
Manual para entender el fuego amigo de Lautaro
La candidata del oficialismo enfrenta tensiones internas: mientras busca ampliar apoyos hacia el centro, la dirigencia comunista marca límites ideológicos. Jadue y Carmona reactivan las viejas grietas de un partido que camina en la cuerda floja.
El hecho es algo histórico, no solo en Chile, sino que a nivel mundial. Descontando los países comunistas que cuentan con líderes autoritarios –donde no existen elecciones libres o, si las hay, constituyen un mero espectáculo–, esta es la primera vez que una militante del PC se encuentra en segundo lugar en las encuestas para definir el próximo Presidente o la próxima Presidenta de Chile. Claro, Daniel Jadue estuvo punteando las encuestas, junto a Joaquín Lavín, durante más de un año, sin embargo, después perdió las primarias a manos de Gabriel Boric. Tal vez la excepción en el mundo es Pushpa Kamal, líder del Partido Comunista de Nepal, quien en 2008 se convirtió en primer ministro del país asiático.
La verdad es que la candidata del oficialismo tuvo una partida espectacular. Luego de ganar holgadamente las primarias del sector, logró enrolar al derrotado Socialismo Democrático en su campaña, incorporar a la DC y, lo más importante, sintonizar rápidamente con la ciudadanía. Llegó incluso a destronar a Kast por unas semanas, reconquistando a los sectores más populares a punta de empatía y mensajes simples, directos, demostrando que Jeannette es una buena candidata.
Pero al poco andar comenzaron los problemas. La audacia y el exceso de participación en espacios en que estaba totalmente desnivelada la cancha –siempre enfrentando a tres candidatos de derecha y con públicos algo hostiles– le pasaron la cuenta cuando la encararon con aspectos contenidos en su programa de las primarias, y que ella, desafortunadamente negó. Y no una, sino dos veces. Eso la proyectó con poca consistencia, pese a los esfuerzos que Jeannette hizo en un comienzo para separar aguas del PC y posicionarse como la líder de un sector más amplio.
A continuación, vinieron los enredos de sus asesores económicos, hasta la decisión de dejar de participar en foros –todas las semanas tenemos dos o tres, cada vez más repetidos y sin agregar valor– para reemplazarlos por “contacto con la gente en la calle”. Una decisión inteligente de su entorno, pero que se percibió más bien como una excusa para evitar meter la pata de nuevo.
Y cuando parecía que Jeannette Jara lograba salir de las turbulencias, vinieron los golpes más inexplicables de todos, esos que provienen de los más cercanos, del propio partido en que milita la abanderada del sector.
Aunque indirectamente, la designación de Daniel Jadue como candidato a diputado fue un disparo al mentón de la campaña. El exalcalde de Recoleta no solo está siendo investigado por la Justicia –hoy lunes el Segundo Tribunal Electoral revisará su caso–, lo que ya es una pésima señal frente a la ciudadanía, sino que, además, en este momento se leyó como una provocación.
Jadue fue un duro crítico a la reforma de pensiones, intentando incluso alinear a un grupo de parlamentarios del PC para boicotear el acuerdo político logrado…por Jara.
Sin duda, la elección de un representante del lado más ortodoxo del PC como candidato a diputado fue influida por Lautaro Carmona. Todo indica que el timonel del PC está tratando de balancear una candidatura “más light”, la de Jara –por algo representa a todo el sector, incluida la DC–, con la postura más dura, con la que se identifica. Recordemos que el PC fue la única tienda que se restó del acuerdo político para reformar la Constitución en noviembre de 2019, en un momento en que el país enfrentaba una crisis muy compleja. Una conducta que hizo recordar cuando no apoyaban el plebiscito de 1988.
Esta suerte de esquizofrenia que el PC está enfrentando hoy, pereciera tenerlo caminando en una peligrosa cuerda floja, buscando el difícil balance entre reforzar y desplegar un relato duro ante sus bases y, al mismo tiempo, aceptar la necesidad de su abanderada de ampliarse hacia posiciones más de centro.
En las primeras semanas, la cúpula del Partido Comunista le dio bastante libertad a Jeannette, seguramente con un costo alto interno. Es probable que el buen posicionamiento inicial de la candidata obligara a Carmona a mantener un silencio expectante. Por tanto, no es menor que, justo después que Jara se desmarcara de las propuestas planteadas en el programa, como la nacionalización del cobre, la directiva del partido empezara a sacar la voz. La incomodidad de Lautaro Carmona y otros integrantes de la directiva se hizo evidente.
La premeditada –y torpe– intervención de Carmona en contra del exministro Mario Marcel provocó un remezón fuerte en la candidata y su entorno, y por supuesto en sus aliados. ¿Fue un simple acting o lapsus el del presidente del partido? Difícil. Porque más allá de lo innecesario de sus palabras, de fondo, pareció estar notificando al Gobierno actual –del que forman parte– y al futuro que –en caso de llegar a ganar las elecciones– no abandonarán sus posturas ideológicas duras. Es decir, que el pragmatismo tiene límites para el PC. Justo lo contrario que observamos en la DC hace solo unas semanas.
No comparto la tesis de algunos analistas en relación con que este giro de Carmona y otros dirigentes comunistas se debe a la percepción de que las opciones de triunfo se han achicado, de acuerdo con las encuestas. Sigo convencido de que esta es una elección totalmente abierta y, por tanto, puede ocurrir cualquier cosa.
Jeannette Jara es una buena candidata y el Gobierno mantiene alrededor de 35% de apoyo –casi 10 puntos más que Bachelet II y Piñera II a estas alturas–. Por eso da la impresión de que la intervención de Carmona tiene un objetivo de fondo: tratar de contener al grupo más liberal –si se puede calificar de algún modo– dentro del PC, que corresponde a la generación más joven, los que hace rato están tratando de impulsar la modernización de un partido cuya cúpula sigue aferrada a la concepción ideológica de la época de la Guerra Fría, como si el mundo no hubiera cambiado. Antes fue Teillier, hoy son Carmona y Jadue.
En la otra vereda, la patrulla juvenil, encabezada por Cariola, Vallejo, Orellana –que repitió el famoso “por qué no te callas” a Carmona–, y la propia Jara, han tenido un rol protagónico dentro del Gobierno de Boric y hoy impulsan una campaña con altos grados de pragmatismo, flexibilidad ideológica y búsqueda de acuerdos. Y, claro, Lautaro Carmona –que nunca colaboró con este Gobierno– sigue pensando que el PC debe ser fiel a sus principios de los años ochenta.
Una mala señal para el caso hipotético de que ganara Jara, porque si el Partido Comunista es capaz de verbalizar su incomodidad hoy, sin importarle el daño a su propia candidata, imaginemos cómo podría ser en caso de que Jeannette estuviera en La Moneda. Después de todo, no hay peor astilla que la de tu propio palo.
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