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Ciencia y Conciencia Antártica: a propósito de la desinformación Opinión

Ciencia y Conciencia Antártica: a propósito de la desinformación

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Marcelo Astorga
Por : Marcelo Astorga Sociólogo Dr. en Ciencias Sociales Universidad de Chile Proyecto Nodo Antártico
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La Antártica guarda en su hielo siglos de historia; capas que contienen la memoria del planeta.


Hace unas semanas, el Nodo Laboratorio Natural Antártico presentó la charla Antártica Fake, dedicada a analizar la desinformación que circula sobre el Continente Blanco. En una era donde una imagen manipulada o un video falso puede difundirse millones de veces antes de ser desmentidos, educar en pensamiento crítico se vuelve tan esencial como aprender matemáticas o biología.

Sin embargo, no basta con decirle al público qué es falso o verdadero. Es necesario fomentar el pensamiento crítico, ya que conocer exige un esfuerzo intelectual. Invitar a pensar puede, incluso, causar dolor pues, como recordó Bourdieu, “el hecho científico se conquista contra la ilusión del saber inmediato”. Esto implica ir más allá de la primera impresión: formular preguntas, identificar y distinguir fuentes, comprender el contexto de lo que leemos y cuidar la calidad de lo que compartimos y sus consecuencias. En este proceso entra en juego algo más profundo que la ciencia en su sentido tradicional: la conciencia.

Las ciencias sociales también son ciencias. No estudian la materia –ni galaxias ni moléculas– sino fenómenos de la conciencia. Su particularidad y también su paradoja es que trabajan con “objetos” que sienten, piensan, hablan, actúan: los seres humanos. Nuestro laboratorio está en las calles, en las aulas, en las conversaciones donde se construyen significados y realidades compartidas.

Uno de los hallazgos más reveladores de la Encuesta Nodo Antártico 2025 es que más del 70 % de los habitantes de Punta Arenas declara no participar en actividades vinculadas con la Antártica. Además, se constató que más del 70 % del Circuito Histórico Antártico está deteriorado: hitos rayados, señaléticas ausentes y una preocupante desapropiación de la memoria antártica en el espacio público. No obstante, la misma encuesta indica que más del 83 % de los habitantes apoya la construcción del Centro Antártico Internacional (CAI), con la esperanza que impulse la ciencia, el empleo, el turismo y el orgullo local, proyectando a Punta Arenas como un referente internacional. Estos datos revelan el mapa de una conciencia en formación: una sociedad que desea sentirse parte del relato antártico, pero que aún no encuentra los puentes para lograrlo.

Las ciencias sociales ayudan a comprender cómo se forma esa conciencia colectiva. Nos recuerdan que la “realidad” es una construcción social. Lo que vemos y creemos depende de nuestra condición de sujetos en relación con nuestras historias y circunstancias. Por ello, fortalecer la “conciencia antártica” no se trata de una campaña de marketing, sino de un proceso de apropiación simbólica y cultural.

Durante el Festival, los participantes de la charla Antártica Fake preguntaban con genuina curiosidad qué era cierto y qué no. El objetivo no era ridiculizar creencias, sino mostrar cómo se construyen y por qué son tan persistentes. Las fake news no son simples mentiras: son relatos seductores que apelan a la emoción y al sentido de pertenencia. Por ello, combatirlas no solo consiste en verificar datos, sino educar culturalmente.

Las ciencias sociales permiten comprender cómo circula la información, cómo operan los discursos de poder y cómo se construye confianza –o la desconfianza– en las instituciones. Y nos recuerdan algo esencial: la desinformación prospera donde hay vacío de sentido y pertenencia. 

La Antártica guarda en su hielo siglos de historia; capas que contienen la memoria del planeta. También la humanidad está hecha de capas: memorias, gestos y afectos que se sedimentan en el tiempo. Comprender la Antártica exige también la mirada de las ciencias sociales, capaces de leer esas dimensiones humanas del territorio. Dar espacio a esta reflexión es reconocer que la Antártica no solo se estudia, también se construye culturalmente. Ciencia y conciencia antártica son inseparables: una explica el mundo, la otra le da sentido. Y quizá ahí resida la tarea más urgente: construir una conciencia capaz de cuidar lo que la ciencia revela. Porque lo que hagamos con la Antártica, lo hacemos con nosotros mismos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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