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                                Foto: AgenciaUNO
                            
                        Presupuesto 2026 se transforma en polvorín político
Con el Presupuesto 2026 atrapado por el clima electoral, Gobierno y oposición reanudaron negociaciones en Teatinos 120. La derecha exige recortes, nueva proyección fiscal y –en sintonía con la propia candidata oficialista– reponer la “glosa republicana”. Todas las miradas apuntan al ministro Grau.
El debate por el Presupuesto 2026 se ha convertido en un polvorín político con el reloj legislativo en contra. A menos de dos semanas de que el proyecto vuelva a la Cámara de Diputadas y Diputados, y con el plazo constitucional apretando, Gobierno y oposición abrieron –al fin– una ronda de negociaciones directas en el Ministerio de Hacienda, en medio de un ambiente marcado por la desconfianza, las tensiones internas y la sombra de la primera vuelta presidencial y la elección parlamentaria.
La escena se desarrolló la tarde de este lunes en Teatinos 120, donde el ministro de Hacienda, Nicolás Grau, recibió a los senadores Ximena Rincón (Demócratas), Javier Macaya (UDI), Rodrigo Galilea (RN), Luciano Cruz-Coke (Evópoli) y Sergio Gahona (UDI), todos integrantes de la Comisión Especial Mixta de Presupuestos. Fue el primer “cara a cara” desde el rechazo masivo de partidas del erario 2026, y el ambiente era todo menos distendido.
No obstante, al término de la cita, cerca de las 20:20 horas, Rincón –presidenta de la instancia– resumió el tono del encuentro: “Hemos tenido una larga reunión con el ministro de Hacienda, la ministra Segpres y la directora de Presupuestos, donde planteamos nuestras dudas respecto de ingresos y gastos. Creemos que es fundamental despejar esas dudas para avanzar hacia un presupuesto sostenible y que aborde las principales urgencias del país”, comentó la senadora, vía comunicado.
En esa línea, la legisladora confirmó que se acordó instalar mesas técnicas entre el Ejecutivo y la oposición “para discutir de manera transparente”. Pero la advertencia ya estaba sobre la mesa.
Horas antes de la reunión con el ministro Grau, la senadora Rincón recalcó —en diálogo con Radio Bío Bío— que la “falta de información” era el principal motivo detrás del rechazo de partidas y aseveró: “No nos pueden pedir a nosotros que recortemos gasto cuando ellos presentan un Presupuesto que es deficitario con recortes en áreas muy sensibles”.
También en la previa, el senador socialista José Miguel Insulza lanzó una interpretación sin rodeos sobre el trasfondo electoral de la crisis. “Esto empezó con la convicción de la derecha en general –todos ellos–, y recordemos que la enorme mayoría de los miembros del Senado que son de derecha apoyan la candidatura de Evelyn Matthei, entonces, esto es más bien Chile Vamos, que partió con la idea de que no había ninguna voluntad, ni del resto del Senado ni del Gobierno que presenta la ley, de entregarles un Presupuesto suficiente en caso de que ellos gobiernen”.
Eso, dijo Insulza en Al Pan Pan con Mirna Schindler, “se mezcló con las declaraciones de algunas instituciones, en el sentido de que el gasto del Presupuesto era excesivo y que realmente sería muy difícil mantener la situación económica del país con una deuda semejante. Y como no tenían muy claro qué hacer al respecto, lo que han hecho es dejar la discusión presupuestaria para después de la elección. Esa es la verdad: están esperando primero el resultado de la elección y luego discutir el Presupuesto. Pero esto es muy complicado desde el punto de vista técnico, porque el Presupuesto debe votarse en 13 días”.
Desde la vereda de los aludidos, el senador Galilea fue tajante y le respondió en otra entrevista al ministro Grau, quien el fin de semana declaró no tener claro qué es lo que busca la oposición: “Teníamos ciertas señales de que estas críticas, que eran inorgánicas, no necesariamente coherentes, se iban a expresar en un rechazo total y yo pensé que eso no iba a ocurrir. Pensé que era más bien un bluff“, dijo el secretario de Estado.
“Yo no blufeo con cosas tan importantes como el Presupuesto de la Nación. El país no ha cumplido sus metas fiscales en los últimos tres años y eso aumenta la deuda. Si el ministro Grau quiere politizar excesivamente esto, comete un error”, fue lo que respondió Galilea en el noticiero 24 horas, insistiendo en que “incluso parlamentarios oficialistas tienen reparos” y –previo a la reunión de este lunes con el mismo Grau– pidió “sentarse a negociar en serio”.
Cabe mencionar que, si el Congreso no aprueba el Presupuesto antes del 30 de noviembre, entra en vigor automáticamente el proyecto presentado por el Gobierno, tal como establece la Constitución. Sin embargo, eso implica que no se incorporan las modificaciones ni acuerdos logrados durante la discusión parlamentaria, lo que puede generar tensiones políticas y dificultades de ejecución en áreas sensibles. En la práctica, el Ejecutivo mantendría el control del erario, pero enfrentaría un escenario de alta conflictividad y cuestionamientos sobre su legitimidad fiscal y política.
Gobierno busca oxígeno
En el Ejecutivo el mensaje fue de calma y apertura. El ministro Grau y la vocera Camila Vallejo reiteraron casi a coro a la prensa que el proyecto mantiene “un aumento responsable del gasto social” y busca “reducir el crecimiento de la deuda sin desatender las prioridades ciudadanas”.
Aun así, el fuego cruzado también se desató dentro del oficialismo. La candidata presidencial Jeannette Jara (PC) cuestionó abiertamente la gestión del Presupuesto en Vivienda y apuntó sus dardos hacia La Moneda.
Aunque la partida de la cartera aumenta un 13%, reprochó que buena parte de esos recursos se destine al pago de deudas del Plan de Emergencia Habitacional, en lugar de mantener el ritmo de los subsidios habitacionales, especialmente en los programas DS-40 y DS-19.
“Me parece muy delicado, porque el país enfrenta una grave crisis de vivienda”, advirtió la exministra del Trabajo en un punto de prensa. “Esa crisis no se acaba con este Gobierno y, cuando asuma como Presidenta, quiero que siga reduciéndose y no ampliándose”, añadió, rechazando “por completo” los recortes en subsidios y el “traspaso de cuentas de un año para otro”.
Las críticas fueron compartidas por otros parlamentarios del oficialismo, que advirtieron que el aumento en la partida de Vivienda pierde sentido si gran parte de los recursos se destina a cubrir deudas pendientes. Desde el Congreso se señaló, además, que en regiones como Magallanes los fondos para viviendas sociales registran una fuerte caída, mientras que otras voces emplazaron al Gobierno a realizar un esfuerzo fiscal adicional para revertir los recortes y garantizar la continuidad de los programas habitacionales.
A esto se suma que la abanderada del oficialismo –que intenta marcar distancia de la etiqueta de “continuidad”– ha solicitado reponer la polémica glosa de libre disposición para el próximo Gobierno, también conocida como “glosa republicana”, que no se incluyó en el proyecto ingresado por La Moneda al Congreso.
Su postura, de hecho, converge con las principales demandas de la oposición. Entre los legisladores de centro y derecha se han definido tres condiciones mínimas para retomar la discusión: una nueva proyección de ingresos fiscales, una reducción del gasto público y la reposición de dicha glosa. De hecho, para eso es la mesa técnica acordada entre los senadores de oposición y Hacienda.
“Si alguien quiere rediscutir la glosa republicana, tiene que plantear de dónde sacar esos recursos”, sentenció Grau el 24 de octubre en entrevista con Diario Financiero.
Si no hay concesiones, en la oposición advierten que el Presupuesto “no pasa” y hasta amenazan con evaluar la responsabilidad política del ministro.
Posturas oficialistas
El Comité Político ampliado del oficialismo también puso el tema sobre la mesa. Desde el bloque más moderado –esta vez desde el Socialismo Democrático– se llamó a “desdramatizar” la “politización”, atribuyendo el conflicto presupuestario a un clima electoral normal previo a las presidenciales. Se señala que cada candidato tiene propuestas en la materia. Sin embargo, otros dirigentes –de la vereda del Frente Amplio– fueron más duros y cuestionaron la “actitud inexplicable” de la oposición, advirtiendo que su postura podría tener un impacto directo en las familias si no se anteponen las necesidades del país a los cálculos políticos.
Eso sí, parlamentarios de la coalición gobernante coinciden en que el rechazo opositor respondió más a una estrategia comunicacional que a una revisión técnica del proyecto, apuntando a que el rechazo total fue una maniobra para forzar una negociación.
Con reuniones técnicas ya agendadas, solo 13 días para votar el proyecto y la primera vuelta presidencial a la vuelta de la esquina, el debate presupuestario se transformó en un verdadero polvorín político. Entre cálculos fiscales, tensiones partidarias y disputas internas, la discusión por el erario nacional dejó de ser un tema contable para convertirse en el reflejo más claro de la pugna de poder que atraviesa hoy a todo el sistema político.
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