Publicidad
Patricio Abarzúa, el verdugo que Bolaño convirtió en mito CULTURA Crédito: Cedida

Patricio Abarzúa, el verdugo que Bolaño convirtió en mito

Publicidad
Juvenal Rivera Sanhueza
Por : Juvenal Rivera Sanhueza Periodista de la Universidad de Concepción.
Ver Más

Fue vecino, amigo y simpatizante de izquierda antes de convertirse en agente de la represión en 1973. Su historia inspiró a Roberto Bolaño para dar vida a Carlos Wieder, el personaje siniestro de “Estrella distante”. Sin embargo, la ficción fue superada por el horror de lo real.


El sábado 15 de septiembre de 1973, un jeep Toyota del Regimiento N° 3 de Infantería de Montaña “Los Ángeles” se detuvo frente a una casa del pasaje José Ríos en la población Orompello, no muy lejos de la unidad militar. A diferencia de los violentos allanamientos que se multiplicaban en diversos varios barrios de la ciudad, no hubo irrupción armada, gritos ni amenazas.

Incluso, los militares esperaron a que el joven de 24 años terminara de vestir su terno cruzado y ajustarse la sobaquera con una pistola Luger antes de subirse al vehículo y volverse al destacamento. La cordialidad escondería una trama que sería el inicio de una historia de horror.

Patricio Abarzúa Cáceres, antiguo simpatizante de izquierda, se transformaría en uno de los engranajes fundamentales en la violenta la represión emprendida en las primeras semanas de la dictadura militar en la provincia de Biobío. Su nombre se relacionó a decenas de detenciones, a brutales torturas y a ignominiosas desapariciones.

Poeta asesino

Años más tarde, Abarzúa sería una de las inspiraciones para “Carlos Wieder”, el poeta-asesino de “Estrella distante”, la novela más intensamente chilena de Roberto Bolaño.

El futuro escritor, que tocaría el firmamento literario a nivel mundial, lo había conocido en el Liceo de Hombres de Los Ángeles a mediados de los sesenta. Se cruzaron en los partidos de fútbol en canchas de tierra y en las reuniones de juventudes socialistas.

Tras el Golpe, el escritor —que había regresado de México para apoyar el proyecto político de Salvador Allende, pero lo hizo justo un par de día antes de la instalación de la dictadura militar— volvió a verlo, pero convertido en un temido agente represor. En Wieder, Bolaño cifró el espanto del traidor íntimo: el monstruo que surge de un rostro familiar, del monstruo que emerge del mismo vecindario, de la traición que llega desde un rostro conocido y cercano.

Abarzúa ingresó al regimiento en medio de una reestructuración del regimiento para tener control militar absoluto de la zona.

Su epítome fue la detención del oficial de sanidad Hugo Segura Brandt, acusado de supuestos vínculos con el MIR, y en la decisión de reunir a todos los presos políticos (dispersos en varios centros de detención) a un campo de prisioneros dentro del mismo regimiento. Desde el 15 de septiembre, la represión aumentó de manera exponencial en la zona con el incremento de allanamientos, detenciones, asesinatos y desapariciones. Para que esa maquinaria represiva funcionara a la perfección, se debía tener información precisa sobre quiénes debían ser buscados, detenidos e interrogados. Esa información la aportaba Abarzúa.

Lo recibió su padrino, el suboficial mayor Eduardo Paredes Bustamante, a cargo de la Segunda Sección de Inteligencia Militar en el regimiento “Los Ángeles”. Era el brazo operativo de la temida SIM, cuya función era interrogar a los presos para ubicar dirigentes socialistas, comunistas o miristas, o conocer los barretines donde supuestamente se ocultaban armas, o cualquier indicio que confirmara un camino subversivo en curso. Salvo un par de escopetas y revólveres, no hubo más hallazgos.

El Comité Asesor

El superior jerárquico de Paredes era el mayor Patricio Martínez Moena, que llegaría a ser general de brigada. Los expedientes judiciales revelan que, desde el golpe, Moena formó y encabezó el denominado “Comité Asesor” que se instauró en cada unidad militar. En Los Ángeles, sus tareas fueron “elaborar estrategias de eliminación de personas y establecer publicitariamente estrategias de justificación, causas aparentes de los futuros fallecimientos”. El poder de Martínez, que ahora purga condena en Punta Peuco por una veintena de crímenes y desapariciones, era absoluto: sólo él decidía si era liberado o no.

El oficial ordenó a Paredes obtener información de los detenidos. No importaba cómo. Paredes no estaba solo. Lo acompañaban los sargentos de Ejército, Mario Pacheco Pacheco y Mario Contreras Brito. Además, como parte de las instrucciones impartidas por el comité asesor, a ese grupo sumaron el sargento José Miguel Beltrán Gálvez, que detenía a lanzas y monreros en la Comisión Civil de Carabineros; y el detective Domingo Bascuñán Saldías.

Ese mismo 15 de septiembre, Abarzúa recibió un fusil SIG, uniforme de camuflaje, balas y granadas. Su aporte inicial fue una lista detallada de dirigentes universitarios y barriales. No solo señalaba: participaba en allanamientos, interrogatorios y ejecuciones. Sus vínculos previos con las juventudes socialistas y como dirigente secundario le dieron acceso a nombres y domicilios.

En los testimonios judiciales, su nombre se repite junto a crímenes contra estudiantes como Juan de Dios Sepúlveda, Luis Ángel Cornejo y Jaime Franklin Araya; el profesor Juan Heredia; obreros forestales y comerciantes. La lista es muy extensa. Muchos de ellos siguen desaparecidos.

De ojos profundamente verdes, alto, delgado y siempre bien vestido, Abarzúa era hombre atractivo, aunque muchos lo conocieron por frecuentar los prostíbulos en la ciudad, por pagar la seguridad del recinto a cambio de sexo con las mujeres.

Patria y Libertad

Algunos lo vieron cercano de los líderes de Patria y Libertad, la organización de extrema derecha que se opuso de manera violenta al gobierno de la Unidad Popular, pero nadie imaginó su rápida integración a los aparatos represivos. En su propia versión, entregada años después a un ministro en visita, solo decía ser apenas un escribano que tomaba datos de detenidos para ser corroborados por otras instancias. Los expedientes lo contradicen: fue actor directo en las torturas, asesinatos y desapariciones.

Los relatos de los sobrevivientes en las sesiones de torturas en la sala contigua a las caballerizas – que fue habilitada como campo de concentración contra los presos políticos – lo recuerdan a la perfección.

Por razones que se desconocen, en enero de 1975 dejó la SIM del regimiento, aunque mantuvo los vínculos con algunos de los torturadores. Su rastro aparece en fichas de la Colonia Dignidad, ese inmenso archivo de más de 45 mil personas que fueron espiadas por el enclave alemán, situándolo en la sede Los Ángeles de la Universidad de Concepción, muy probablemente para investigar los antecedentes políticos de alumnos. En la sede universitaria no hay registro formal de su presencia. Esas mismas fichas lo acusan de reunirse con abogados que eran opositores a la dictadura, pero también de contrabandear armas que traía de Argentina y de traficar drogas.

Preso por narco

En 1999 cayó por narcotráfico, uno de los primeros golpes policiales contra la cocaína en Los Ángeles. Era surtido de cocaína que le llegaba por encomienda y que luego comercializaba a los clientes de un prostíbulo que regentaba. Cumplió condena de cinco años y un día. Al salir, lo alcanzaron las causas de derechos humanos. Estuvo prófugo por varios años en diversos lugares, pero en 2005 fue detenido por la Brigada de Derechos Humanos. Ante la justicia, repetía: “Yo solo era un eslabón en la cadena”.

Hacia 2017, con varias condenas pendientes, pidió ayuda a antiguos adversarios políticos para enfrentar sus cada vez más graves problemas de salud. Sin embargo, murió en la madrugada del 6 de marzo de 2019, a los 70 años, en una cama del hospital de Los Ángeles, aquejado de problemas respiratorios.

El personaje real que inspiró a Bolaño fue mucho más que literatura. Fue vecino, amigo, cómplice, traidor y verdugo. Su historia recuerda que el horror no siempre viene de lejos: a veces vive al otro lado de la pared, que conoce muy bien a sus víctimas y que solo espera el momento de actuar. Y que la memoria no es un ejercicio del pasado, sino una alerta para el presente.

Inscríbete en el Newsletter Cultívate de El Mostrador, súmate a nuestra comunidad para contarte lo más interesante del mundo de la cultura, ciencia y tecnología.

Publicidad