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Rodolfo Fortunatti y declaración de expresidentes DC de cara al plebiscito: «Es un acta de disolución del partido» PAÍS

Rodolfo Fortunatti y declaración de expresidentes DC de cara al plebiscito: «Es un acta de disolución del partido»

Cristian Leighton
Por : Cristian Leighton Periodista. Coordinador de Mesa Periodística y Redes Sociales de El Mostrador
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El Doctor en Ciencias Políticas y Sociología y autor del libro La Democracia Cristiana y el Crepúsculo del Chile Popular analizó la situación dentro de la DC, la que actualmente se encuentra dividida en dos frentes de cara al plebiscito del 4 de septiembre próximo, en donde se definirá si se aprueba o rechaza una Nueva Constitución: el comandado por 9 expresidentes del partido, quienes pidieron libertad de acción de cara al plebiscito; y el otro es la actual directiva comandada por el alcalde de La Granja, Felipe Delpin, quienes piden que el partido se pronuncie oficialmente con la realización de una Junta Nacional. Según Fortunatti, con la carta de los expresidentes, «nos están diciendo que la DC no debe, porque no puede, ofrecer un proyecto político a la sociedad chilena. Que debe abstenerse de emitir un juicio político sobre cómo queremos gobernarnos, cómo queremos que sea la Carta Constitucional de Chile. Nos proponen, en suma, que renunciemos a nuestra misión de servicio al país, y que nos retiremos, dejando trunco el proceso constituyente que impulsamos hace más de dos años. Y nos ofrecen a cambio de esta capitulación moral la vana esperanza de aguardar».


El Doctor en Ciencias Políticas y Sociología, Rodolfo Fortunatti analizó la situación dentro de la Democracia Cristiana, la que actualmente se encuentra dividida de cara al plebiscito del 4 de septiembre próximo, en donde se definirá si se aprueba o rechaza una Nueva Constitución.

En la DC, actualmente hay dos frentes: el comandado por 9 expresidentes del partido, quienes pidieron libertad de acción de cara al plebiscito; y el otro es la actual directiva comandada por el alcalde de La Granja, Felipe Delpin, quienes piden que el partido se pronuncie oficialmente con la realización de una Junta Nacional para definir lineamientos. En conversación con El Mostrador, el también autor del libro La Democracia Cristiana y el Crepúsculo del Chile Popular analiza estos dos frentes.

¿Qué te pareció la postura de los ex presidentes de cara al plebiscito? ¿Y la respuesta de la directiva de la Democracia Cristiana?

He sostenido que la declaración de algunos de sus expresidentes es un acta de disolución del partido. Nos están diciendo que la DC no debe, porque no puede, ofrecer un proyecto político a la sociedad chilena. Que debe abstenerse de emitir un juicio político sobre cómo queremos gobernarnos, cómo queremos que sea la Carta Constitucional de Chile, cómo entendemos el bien común, la dignidad de la persona humana, sus derechos fundamentales, su democracia, su reconocimiento de la pluralidad de naciones que han configurado nuestra fisonomía histórica. Nos proponen, en suma, que renunciemos a nuestra misión de servicio al país, y que nos retiremos, dejando trunco el proceso constituyente que impulsamos hace más de dos años. Y nos ofrecen a cambio de esta capitulación moral la vana esperanza de aguardar, como en el Desierto de los Tártaros, tres años, hasta las próximas elecciones, para saber cómo juzgará el país nuestro silencio. No hay precedentes de algo tan líquido, como esto, en los 65 años de historia del partido.

Lo que ha hecho la directiva recién instalada ―pero permanentemente interpelada por vocerías paralelas que la prensa exhibe cómo la palabra oficial de la Democracia Cristiana― es restablecer el valor de un partido institucionalizado que toma sus decisiones en las instancias legítimas, esto es, en la Junta Nacional convocada para el próximo fin de semana con el fin de dirimir si la colectividad Aprueba o Rechaza el texto de nueva Constitución; no si se disuelve o entra en hibernación.

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¿Estás de acuerdo con que la DC se juega no quedar «en la intrascendencia política» con su próxima Junta Nacional para fijar la postura del partido de cara al plebiscito?

Si la abstención política de la Democracia Cristiana se cumpliera realmente, y durante los próximos dos meses se inhibieran todas sus autoridades de actuar, obligándose al ostracismo, el espacio público que dejarían sería ocupado por quienes tienen una posición dominante de acceso a los medios de comunicación y que, según se observa, han hablado desde Amarillos, como Walker, Goic, Foxley y Krauss; como Chahin, desde la Convención y sin ninguna contraloría de sus actos; desde las bancadas del Senado, como Rincón, y de la Cámara, como Aedo. Pero una abstención política así no es verosímil. Lo que sobrevendrá será un campo de lucha abierta, donde los democratacristianos serán simples piezas de un tablero de ajedrez movidas por las fuerzas externas del Apruebo y del Rechazo. La decepción y el despecho de la noche del 4 de septiembre sería tal, que la recomposición resultaría imposible. Sin embargo, la Democracia Cristiana no desaparecerá.

¿Qué piensas de los DC que van a votar rechazo? 

Como democratacristiano o democratacristiana no es legítimo votar Rechazo. No es justo, razonable ni verdadero a la luz de la identidad del partido. Una identidad de lucha por la democracia, por los derechos humanos, por la dignificación del campesinado, del mundo obrero, por la paz y la independencia, por el respeto a nuestra pluralidad de naciones. Votar Rechazo es prolongar la Constitución del 80, que no es la Constitución de Aylwin ni de Lagos, sino la que denunció Frei, el más elevado testimonio de entrega al servicio público que exhibe el partido. Votar Rechazo es abrazar las justificaciones de la derecha refractaria al proceso constituyente, incluidas las mentiras sobre el aborto libre, la fragmentación de Chile, y los injustos privilegios de los pueblos originarios. Es votar con (José Antonio) Kast. Pero es legal y es un derecho cautelado por una cámara secreta, una cédula única y una urna sellada.

¿Qué piensas del trabajo constituyente? ¿Sus constantes polémicas han influido en la mala apreciación de la gente y de los ex presidentes de la DC?

Cuando pase todo este clima de enfermedad, crispación y reconcomio, el nombre de cada uno de los convencionales quedará registrado en la historia de Chile. Las imágenes de sus mujeres, desde (Elisa) Loncón a (Teresa) Marinovic, de sus jóvenes, de sus expertos, algunos técnicos y otros intensos y sabios, como (Agustín) Squella, serán exhibidas como remembranzas del fin del siglo XX chileno y la inauguración de una nueva era. Los miedos se irán esfumando como la bruma bajo el sol. Hay que oír a Javier Couso en lugar de Tomás Jordán, a Cristián Suárez en vez de Mario Fernández, a Mario Marcel que a José de Gregorio. Será la Constitución más democrática, legítima y representativa de toda nuestra historia.

Imagino que cuando se habla de la mala apreciación de la gente es por lo que dicen ciertas encuestas. Bueno, como sociólogo yo sospecho de la confiabilidad y validez de los sondeos, pero incluso teniendo en cuenta esto, lo que han medido las encuestas no es la intención de voto, y menos aún los textos aprobados, sino lo que se ventila en redes sociales, que son las anécdotas, los excesos, exabruptos y trivialidades. Eso que es opinable por todos. Es ahora, cuando viene la verdadera disputa política e ideológica. Pero este ambiente de la Convención no ha sido el que ha influido en la mala apreciación de los expresidentes, sino la sensación existencialista de que un tiempo ha llegado a su fin, porque ha llegado a su fin, y que empiezan a tomar la posta los exponentes de un nuevo modo de ser conservador.

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