Opinión
Cinismo y lujo en Chile
¿Están dadas las cosas hoy día en Chile para el florezca el Cinismo? ¿Podría decirse que somos una sociedad que aspira al lujo y que, por lo menos una parte de sus habitantes, viven vidas absortas en el lujo? ¿Somos más atenienses que espartanos?
Uno. El cinismo es una actitud y forma de conducta, un rasgo de personalidad, que se declara escéptica frente a la verdad objetiva. Ni las ciencias, la filosofía, y menos aún el periodismo puede reclamar para sí objetividad. El cínico desconfía de la autoridad en todo el rango de sus manifestaciones. Lo más probable es que una persona cínica sea atea porque rechaza la autoridad divina. La persona cínica es radicalmente individualista. La imagen que proyecta es la de una persona misantrópica e hipercrítica que sospecha de toda conducta humana por estar motivada por el interés propio. No puede existir, por tanto, un bien común pues todo se reduce al interés personal.
Junto con este rechazo de la autoridad la persona cínica demanda para si una libertad irrestricta. Los cínicos son libertarios que denuncian a quienes afirman tener y respetar el interés del público. No trepidan en emplear la insolencia para desenmascarar esa deshonestidad. Esto se dirige principalmente en contra de los políticos porque en su actividad solo buscarían obtener una ganancia personal.
En una columna reciente, Guillermo Pickering anota el devastador efecto que ha tenido el cinismo entre nosotros. Ha instalado “la normalidad de la mentira, la indiferencia ante la corrupción y la renuncia a la verdad como horizonte”. Y luego afirma: “el único antídoto es devolver a la política su dignidad moral: no como ornamento, sino como condición de posibilidad de la vida en común. En tiempos de cinismo, recordar que la política puede ser un acto de servicio es un gesto revolucionario.”
Dos: Hay que distinguir entre el cinismo como actitud personal ante la vida y el Cinismo como filosofía moral. Históricamente el Cinismo corresponde a una escuela formada por un grupo de pensadores que crecen al amparo y sombra de Sócrates y Platón. En Grecia, en los siglos IV y III AEC encontramos a Antístenes, el fundador de la escuela, a Crates y a Diógenes de Sinope. Este último, que nace circa 412 AEC, es el más conocido de ellos. Platón lo describe como un “Sócrates delirante”.
A pesar de su devoción por lo natural, Diógenes vive en ciudades (Corinto en verano, Atenas en invierno) pero se aparta de las convenciones que permiten la existencia de una vida ciudadana. Esas convenciones inhiben nuestra libertad de expresarnos en el tipo de vestimenta que usamos, en lo que comemos, en nuestras funciones biológicas intimas, incluidas las sexuales que por convención, y no por naturaleza, se realizan en privado. Por su desvergüenza corresponde que se les llamara “perros” o “canes” (del griego kuon).
Un ejemplo de Cinismo moderno es Hobbes. Concibe un estado natural en que todos los individuos son libres y donde reina la libertad que Hobbes define como una total ausencia de interferencia. Los residentes de ese estado tienen derechos y pueden mantener relaciones contractuales. Tienen el deber natural de cumplir la obligación moral de cumplir lo prometido, pero sus derechos son más fuertes que sus deberes de cumplimiento, lo que conduce a una guerra de todos contra todos. El pesimismo de Hobbes tiene una solución optimista, pues piensa posible el establecimiento de una autoridad política fuerte para asegurar la confianza social y una convivencia justa. Con el Leviatán disuelve su Cinismo.
Un ejemplo de Cinismo contemporáneo es la mentalidad grafitera. Diógenes proclamaba la pobreza y desfiguraba o falsificaba metafóricamente el dinero. El grafitismo es una actividad artística que no busca dinero como recompensa. Es arte libre, individualista, insolente y sin compromisos. Hay quienes lo consideran como arte puro. Los grafiteros compran sus propios pinceles y pintura, no están interesados en la preservación de su obra. ¿Qué los motiva?
Tres. En un Agregado al parágrafo §195 de su Filosofía del Derecho, Hegel desarrolla una crítica radical a Diógenes y su estilo de vida en totalidad. La Escuela Cínica afirmaba su independencia y se decía partidaria de la vida libre sin importar el entorno social. Hegel apunta en contra de la libertad que defiende el Cinismo. “El Cinismo fue solo un producto de la existencia social ateniense”. Diógenes y sus discípulos no eran, en verdad, individuos independientes, sino solamente “el producto insolente del lujo”. Hegel completa su argumento: “Cuando el lujo alcanza un grado tan alto, la miseria y la depravación llegan a ser igualmente extremas. El Cinismo nace como oposición al refinamiento” (§195).
Hay que pensar que el Cinismo nace en Atenas y no en Esparta. Atenas es una ciudad liberal abierta al comercio exterior y a la circulación del oro. Esparta prohíbe el uso del oro y de la plata para evitar el lucro y fomentar la disciplina. La ciudad parece un austero campamento de guerra. No son circunstancias que permitan el estilo de vida y pensamiento elegido por Diógenes.
Cuatro. ¿Están dadas las cosas hoy día en Chile para el florezca el Cinismo? ¿Podría decirse que somos una sociedad que aspira al lujo y que, por lo menos una parte de sus habitantes, viven vidas absortas en el lujo? ¿Somos más atenienses que espartanos?
He vivido lo suficiente como para recordar la vida en Chile a partir de la presidencia de Juan Antonio Ríos. Existían por ese entonces leyes suntuarias que prohibían la circulación de Mercedes Benz o BMW. En las casas no se podía ofrecer whisky escocés o cognac francés, salvo el comprado de contrabando. La ropa que se vendía era toda de hechura nacional. Mis compañeros de colegio más pudientes viajaban a Buenos Aires para vestirse mejor.
También recuerdo el 2 de abril de 1957, cuando se voltearon y quemaron un par de carros, y se destruyeron los faroles y bancos de la Plaza de Armas. Hubo más de veinte muertes que lamentar, pero el centro de la ciudad todavía era reconocible días después y, por supuesto no había grafitis por ningún lado. Una de las consecuencias fue que la avanzada neoliberal de esa época, la Misión Klein-Saks, que recomendaba el libre comercio internacional y la derogación de leyes suntuarios, tuvo que batirse en retirada.
Pero hoy día es distinto. El neoliberalismo triunfa en 1973 y el lujo se desborda. Si la Escuela Cínica tiene seguidores hoy en día, estos podrían ser los insolentes libertarios o también sus parientes pobres, los grafiteros. Si tomamos en cuenta a Hegel podríamos encontrar aquello que motiva negativamente a estos últimos: el lujo y el refinamiento inalcanzables. Habría que ver en ellos no solo a los héroes del individualismo que proclama Ayn Rand, sino también a pobres diablos descarados que se topan con la barrera infranqueable del lujo y se lanzan contra él buscando falsificarlo o desfigurarlo.
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