
Sólo 1 de cada 4 académicos cree que la evidencia científica influye en políticas públicas en Chile
“Sería un error achacar toda la responsabilidad al mundo político. Si los científicos desean incidir, deben también aprender a traducir su conocimiento a un lenguaje accesible y estratégico, más allá de los papers o seminarios”, indicó un académico.
El International Network for Government Science Advice (INGSA), capítulo Latinoamérica y el Caribe, en conjunto con la Cátedra UNESCO “Educación Científica para la ciudadanía” de la Universidad Autónoma de Chile, realizaron el estudio “El papel del conocimiento científico en la formulación de políticas en chile: la perspectiva de científicos, investigadores y tomadores de decisiones”, cuyo objetivo es analizar las barreras o brechas existentes para integrar la ciencia en la elaboración de políticas públicas.
La encuesta incluyó 24 preguntas que abordaron temas relacionados con la caracterización de los investigadores, su percepción sobre las prioridades políticas, el uso de la ciencia y los desafíos institucionales en la relación entre la comunidad científica y los formuladores de políticas públicas.
La recolección de datos se llevó a cabo entre los meses de junio y noviembre de 2024 y participaron 98 científicos y científicas, todos vinculados a instituciones educativas.
Resultados
Entre los resultados más destacados, se puede observar que el 84,69% de los encuestados cree que las consideraciones políticas y económicas son los factores que más influyen en la toma de decisiones, mientras que en el otro extremo, apenas un 26,53% cree que la evidencia científica tiene mayor influencia.
En cuanto a la percepción sobre la utilidad de la evidencia científica para la evaluación y desarrollo de políticas públicas, un 63,27% señala estar “totalmente de acuerdo”, mientras que un 17,35% dice estar “de acuerdo”.
En el ámbito de cómo se informan los formuladores de políticas públicas sobre las evidencias científicas en su país, un 67% cree que es a través de organizaciones “lobbistas” (Think tanks), seguidas por intermediarios (54%) y universidades (44%). Sólo un 27% cree que se informan a través de los científicos (27%) y un 15% cree que lo hacen a través de las publicaciones académicas.
Otro dato llamativo es que el 56,57% cree que los formuladores de políticas públicas no consideran la opinión de científicos y científicas en la toma de decisiones, mientras sólo un 3,3% señala que si se considera la opinión de investigadores. Al momento de ser consultados sobre si han participado en la toma de decisiones en políticas públicas, un amplio 57% señala que no, frente al 30% que señala que sí lo ha hecho y un 13% menciona que “a veces” ha asesorado.
Falta de diálogo
La encuesta deja en evidencia la falta de diálogo y trabajo entre el ámbito académico/científico y el político, que queda también reflejado en las respuesta a la pregunta “¿Existe una brecha de colaboración entre la comunidad científica y los responsables de políticas públicas?”, ante la que el 85% de los consultados señala que sí.
Sebastián Escobar, académico de la Pontificia Universidad Católica y representante en Chile del steering committee INGSA Latinoamérica, explica que esta encuesta “surge para establecer una línea base -en varios continentes- sobre el rol que tiene el conocimiento científico en la formulación de políticas públicas en el mundo”.
“Como miembro de la Red Internacional de Asesoramiento Científico Gubernamental (INGSA LAC), queremos establecer puntos en común sobre esta materia con países de la región y comparar las diferentes barreras y dificultades que tiene la formulación de políticas públicas informadas en evidencia, entendiendo que los sistemas políticos y culturales pueden ser diversos”, afirmó.
Científicos poco accesibles
Para Iván Suazo, director de la Cátedra UNESCO Educación Científica para la Ciudadanía y vicerrector de Investigación y Doctorados de la U. Autónoma, “el estudio identifica varios obstáculos: una tradición débil de colaboración entre ciencia y política, falta de comunicación efectiva y el desconocimiento mutuo entre comunidades que operan en lógicas distintas”.
“Esta desconexión no solo debilita la calidad de las políticas públicas, sino que envía el mensaje de que investigar, comprender y aportar soluciones tiene poco valor si no se traduce en impacto”, dijo.
En la misma línea, destaca que “sería un error achacar toda la responsabilidad al mundo político. Si los científicos desean incidir, deben también aprender a traducir su conocimiento a un lenguaje accesible y estratégico, más allá de los papers o seminarios”.
El informe completo se puede descargar desde el sitio web del Centro de Comunicación de las Ciencias de la Universidad Autónoma de Chile AQUÍ.
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