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El enfoque autocrítico del Informe de Política Monetaria Opinión

El enfoque autocrítico del Informe de Política Monetaria

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Esteban Céspedes Boric
Por : Esteban Céspedes Boric Departamento de Filosofía, Universidad Católica del Maule / Coinvestigador del proyecto FONDECYT #1241630, “Problemas filosóficos del modelamiento del tiempo en economía”
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El reciente Informe de Política Monetaria del Banco Central (IPoM), que aborda el aumento del desempleo y ofrece una explicación causal del mismo, ha generado, como era de esperar, reacciones algo exageradas en cuanto a su interpretación y a sus consecuencias.


El reciente Informe de Política Monetaria del Banco Central (IPoM), que aborda el aumento del desempleo y ofrece una explicación causal del mismo, ha generado, como era de esperar, reacciones algo exageradas en cuanto a su interpretación y a sus consecuencias, especialmente por la relevancia que le otorga a la Ley de 40 horas y al aumento del salario mínimo.

Pero el análisis más fundamental es el que se encuentra en la minuta técnica elaborada por Elías Albagli y colaboradores, y citada con frecuencia en el informe. Esta permite ahondar más allá de las interpretaciones simplistas. Mientras las posturas tendenciosas se pierden en dogmas irrelevantes, la minuta permite un análisis más cuidadoso y deja claras las dificultades de las propias herramientas utilizadas para obtener estas conclusiones.

La minuta en cuestión da un ejemplo de transparencia metodológica; es clara sobre los sesgos inherentes a cualquier modelo económico. Nos recuerda que las conclusiones están condicionadas por la estructura del modelo elegido, la limitación de los datos y por la complejidad de las variables que influyen en el mercado laboral. La generalización de los resultados, en particular cuando se busca cuantificar efectos agregados, es siempre un desafío, y la minuta lo reconoce.

En la primera parte de su análisis cuantitativo, el estudio indica que sería posible detectar una influencia causal entre el aumento de los costos laborales asociados a la leyes recientemente aprobadas y el desempleo. Pero al analizar la metodología de fondo en este paso (por ejemplo, el trabajo de Dustmann y colaboradores que se cita como referencia), el análisis parece indicar correlaciones fuertes más que un vínculo causal.

La distinción clásica entre correlación estadística e influencia causal es clave: una correlación solo muestra que hay cambios en una variable que ocurre junto con cambios en otra, es decir, muestra “diferencia en diferencia”; la causalidad establece que uno de esos cambios influye (directa o indirectamente) en el otro cambio. 

Si bien en esta primera parte no se ve mucho más que una correlación entre la promulgación de las últimas políticas laborales y el desempleo, la minuta sostiene que sí habría una relación causal entre los costos laborales considerados y el empleo. Al comparar los datos del mercado laboral formal con datos del mercado no afecto a la restricción del salario mínimo, se ven diferencias marcadas en la participación laboral entre los dos grupos.

Con esto, los autores buscan confirmar el siguiente condicional contrafáctico: “Sin las nuevas políticas laborales no tendríamos tal aumento en el desempleo del mercado formal”. Este tipo de contrafactuales indica generalmente un influjo causal, pero no es el caso aquí. Un enunciado así no sería confirmable mientras no sea generalizable a otros casos, es decir, a estructuras más amplias de variables. Así, la minuta admite que el resultado obtenido de dicha tendencia no sería generalizable a todo el mercado laboral.

Para superar este problema y buscar una generalización, la minuta recurre a métodos más robustos en la segunda parte del análisis cuantitativo. Utiliza la metodología de los modelos de vector autorregresivo estructural (SVAR), un enfoque que, en principio, sí permite distinguir con más seguridad la correlación de la causalidad.

También se apoya en un modelo de equilibrio general neokeynesiano (XMAS) que, al igual que el SVAR, requiere de supuestos estructurales específicos para funcionar. Es aquí donde surgen las preguntas metodológicas más inquietantes.

Primero, ¿es correcto que una institución como el Banco Central base sus diagnósticos en una metodología neokeynesiana para efectos de corto plazo? El XMAS, parte de tradición neokeynesiana, es considerado como un análisis amplio y usualmente más útil para explicaciones de largo plazo. Si bien es adecuado para la anticipación de los impactos de políticas económicas, esto no necesariamente le da credenciales para sostener explicaciones causales en periodos cortos. Y para políticas laborales, el rango de dos años del caso bajo estudio es corto plazo.

Segundo, la noción de equilibrio general es, por sí sola, una simplificación que ha sido objeto de extensos debates en metodología económica, particularmente con respecto a su función explicativa. Entre otros desafíos, las funciones de equilibrio general deben resistir a los problemas de unicidad y de la dependencia de la trayectoria.

Otra cuestión más amplia, aplicable también al método XMAS pero principalmente al SVAR, es que la elección de variables en los modelos estructurales causales es siempre crucial y puede influir en los resultados. Si bien es innegable que la reducción de horas y el aumento del salario mínimo influyen de alguna u otra forma en el empleo, ¿realmente nos permiten estas metodologías generalizar el impacto agregado que busca la minuta del grupo de Albagli?

Hay quienes han dicho que el IPoM confirma la derrota de las políticas laborales que se han estado implementado el último tiempo. Otras personas han afirmado que la reducción de horas laborales no debería ser considerada una causa relevante. Son ejemplos de las reacciones algo exageradas que mencioné al comienzo. Pero esto no quiere decir que no puedan tener un sustento teórico aparte de lo planteado por el informe.

De todas formas, son hasta aquí interpretaciones politizadas y nada en la minuta implica ninguna de estas tesis. Más bien, la minuta plantea y sustenta rigurosamente ciertas hipótesis causales, atendiendo muy bien a anticipar los problemas metodológicos que podrían surgir en su interpretación. Es posible que, al no mantener el mismo espíritu crítico de la minuta, el informe como tal haya dejado el espacio abierto a los problemas interpretativos que se han generado, avivando lo tendencioso de las opiniones políticas. 

El debate en esto es necesario. La minuta técnica lo admite; el informe mismo, no tanto. Pero la discusión no debe centrarse únicamente en las conclusiones del informe, sino también en las elecciones metodológicas que las sustentan. Es importante plantear que estas son debatibles. Y los mismos especialistas del Banco Central están de acuerdo en reconocerlo.

El trabajo de Albagli y su grupo es elogiable al hacer esta reflexión y nos deja con una serie de preguntas cruciales sobre el desafío de elegir herramientas metodológicas, tanto en este caso como en el análisis económico en general.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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