CULTURA
Créditos Imagen: Centro Cultural La Moneda
Orquesta Sinfónica Música para la Integración realiza concierto en el Centro Cultural La Moneda en solidaridad con las personas migrantes
El 15 de abril la Fundación Música para la Integración realizó un concierto en el Centro Cultural La Moneda. La orquesta formada por músicos migrantes profesionales residentes en Chile tocó composiciones escritas solamente por artistas latinoamericanos.
Los últimos meses, la palabra migración resuena en los medios de nuestro país en la frecuencia del miedo. Este 15 de abril, la música orquestal cambió esos tonos por la melodía cada vez más improbable de la solidaridad. El hall del Centro Cultural La Moneda fue el escenario del concierto ofrecido por la Fundación Música para la Integración, cuya orquesta se compone de músicos migrantes profesionales residentes en Chile.
Ana Vanessa Marvez, fundadora de Música para la integración, comenta que el concierto muestra una faceta diferente de la migración a través de “la convocatoria de nuestro elenco coral y la oportunidad de estrenar una nueva obra en Santiago, siempre con la intención de ser un aporte para el desarrollo multicultural e intercultural de la música en Chile”.
“Cantata Criolla”
El repertorio coloreó de América Latina un paisaje musical acostumbrado a favorecer la música europea. El concierto comenzó con Danzón N° 2 del compositor mexicano Arturo Márquez y La Estancia Suite del compositor argentino Alberto Ginastera, guiadas por el contagioso entusiasmo del director Eloy Rojas Quintero.
Los asistentes tuvieron la posibilidad de escuchar por primera vez la “Cantata Criolla” del compositor venezolano Antonio Estévez. La obra recupera los versos del poema “Florentino y el diablo”, escrita por Alberto Arvelo Torrealba, al ritmo contrapunteado del joropo, en el que un llanero venezolano se enfrenta con el mismísimo demonio. Los solistas estuvieron a cargo del barítono Franklin De Lima en el rol del Diablo y el tenor Cristo Vassilaco en el de Florentino. El buen Florentino es un Pedro Urdemales de Venezuela que con astucia logra vencer a un diablo que reniega incluso de la música diciendo que “los graves y los agudos a mí lo mismo me dan.” En los últimos momentos de la Cantata, escuchamos al coro cantar la salvación de Florentino, pero también por primera vez su llegada a Chile.

Créditos Imagen: Centro Cultural La Moneda
El concierto también incluyó la reconocida obra “Tierra sagrada” del compositor chileno Nelson Vinot, quien compuso su pieza para fagot y orquesta en base a los versos del poeta Absalón Opazo. El solista fue interpretado por la voz simultáneamente aérea y telúrica de Rocío Rojas Monsalve, quien también tradujo los versos al chesungún, lengua mapuche williche.
La pieza muestra la transformación alquímica de un fagot en una trutruca, que empuja a la orquesta completa hacia los ritmos vernáculos de la música mapuche. La compenetración de Vinot con su instrumento hace casi impensable que otro fagotista pudiera replicar la obra. El resultado fue una audiencia capturada por un trance profundo, intensificado por la voz de Rocío Rojas Monsalve y el Coro polifónico Música para la Integración.
Sobre el final, Rojas Quintero subió una vez más su batuta, y la orquesta interpretó entre lágrimas el joropo “Alma llanera” de Rafael Bolívar Coronado. Y en el centro mismo del poder en Chile sonó de otra forma Venezuela. Sugirió alguna vez el escritor Jorge Luis Borges “la historia universal es la historia de la diversa entonación de algunas metáforas” Podríamos decir que tras el concierto la historia particular de la migración de nuestro país ha encontrado otra entonación del adjetivo migrante.
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