Los efectos de las 2 mil detonaciones nucleares en el planeta
¡Hola! Esta es una edición especial, por dos razones. La primera –y la más importante de todas– es la amenaza nuclear que volvió a ser la gran preocupación global, pese a que este lunes se anunció el cese al fuego total entre Irán e Israel. Aunque la experiencia de la Guerra Fría nos enseñó, en todo caso, que nunca nada es total, menos la paz.
La segunda razón es que se trata de una edición resumida por algo mucho más trivial, aunque no menos necesario: como un cese temporal del trabajo, aprovechando las vacaciones escolares de invierno.
Y como la edición en sí misma es ya un resumen, no entraré en más detalles. Así que asegúrense los cinturones, que este viaje es corto y rápido.
4, 3, 2, 1… ¡Arrancamos!
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Por si fuera poco: los más de 2 mil ensayos nucleares que han bombardeado el planeta

El país que más ha detonado bombas nucleares –más allá de las catástrofes en Hiroshima y Nagasaki– es Estados Unidos. ¡Era que no! Entre los años 1945 y 1992, EE.UU. ha llevado a cabo más de 1050 ensayos nucleares, con detonaciones atmosféricas, subterráneas y oceánicas.
Como sabemos, a lo largo de nuestra violenta historia de los siglos XX y XXI, el mundo ha jugado a la paz con la amenaza nuclear como disuasivo bélico para calmar la ansiedad de poder.
La inestabilidad en Medio Oriente producto de la tragedia humanitaria en Palestina, los ataques de Israel a Irán y de este a Qatar, y los bombardeos de Estados Unidos sin la autorización del Congreso de su país, han vuelto a situar la amenaza nuclear en el centro de la preocupación mundial, más allá de cualquier otra contingencia, incluso la del calentamiento global, que a modo de comparación equivale –en CO2 atrapado en los océanos– a varios millones de bombas atómicas.
¿Pero cuántas bombas nucleares –y dónde– han detonado en el planeta? Y ¿cuáles han sido las consecuencias en los ecosistemas?
Antes de cualquier intento de cuantificación es importante señalar que las naciones que más ensayos nucleares han llevado a cabo son: Estados Unidos, la antigua Unión Soviética, Francia, China, Reino Unido, India, Pakistán y Corea del Norte.
- La mayoría se llevaron a cabo durante la Guerra Fría en el siglo pasado, cuando los países competían por el desarrollo de armas nucleares. Sin embargo, la AIEA (Agencia Internacional de Energía Atómica) y otras organizaciones internacionales han trabajado para reducir la proliferación de este tipo de armas y promover el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), además de impulsar la prohibición de ensayos nucleares a través del Comprehensive Nuclear-Test-Ban Treaty (CTBT), que busca terminar con los ensayos nucleares a nivel global, aunque aún no ha entrado en vigor por falta de ratificación de algunos países clave.
A lo largo de la historia, los ensayos de bombas nucleares, tanto subterráneos, oceánicos y atmosféricos, han tenido consecuencias devastadoras en la biodiversidad marina, especialmente en áreas cercanas a los sitios de detonación. Los efectos de la radiación liberada por estos ensayos aún persisten, afectando no solo a la fauna marina, sino también a los hábitats críticos que sustentan la vida en los océanos.
- Dato: ¿sabes qué son las píldoras de yoduro de potasio? Son las llamadas píldoras antirradiación, que se toman para proteger la glándula tiroides del yodo radiactivo, que podría liberarse durante un accidente nuclear o una explosión. Recientemente, la Unión Europea donó más de 5 millones de píldoras a Ucrania con motivo de la guerra con Rusia.

Uno de los casos más notorios de destrucción de hábitats fue el atolón Bikini, en las Islas Marshall, donde entre 1946 y 1958 se realizaron 23 ensayos nucleares, incluyendo tanto pruebas atmosféricas como submarinas.
Estos ensayos, que liberaron enormes cantidades de radiación en el océano, causaron daños irreparables a los ecosistemas marinos locales. La vida marina sufrió graves mutaciones y la biodiversidad del atolón quedó severamente alterada. Como resultado, la región se convirtió en una zona inhabitable y el atolón sigue estando –hasta el día de hoy– restringido, debido a la radiación residual que persiste en el área.
En el Pacífico Sur, específicamente en las islas de Mururoa y Fangataufa, Francia realizó 193 ensayos nucleares entre 1966 y 1996. Al igual que en Bikini, la liberación de radiactividad afectó profundamente los ecosistemas marinos, especialmente los arrecifes de coral y las especies que dependen de ellos. La radiación alteró las cadenas alimentarias marinas, desplazando a varias especies y causando la muerte de muchas otras. Los arrecifes de coral, vitales para la biodiversidad marina, se vieron gravemente dañados, lo que tuvo un impacto a largo plazo en la estabilidad ecológica de la región.
Entre 1948 y 1958, también en las Islas Marshall, se realizaron 43 ensayos nucleares en el atolón de Enewetak. Estos ensayos generaron una contaminación radiactiva similar a la de Bikini, afectando de manera significativa los ecosistemas marinos cercanos.
Los arrecifes de coral, esenciales para la vida marina, sufrieron daños severos y la radiación afectó la capacidad reproductiva de muchas especies marinas, reduciendo la diversidad biológica en el área. La alteración de las condiciones físicas del agua, junto con la liberación de material radiactivo, provocó una pérdida masiva de biodiversidad y alteró los patrones de migración de los peces.

En otros lugares, como el mar de la China Meridional, el gigante asiático realizó al menos 45 ensayos nucleares entre 1964 y 1996, lo que también tuvo efectos negativos sobre los ecosistemas marinos circundantes. Aunque los detalles sobre el impacto específico de estos ensayos son limitados, debido a la falta de transparencia de China, se sabe que la liberación de radiactividad afectó las aguas cercanas a los sitios de prueba, alterando la vida marina local y contribuyendo a la destrucción de hábitats marinos.
Estados Unidos, el país que más ensayos nucleares realizó, también efectuó pruebas nucleares tanto en el desierto de Nevada como en océanos, especialmente en el Atlántico y el Pacífico. Entre 1945 y 1992, llevó a cabo más de mil pruebas nucleares, muchas de ellas submarinas, lo que resultó en graves daños a los ecosistemas marinos. La radiación liberada en estos ensayos afectó los arrecifes de coral y las áreas de vida bentónica, alterando las condiciones del agua y afectando la salud de las especies marinas.
El impacto general de los ensayos nucleares en los ecosistemas marinos ha sido devastador. Las explosiones nucleares liberaron grandes cantidades de radiación que alteraron la genética de las especies marinas y destruyeron hábitats esenciales, como los señalados arrecifes de coral. La acumulación de isótopos radiactivos en los océanos afectó el funcionamiento de las cadenas alimentarias marinas, causando mutaciones y disminución de la capacidad reproductiva de las especies. Además, estos ensayos contribuyeron al calentamiento global y a fenómenos meteorológicos extremos, exacerbando los efectos en los ecosistemas marinos.
Pongámonos al día: desde la desinformación climática a la Conferencia del Clima de Bonn

- Desinformación: en un esfuerzo por ponernos al día, les recuerdo que hace algunas semanas titulé una edición de Juego Limpio con el intento de desinformar a través de un informe climático con el estado del deshielo marítimo en la Antártica, sobre el cual apuntaron que estaba en retroceso, lo que era mentira, desde luego. En esa línea, les comento de un nuevo informe del Panel Internacional sobre el Entorno de la Información (IPIE), que alertó en los últimos días sobre el impacto devastador de la desinformación climática.
El estudio, basado en 300 investigaciones, reveló cómo las afirmaciones falsas, principalmente provenientes de la industria de los combustibles fósiles, políticos conservadores y ciertos gobiernos, están obstruyendo la lucha contra el cambio climático.
El informe destaca cómo el negacionismo climático ha mutado en campañas para desacreditar soluciones viables, como las energías renovables, mostrando ejemplos como las falsedades relacionadas con el apagón masivo en España, que se atribuyó erróneamente a fuentes renovables.
Los investigadores subrayan que las narrativas falsas sobre el clima se amplifican –como se sabe– a través de trolls en las redes sociales. La situación se agrava con los ataques dirigidos a líderes políticos, funcionarios y agencias regulatorias, que buscan retrasar la adopción de medidas climáticas urgentes.
En este contexto, varios expertos han hecho llamados para criminalizar la difusión de desinformación climática, argumentando que las mentiras están transformando la crisis en una catástrofe global.

- Presupuesto de carbono: un reciente estudio sobre el presupuesto de carbono disponible para limitar el calentamiento global a 1,5 °C reveló una conclusión esperada pero no menos alarmante: las emisiones actuales de CO2 están agotando rápidamente este presupuesto, que se estima en 130 gigatoneladas desde principios de 2025.
A este ritmo, el presupuesto se agotaría en solo tres años, mientras que aquellos para alcanzar 1,6 °C o 1,7 °C podrían superarse en nueve años. La investigación destaca que la actividad humana ha causado un calentamiento récord en 2024, con un aumento de 1,52 °C en la temperatura global, de los cuales 1,36 °C son atribuibles directamente a las emisiones humanas.
A pesar de los esfuerzos por mitigar los efectos del cambio climático, las emisiones de gases de efecto invernadero siguen en máximos históricos, lo que ha provocado cambios significativos en el sistema climático, como el aumento del nivel del mar y la intensificación de fenómenos meteorológicos extremos.
El estudio –basado en los datos más recientes de 60 científicos internacionales– señala que el calentamiento global es ahora casi el doble de rápido que en las décadas de los 70 y 80. Esto ha tenido graves consecuencias para los océanos, que han absorbido el 91% del exceso de calor generado por las emisiones, y para las zonas costeras, que enfrentan un aumento acelerado del nivel del mar.
Con el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5 °C, los expertos enfatizan que las emisiones deben reducirse drásticamente en la próxima década. La ventana para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París se está cerrando rápidamente y los próximos años serán cruciales para evitar un futuro climático aún más peligroso.

- Olas de calor en el hemisferio norte. ¿Y cómo nos toca a nosotros este calentamiento? Por ahora no, que estamos en invierno. Pero en el norte del continente el calor está siendo tan abrasador que el pronóstico para nuestro hemisferio podría ser igual o peor, si al calor extremo se le suman los incendios forestales.
Mientras se desarrolla en EE.UU. el Mundial de Clubes (de fútbol), comentaristas y entrenadores a lo largo de estos días de campeonato se han quejado “de las olas de calor”, atribuyendo el hecho a que en esa parte del continente son frecuentes. Error, hace calor, sí, pero son inusuales para junio.
El domingo pasado, gran parte del noreste de Estados Unidos, desde Minnesota hasta Maine, estaba bajo una alerta de calor de entre 38 y 40 °C (100 y 105 °F). El clima extremo no solo afectó al fútbol sino también al béisbol y el golf.
Ante el calor extremo, autoridades locales, como el Departamento de Salud Pública de Filadelfia, declararon una emergencia por calor y ofrecieron refugios con aire acondicionado para los residentes, además de establecer líneas de atención médica para tratar afecciones relacionadas con las altas temperaturas.

- Calor extremo modifica dinámica de enfermedades: no solo los humanos se ven afectados por el calor extremo, los organismos patógenos también. En un estudio, publicado por Nature climate change, científicos descubrieron que las olas de calor están modificando la dinámica de las enfermedades de forma impredecible, dando a los patógenos una ventaja.
Una investigación del Trinity College de Dublín reveló que las olas de calor pueden alterar de forma impredecible la cantidad y capacidad de los parásitos para causar enfermedades, dependiendo de factores como la intensidad, duración y momento del calor extremo en relación con la infección.
El estudio, realizado con pulgas de agua y su parásito intestinal, evidenció que los aumentos de temperatura no solo afectan la prevalencia y carga de infección, sino que lo hacen de manera distinta según el entorno térmico de base. Por ejemplo, ciertos escenarios de calor moderado impulsaron la propagación del parásito, mientras que golpes más extremos de calor redujeron su población drásticamente.
Estos hallazgos subrayan la complejidad de cómo el cambio climático impacta en las enfermedades infecciosas. Expertos en enfermedades tropicales han considerado que el estudio tiene implicaciones globales, especialmente en un mundo donde las crisis sanitarias como el COVID-19 demuestran la necesidad de anticiparse a las amenazas infecciosas bajo condiciones climáticas cada vez más extremas.

- En Bonn, Alemania, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebra actualmente la ronda anual de negociaciones entre sesiones, en la que participan diversos grupos técnicos subsidiarios. Este es el punto intermedio entre la COP29 del año pasado en Bakú, Azerbaiyán, y la próxima COP30 en Belém, Brasil, en noviembre.
Como está siendo cada más acostumbrado, la conferencia partió con pie forzado, especialmente en algunos temas clave, como la justicia climática y equidad en la distribución de responsabilidades.
Las propuestas de Bolivia, en representación de los países en desarrollo, generaron desacuerdos con los países desarrollados, lo que retrasó la agenda y complicó el progreso en la implementación de políticas de mitigación y adaptación. A medida que se acerca la COP30, la comunidad internacional enfrenta el desafío de superar estas barreras para garantizar una acción climática global efectiva y equitativa.
Pese a ello, la Conferencia del Clima de Bonn 2025 marcó un paso importante hacia la COP30 en Belém, Brasil, con avances clave en la financiación climática.
¿Qué se logró? Durante el encuentro, se acordó aumentar los fondos destinados a la lucha contra el cambio climático a 1,3 billones de dólares anuales para 2035, cifra que supera ampliamente la meta anterior de 300 mil millones.
Se progresó, además, en la implementación del artículo 9.1 del Acuerdo de París, que obliga a los países desarrollados a proporcionar recursos financieros a las naciones en desarrollo, para enfrentar los efectos del cambio climático. No obstante, las tensiones surgieron en torno a las medidas comerciales unilaterales, como el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono de la Unión Europea, que fue percibido como injusto por los países en desarrollo, retrasando el inicio de las negociaciones.
- Como último dato les dejó que, mientras Brasil se prepara para ser anfitrión de la COP30 en Belém el año próximo, el gigante sudamericano enfrenta fuertes críticas por los controvertidos planes de perforar en busca de petróleo en el Bloque 59, cerca del ecológicamente sensible delta del Amazonas, y por una nueva legislación que debilitaría la supervisión ambiental de grandes proyectos.
Estas intenciones se dan en oposición al consenso científico del IPCC y la AIE, que dice que ningún nuevo proyecto de petróleo y gas es compatible con el objetivo de 1,5 °C. Desde esa perspectiva, flexibilizar las restricciones significa una señal errónea en un momento en que se necesita urgentemente la eliminación gradual de los combustibles fósiles.
Como ven, esta edición de Juego Limpio se acabó en un suspiro. No olviden que si tienen algún comentario, duda o información que quieran compartir, pueden escribirme a juegolimpio@elmostrador.cl.
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