Enseñar la paz
Señor director:
En la Conferencia General de 1974, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) elaboró sus recomendaciones para la “Educación para la Paz”. Con la convicción de que la “paz también se aprende”, propuso orientaciones para ser incorporadas en los currículums nacionales, con miras a formar en la interculturalidad, la integración racial y la educación cívica.
En Chile, 20 años después, el recién fundado Colegio La Fontaine modeló su proyecto educativo de acuerdo con las recomendaciones de la UNESCO, desarrollando proyectos interdisciplinarios que promovían la interculturalidad y un enfoque histórico focalizado en la comprensión y resolución de los conflictos. Junto con ello, implementó por primera vez en el país clases de Religiones Comparadas, en las que los estudiantes conocían cómo las distintas expresiones de la Fe comprendían el sentido de la vida y la búsqueda de trascendencia. Este aprendizaje no solo era provechoso para educar en la tolerancia y la interculturalidad, sino también para conocer las enseñanzas religiosas desde sus fuentes originales y sus similitudes, por sobre sus diferencias. Así, la reflexión surgida entre los estudiantes destacaba que difícilmente el Dios de los diversos credos justificaría la lucha descarnada entre los pueblos. En años posteriores, este programa fue implementado en otros establecimientos del país.
En estos días en que vemos nuevamente el dolor en la Tierra Santa del judaísmo, el cristianismo y el islam, las recomendaciones de la UNESCO vuelven a tomar fuerza, pues —tal como lo promulgó desde su fundación en 1946— “las guerras nacen en las mentes de los hombres y es en estas donde deben erigirse los baluartes de la paz”.
Es imperioso que los distintos proyectos educativos, tanto en Chile como en el exterior, hagan suyo el llamado de aquella conferencia de 1974 e intencionen una pedagogía de la paz que promueva la interculturalidad, el diálogo, la reflexión crítica sobre las ideas del otro y las propias, y el compromiso irrenunciable de evitar la violencia como solución del conflicto.
Antonia García-Huidobro V.
Doctoranda en Educación Universidad Católica de Chile
Directora Fundación Fe y Culturas