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Fondecyt: el fetichismo de la cobardía Opinión

Fondecyt: el fetichismo de la cobardía

Alberto Mayol
Por : Alberto Mayol Sociólogo y académico Universidad de Santiago
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Tras años de la hipótesis del peso de la política en Fondecyt, enunciada en pasillos, cenas, oficinas, ningún investigador había dado un solo paso en la dirección de falsar o confirmar la hipótesis. Junto a Javiera Araya decidimos avanzar en esa línea. ¿La reacción de los científicos en público? Negar los resultados y declarar ‘no científica’ nuestra conducta. ¿La reacción de los científicos en privado? Muchos correos felicitándonos, elogios en las reuniones, planteando la gravedad de lo sucedido y señalando la necesidad de una acción científica conjunta.


He publicado en este medio, junto a Javiera Araya, un informe público sobre la hipótesis de la influencia de variables políticas en los resultados de adjudicación de Fondecyt regular. Ha recibido varias críticas públicas, que son correctamente sintetizadas por una columna de Maillet. Son dos acusaciones sencillas las que se nos señalan (me refiero a que son dos acusaciones las que se pueden señalar como científicas):

  1. Se nos acusa de insuficiencia de los resultados, dado el carácter primario del diseño metodológico: ¿nuestra respuesta? Es cierto.
  2. Se nos acusa de proveer una hipótesis absurda, esto es, la posible influencia de los ciclos políticos en la adjudicación de concursos tomando como unidad de análisis las instituciones universitarias: ¿nuestra respuesta? Es cierto.

¿Deriva de lo anterior algo importante? Es decir, ante la certeza de ambas acusaciones, ¿es posible desconocer la existencia de un fenómeno? ¿Y es posible sostener la ausencia de una conducta científica sobre el objeto? Ciertamente no. Lo que demostraré brevemente, al principio, es que el reporte es científico y que posee un fenómeno que debe ser explorado en detalle. Luego argumentaré por qué veo fetichismo y cobardía, que está en el título de la columna.

Frente a este este escenario, de airadas reacciones contra el informe, solo puedo decir que hay una (y solo una) reacción científicamente fundamentada: asumir que la hipótesis construida, sobre un posible vínculo entre procesos políticos y el cambio en la probabilidad de adjudicarse un Fondecyt por parte de la institución albergante, tiene datos que permiten mantener la hipótesis para siguientes etapas de investigación. La hipótesis nula subyacente claramente no ha sido confirmada, que es lo mismo que decir que se puede seguir investigando.

¿La hipótesis es absurda? Lo es. Pero no es mía, es la conversión en H1 de un argumento que he escuchado desde hace años, emitido por rectores, decanos, directores, académicos en general, investigadores y hasta estudiantes: han dicho que operan criterios políticos en Fondecyt. La mayor parte de las veces es esgrimida en tiempos de derrota, debo decir, lo que me generó por años mucha sospecha. Pues bien, resulta que por primera vez hay unos datos mínimamente procesados para decir algo al respecto. Pero hay incomodidad, silencio y alguna respuesta ácida desde la crítica. Lo que no hay es la conducta del investigador que, si le interesa el tema, intenta entrar en él.

A continuación describo lo que podría ser la reacción científicamente pura frente a los datos vistos en nuestro informe. Si me equivoco respecto a esto, pido que me corrijan.

Una reacción normal frente a este informe debiese ser: 1) valorar el paso desde la doxa a la episteme, esto es, de haber transformado conversaciones donde se postula una tesis sin pruebas, a un examen de datos; 2) considerar que los resultados son llamativos y revelan que, en principio, habría una influencia política en las adjudicaciones a nivel de instituciones; 3) señalar la necesidad de proveer más datos para examinar las distintas dimensiones del fenómeno y apreciar si hay alguna explicación razonable para el comportamiento anómalo de los datos vistos (es decir, si hay una variable interviniente que explique lo que se aprecia en los datos y que termine por desmentir que haya realmente criterio político); 4) eventualmente (si tiene tiempo, ganas y está dispuesto a mover un dedo sin financiamiento Fondecyt) realizar el trabajo de recopilar y construir nuevos datos, diseñar nuevos procesos, ampliar la hipótesis hacia nuevas direcciones sobre la no neutralidad de los fallos en la adjudicación de fondos científicos; para luego 5) generar un paper e informar además a sus colegas de los resultados a tiempo.

En resumen, ¿los resultados son insuficientes? Pues bien, señor(a) científico(a), si le parece importante el tema (una posible politización en las adjudicaciones), haga algo mejor que criticar la noticia de un diario y sistematice nuevos datos. Y claro, si “la hipótesis es absurda”, haga algo simple: vea si los resultados se comportan como la hipótesis absurda predice, en cuyo caso puede usted calificar los resultados de sorprendentes y proceda entonces (llegamos a lo mismo) a evaluar científicamente los datos. Si un resultado empírico (esto es, de primera clase) no calza con los conceptos que usted porta, evalúe si los datos no son buenos o cambie de concepto. Pero no niegue los datos porque ‘no le hacen sentido’. La lógica y la empiria nunca han tenido una relación tan sencilla. Es cosa de ver la historia de la filosofía del conocimiento (es la discusión entre racionalismo y empirismo).

El conjunto de reacciones que han emergido (y alguna variante más liviana) es la única ruta científicamente razonable para abordar lo publicado por mí y Javiera Araya. La reacción, en cambio, ha sido la denostación pública y el elogio privado (muy parecido a la estrategia del polizón en la teoría de la acción colectiva, habrá que decir, aunque no me gusta del todo ese marco teórico).

Hay personas que se han pronunciado públicamente que, incluso, confiesan en privado no querer tener problemas con la institucionalidad. ¡Y mientras se comportan asumiendo el carácter cierto de la hipótesis, la niegan con su boca! ¿La razón? Simple, esos investigadores quieren evitar consecuencias específicas (una reacción parcial desde Fondecyt), aunque son ellos mismos los que dicen que esa consecuencia no podría acontecer realmente porque el proceso es neutro.

[cita tipo=»destaque»]Preferimos tener la valentía de enfrentar la denostación (pero aportar a mejorar los procesos de evaluación científica), en vez de quedarnos parapetados con nuestros datos hasta que la publicación académica diga que tenemos derecho a hablar. Somos ciudadanos antes que investigadores. ¿Es un pecado? Que yo sepa, al bueno de Moisés nada le dijeron al respecto.[/cita]

El mejor ejemplo es el de Maillet, la crítica con mayor profundidad hecha hasta ahora. Su columna, cuyo título demanda “un poco de seriedad por favor”, señala dos cosas: que la pregunta de investigación es adecuada y que la hipótesis es absurda porque opera sobre instituciones a pesar de que el proyecto se adjudica por personas. Pues bien, Maillet transforma en un error de la investigación un problema del objeto: no se puede reconstruir con los datos existentes la perspectiva política de los investigadores, no hay bases de datos que permitan operar de un modo distinto a las instituciones. Es como si el físico dijese: dado que no tenemos reportes de datos empíricos a cierta distancia en el universo, no debemos construir ninguna hipótesis al respecto. Adiós teoría del Big Bang.

Ante ello, el científico Maillet prefiere que el investigador guarde silencio y se retire a sus aposentos ante la imposibilidad de avanzar frente al objeto estudiado. Maillet no se conforma con la invitación indirecta al silencio y avanza hacia él con decisión: argumenta que, considerando cómo funciona el proceso de Fondecyt, la hipótesis es absurda. Coincido con ello. La hipótesis con la que trabajamos (politización de Fondecyt) se nos planteó por terceros y nuestra posición fue “no va a salir nada en los resultados” y “es imposible investigarlo con los datos existentes, precisamente porque son institucionales”. Pero en vez de quedarnos sentados tomando un café, decidimos igual construir un pequeño método (la construcción de clivajes institucionales con sentido político) y aplicarlo a la base de datos. Salió algo interesante.

Según Maillet, Javiera y yo debiésemos haber enterrado los datos porque estábamos desconociendo el mecanismo como funciona Fondecyt. Para la risa: la sospecha de los científicos es que Fondecyt pueda estar funcionando en un lugar distinto (la política) a su mecanismo (el criterio científico). Pero Maillet lee el proceso formal de Fondecyt y, con el espíritu de sospecha atrofiado, pasa de investigador a burócrata y argumenta: Fondecyt no funciona así.

Habrá que informarle que nuestro argumento no es la microfísica sobre cómo opera la institucionalidad. Nuestro argumento es que, sea como sea que opera, hay unos resultados preocupantes que favorecen la posibilidad de una influencia de la política externa nacional en el reparto de adjudicaciones a Fondecyt regular, una especie de ley de cuotas en la operación. Como si ningún investigador haya pensado o dicho algo nunca en referencia a posibles cuotas.

No es mi interés en esta columna defenderme. Solo invitar a algunos de mis colegas investigadores a que salgan del fetichismo y de la cobardía. Y es que las respuestas que he recibido no hablan bien al respecto. He visto en cientos de ocasiones informes estadísticos donde se usan técnicas multivariadas innecesarias, solo para lucir algo más de calidad. Pero ese fetichismo es premiado, no castigado. Hacer algo inútil, pero que pinta bien, es publicidad, no investigación. Pero la premiamos. Es el fetichismo del uso cuantitativo hasta el hartazgo.

¿El procesamiento es insuficiente? Pues bien, entonces el investigador interesado me puede pedir la base de datos o se construye la suya y aporta con algo (de la base solo me llegó una petición). Eso es científico. ¿Es científico decir que la existencia de regularidades en el movimiento de los datos de Fondecyt solo puede ser considerado una coincidencia porque no responde a la lógica del proceso de selección? Es decir, para Maillet si una hipótesis es absurda, con un procesamiento de datos absurdo, pero que muestra resultados con regularidades que se sostienen inductivamente, entonces se debe desechar la investigación a pesar de que haya evidencia en favor de la hipótesis absurda (no entraré en detalles, pero le sugerimos leer a Kuhn y Lakatos).

Ese es el argumento de Maillet. Es un argumento de burócrata: si la ley dice que es igual para todos, pero a los pobres se les condena en tribunales más que a los ricos, es una simple coincidencia. No puede ser cierto porque la ley ya dice que es igual para todos. Vaya cosa. Este argumento no lo validaría, no digo Popper, digo Hume (para explicitar el punto, digo que ese argumento no supera el siglo XVIII).

Entonces, cuando se dice que se requieren mejores datos, tienen razón. Y estamos en eso. ¿Por qué lo dimos a conocer antes? Simple. Hace poco hubo una polémica científica sobre una investigación sobre muerte de ballenas en el sur. Gran parte de la polémica es que hubo actitudes investigativas como no dar a conocer el problema a las autoridades y a la prensa porque querían esperar (quienes hicieron el estudio) que estuviese publicado en una revista importante, evitando así la interferencia de otros investigadores. Eligieron la ciencia en contra de la sociedad.

Pues bien, nosotros nos demoraremos cinco o seis meses en tener esta investigación terminada y eso depende de nuestra capacidad para proveernos de los recursos necesarios (no tiene financiamiento). Pero ni bien empezamos, ya apareció algo importante. Y justo en las mismas semanas, había una serie de protestas a Conicyt. De hecho, esta entidad recién ayer tuvo una nueva máxima autoridad. Más aún, en 4 años ha habido cambio 4 veces en su cargo principal. Y algunos de ellos, al salir, señalaron su frustración por la influencia política sobre el órgano. Pero bueno, supuestamente la actitud científica debiese ser «debemos informar a esas autoridades que es imposible que hayan vivido problemas con la política, porque la institucionalidad garantiza la total autonomía de Conicyt».

Decidimos hacer público el primer examen de la cuestión justamente por lo anterior. Nos parece valioso, pertinente y preferimos tener la valentía de enfrentar la denostación (pero aportar a mejorar los procesos de evaluación científica), en vez de quedarnos parapetados con nuestros datos hasta que la publicación académica diga que tenemos derecho a hablar. Somos ciudadanos antes que investigadores. ¿Es un pecado? Que yo sepa, al bueno de Moisés nada le dijeron al respecto.

He hablado de cobardía. La hipótesis de la existencia de algún criterio político interviniendo en Fondecyt no es mía ni de Javiera Araya. Durante años la he escuchado de muchos investigadores. Incluso en la polémica de 2015 sobre Fondecyt no firmé ninguna carta y no escribí nada porque me parecía inadecuado hacerlo sin tener una visión fundamentada sobre el asunto y porque me suele molestar el tono de ‘quiero dinero’ que exuda a ratos nuestra comunidad científica. Este año me comentaron que pasaba algo grave al respecto y me invitaron a una reunión.

Decidí que, si iba a asistir a la reunión, tenía que ver si podía sistematizar algunos datos, al menos. Y decidí abrir la ruta investigativa hasta donde fuera necesario, ocupando valioso tiempo de investigación en mi centro. En resumen, tras años de la hipótesis del peso de la política en Fondecyt, enunciada en pasillos, cenas, oficinas, ningún investigador había dado un solo paso en la dirección de falsar o confirmar la hipótesis. Junto a Javiera Araya decidimos avanzar en esa línea. ¿La reacción de los científicos en público? Negar los resultados y declarar ‘no científica’ nuestra conducta. ¿La reacción de los científicos en privado? Muchos correos felicitándonos, elogios en las reuniones, planteando la gravedad de lo sucedido y señalando la necesidad de una acción científica conjunta. He ahí otro fenómeno, cuyo nombre es sencillo y está en el título de esta columna. Yo seguiré creyendo que decir hipótesis conspirativas en un café es menos científico que cruzar una base de datos sencilla.

Por supuesto, estamos trabajando en realizar algo más que hacer unos cruces que son poca cosa, pero será lento. La base de datos de Fondecyt habla muy mal de nuestro interés científico como país: aceptamos no conocer públicamente los proyectos aprobados, aceptamos que se nos entregue un puntaje en fecha X para luego entregarnos la fundamentación de ello en fecha X+60 (en circunstancias que ese informe detallado debió fundamentar el resultado entregado en X) y el repositorio es extraordinariamente discreto, para decirlo de modo elegante. No hay información esencial en Fondecyt para hacer un trabajo más serio. Hemos pedido por ley de transparencia información, que de seguro llegará pronto.

En la conducta contra el informe hay fetichismo, porque se exige un despliegue de técnicas más espectacular. Es evidente que los simples cruces son poca cosa. Pero si la poca cosa dice algo importante, pues bien, la conducta es decir “queremos más investigación” y no “quédate callado”.

Entonces no es solo fetichismo. Además hay cobardía (pensando bien en la especie humana, pues en caso contrario podría ser complicidad). Y hay cobardía, porque la actitud derivada de la crítica de Maillet es simplemente cerrar el ciclo investigativo hasta que ‘alguien’ abstracto entregue datos más sustantivos, en vez de apoyar con el hecho de haber dado el primer paso en verificar o falsar la hipótesis. Y hay cobardía porque la columna termina en la crítica ‘ad hóminem’: si Mayol es un ensayista, que escriba ensayos y se retire de la investigación. ¿Qué tiene que ver ese argumento, justo al final, con la cuestión a tratar? ¿Se puede apelar a la ciencia mientras se ataca a un emisor de un mensaje por ser tal (o incluso un tal por cual)?

No solo es absurdo, sino idiota en el sentido estricto del término (digo, la conducta es absurda e idiota, no la persona que la emite). Habría que buscar un repertorio conceptual que explique la conducta de Maillet. Pero me cuesta. Solo viene a mi cabeza la aseveración freudiana respecto a que toda impertinencia, todo acto fuera de contexto, es simplemente deseo.

Lo cierto es que no me retiraré de la investigación ni creo que el género ‘ensayo’ para dar a conocer investigaciones sea inadecuado (por ejemplo de Marcel Mauss si así fuera). E incluso agrego que, salvando los razonables problemas de agenda de cualquier persona, cualquier investigador está cordialmente invitado a nuestro centro (CISEC) para hablar sobre cualquiera de los proyectos en que estamos trabajando. E incluso compartiremos con cualquiera que lo desee todas las bases de datos, entrevistas y materiales de nuestras investigaciones. Si tan solo nuestros investigadores que trabajan con fondos públicos cumplieran eso y estuvieran en la página de Fondecyt, la comunidad científica sería mucho más fuerte.

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