Prohibición de celulares en las salas de clase: una oportunidad
Señor director:
La reciente aprobación de la ley que regula y prohíbe el uso de teléfonos celulares en las salas de clases a partir de 2026 abre un debate necesario: ¿cómo devolvemos a la escuela su capacidad de concentrar, formar y acompañar a los estudiantes en un ambiente libre de distracciones?
En los colegios de Fundación Nocedal hemos visto, durante años, cómo el uso irrestricto del teléfono impacta directamente la convivencia, la salud mental y el aprendizaje. Los docentes notan aumento en la ansiedad, dificultades para sostener la atención y menor participación. La tecnología, usada sin límites, no solo resta tiempo académico: erosiona la relación pedagógica, esa que se construye mirando a los ojos, conversando y acompañando al ritmo de cada estudiante.
La nueva norma va en la dirección correcta, pero su implementación no será automática. Como instituciones educativas, tenemos el deber de acompañar este cambio con reglas claras, apoyo afectivo y una cultura escolar coherente. La prohibición, por sí sola, no garantiza mejores aprendizajes; lo que sí lo hace es un trabajo sostenido con estudiantes y familias que refuerce un mensaje simple y esencial: la sala de clases es un espacio para aprender, convivir y construir comunidad.
En los colegios de Fundación Nocedal la experiencia ha demostrado que cuando el teléfono desaparece del aula, los estudiantes se abren a otras formas de interacción: conversan más entre ellos, participan de manera más activa y vuelven a conectarse con la curiosidad propia de su etapa. Este cambio no solo mejora el clima escolar; fortalece habilidades que serán clave para su futuro.
Por eso, esta ley debe entenderse como un punto de partida. Lo que realmente transformará nuestras escuelas será combinar la regulación con acompañamiento socioemocional, formación en ciudadanía digital y proyectos pedagógicos que usen la tecnología de manera responsable y significativa.
La educación pública y particular subvencionada enfrentan hoy desafíos enormes: violencia escolar, brechas de aprendizaje y un aumento en problemas de salud mental. En este contexto, ordenar el uso de celulares es una medida concreta que devuelve foco, cuidado y estructura. Y eso es lo que nuestros estudiantes necesitan.
La tarea que viene es colectiva. Como país debemos comprometernos con la creación de ambientes escolares seguros, afectivos y exigentes. Esta ley nos recuerda que educar es poner límites claros, pero también abrir oportunidades. Y en Fundación Nocedal estamos convencidos de que, si trabajamos juntos, esta será una oportunidad para devolver a nuestros jóvenes algo que hoy parece escaso: la posibilidad de aprender con calma, presencia y sentido.
Andrés Benítez
Director Ejecutivo de Fundación Nocedal