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Entendiendo a los indiferentes Opinión Archivo

Entendiendo a los indiferentes

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Guido Romo Costamaillère
Por : Guido Romo Costamaillère Director de Encuestas y Opinión Pública Gemines Consultores
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Fomentar un interés genuino en la política no es solo tarea de los políticos; es una responsabilidad compartida que puede dar lugar a un cambio cultural significativo, donde cada voz cuente y sea escuchada.


Desde las decisiones más pequeñas y personales hasta las políticas que afectan el destino de miles de personas, la política es una realidad ineludible en la sociedad humana. La calidad del aire en las ciudades, la educación de los hijos, la atención médica disponible y hasta la seguridad en las calles son afectadas por decisiones políticas. Sin embargo, muchas personas prefieren no involucrarse y dicen que “no les interesa la política”.

Como estas decisiones son inevitables y necesarias, al no existir una clara distinción entre política partidaria y políticas públicas y la manera en que se relacionan en la trenza indivisible que las une, cada persona que no participa y se declara “apolítica” está dejando que otros decidan por ella, ya que la política se percibe como algo ajeno a la vida cotidiana.

Idealmente, una sociedad tiene la responsabilidad de cultivar un clima donde la política sea vista como una herramienta para el cambio y no como un obstáculo. Para ello, el primer paso es reconocer que la indiferencia tiene un costo y que todos, sin excepción, tienen un papel que desempeñar en el tejido político de su comunidad y país.

Al final del día es esencial recordar que la política afecta a cada uno de nosotros. La falta de interés no elimina su influencia en nuestras vidas, pero participar activamente permite construir el futuro.

Una de las principales razones de la indiferencia es la desilusión y desconfianza en el sistema político y especialmente en sus actores. Cada vez más los ciudadanos sienten que sus voces no son escuchadas y que los políticos anteponen sus intereses personales a los de la gente y que hay una enorme diferencia entre los discursos de campaña y lo que realmente hacen una vez electos. Este desencanto lleva a la apatía, debido a la cual las personas deciden no involucrarse en un sistema que consideran corrupto y sobre el que no tienen control alguno.

Se suma a ello la falta de educación política, ya que gran parte de la ciudadanía desconoce cómo funciona el sistema y se sienten incapaces de influir en él, lo que perpetúa la desconexión y no existe un correlato entre lo que se espera del sistema político con lo que este realmente puede entregar.

Al no participar, ciertos grupos quedan subrepresentados, lo que lleva a un sistema que no responde a las necesidades de todos. Esto puede exacerbar desigualdades sociales y económicas, generando una crisis de legitimidad en los gobiernos electos, especialmente cuando la participación electoral es baja, y a presionar la búsqueda de soluciones por fuera del marco democrático.

Frente a este panorama, es vital crear estrategias que fomenten la participación entre quienes se sienten alejados. La educación cívica es fundamental y es necesario invertir en programas educativos que enseñen a los jóvenes la importancia de su voz en el sistema político. Además, es esencial crear espacios inclusivos para el diálogo donde se practique la conversación respetuosa sobre política, desmitificando el tema y acercando a la ciudadanía.

Simplificar la información política es crítico. Al proporcionar resúmenes claros y gráficos visuales sobre políticas y su impacto, se puede generar mayor comprensión y acercar a los ciudadanos a un proceso a menudo percibido como complejo. Además, mostrar ejemplos de cambios reales logrados por participación activa puede ser un fuerte motivador para quienes están desmotivados, inspirando una mayor implicación.

Cultivar una conexión entre la ciudadanía y el proceso político es esencial. La participación activa no solo permite que las personas influyan en su entorno, sino que también fortalece la democracia. Este camino hacia la inclusión política requiere un esfuerzo conjunto, donde la sociedad, las instituciones y los individuos trabajen para transformar la indiferencia en compromiso.

Fomentar un interés genuino en la política no es solo tarea de los políticos; es una responsabilidad compartida que puede dar lugar a un cambio cultural significativo, donde cada voz cuente y sea escuchada.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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