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Chile envejece y el cuidado entra a Comisión Mixta: una oportunidad que no debe diluirse Opinión

Chile envejece y el cuidado entra a Comisión Mixta: una oportunidad que no debe diluirse

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Envejecer con propósito implica reconocer la autonomía de las personas mayores para decidir si trabajar, cuidar, ser cuidadas o participar de otras formas en la sociedad.


Chile ha cruzado un umbral que ya no puede ignorar: una de cada cinco personas tiene hoy 60 años o más. El Índice de Envejecimiento aumentó de 57 en 2017 a 79 en 2024 (INE, 2025), y el Censo 2024 proyecta que, a partir de 2027, el país entrará en una fase de envejecimiento muy avanzado. Esta transición demográfica ya tensiona a las familias, el mercado laboral y la protección social.

En este contexto, la reciente aprobación del proyecto de Ley de Cuidados en la Cámara de Diputadas y Diputados constituye un avance histórico. Por primera vez, el cuidado se discute como un derecho social y no solo como una responsabilidad privada. Sin embargo, el paso del proyecto a Comisión Mixta recuerda que este avance es aún frágil y que su diseño institucional será decisivo.

La falta de quórum calificado en dos normas se centra en facultades clave para la gobernanza del Sistema Nacional de Cuidados. Una se vincula a las atribuciones de la Secretaría para la supervisión y regulación de servicios; la otra obliga a los órganos del Estado a suscribir convenios o instrumentos de gestión alineados con las orientaciones del Comité Interministerial de Desarrollo Social, Familia y Cuidados. El Senado ha ratificado la urgencia del debate y acordado la conformación de la Comisión Mixta (BNC, 2025).

Envejecimiento y cuidado son temas urgentes que no deben diluirse. Estamos ante un cambio cultural profundo, marcado por la incertidumbre, la velocidad y la desconexión social, pero también frente a la oportunidad de reconfigurar mayor solidez sobre la base de la justicia y la equidad. El reconocimiento del cuidado como derecho solo será sostenible si se articula con una institucionalidad coherente, operativa e intersectorial. Construir una cultura más humanizadora es una tarea colectiva.

El envejecimiento también visibiliza amplias zonas del país con oferta insuficiente de cuidados formales y la extensión de la vida laboral de muchas personas mayores, a veces por elección, pero con frecuencia por necesidad, debido a diversas condiciones de precariedad. La pregunta de fondo es qué estamos dispuestos a hacer como sociedad frente a esta realidad.

Estas tensiones fueron centrales en el encuentro “Conectando saberes: voces sobre vejez, trabajo y cuidados”, convocado por la Universidad Mayor y el Instituto Milenio para la Investigación del Cuidado (MICARE). El diagnóstico compartido fue claro: no existen soluciones simples ni inmediatas; se requiere un enfoque articulado que combine autonomía, trabajo, cuidados y territorio.

Envejecer con propósito implica reconocer la autonomía de las personas mayores para decidir si trabajar, cuidar, ser cuidadas o participar de otras formas en la sociedad. Supone ampliar la noción de ocupación: no todo aporte social pasa por el empleo remunerado. Muchas personas mayores sostienen comunidades, redes y cuidados hoy invisibilizados y sin respaldo institucional.

Asimismo, es indispensable garantizar condiciones laborales dignas para quienes deseen seguir trabajando, combatiendo el edadismo, la informalidad y las brechas formativas. Pero nada de esto será sostenible sin un sistema de cuidados robusto que alivie la sobrecarga que hoy recae, principalmente, en mujeres, muchas de ellas también mayores. La participación depende de condiciones materiales: movilidad, accesibilidad, servicios públicos y espacios seguros, lo que exige una intersectorialidad real.

El paso del proyecto de Ley de Cuidados por la Comisión Mixta es, por tanto, un punto crítico. Debilitar su gobernanza, coordinación o mecanismos de supervisión sería perder una oportunidad histórica. El envejecimiento debe abordarse como política de Estado, con servicios integrados y enfoque de curso de vida. Solo así envejecer en Chile dejará de ser sinónimo de dependencia o exclusión y podrá ser continuidad de derechos, propósito y proyectos de vida con sentido.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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