que lo hacía Héctor – quien escribía pregnado de su contexto -, que esta adaptación presente a Juan Salvo como un sobreviviente de la guerra de Malvinas me parece un recurso conmovedor y desafiante, un modo inteligente de homenajear e incorporar a la discusión pública uno de los traumas políticos y sociales más recientes de nuestro país como lo fue la Guerra de Malvinas”.
Para ella, “que la serie haya generado este fenómeno cultural y político en estos tiempos individualistas y negacionistas que se viven en nuestro país me parece maravilloso e, incluso, no puedo dejar de leerlo como un acto de justicia poética para con Héctor Oesterheld y su familia”.
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