
Sopaipillas: del antojo invernal al legado cultural chileno
Con lluvia o sin ella, las sopaipillas son un clásico del invierno. Pero, ¿sabías que pueden aportar hasta 80 calorías por unidad y que su origen se remonta al mundo árabe? Aquí te contamos todo sobre este tesoro gastronómico chileno.
Cuando el cielo se nubla y el frío llega, hay un antojo que se repite en muchos hogares chilenos: las sopaipillas. Ya sea solas, con pebre, mostaza, queso o pasadas en chancaca, estas masas fritas elaboradas con harina y zapallo han trascendido generaciones, estaciones y regiones. Y aunque parecen tan nuestras, lo cierto es que su historia comienza muy lejos de los Andes.
De los árabes a las calles chilenas
Según explica el historiador y académico de la Universidad de Las Américas, José Pedro Hernández, las sopaipillas tienen raíces en el mundo árabe, donde se preparaban como un pan remojado en aceite conocido como “sopaipa”. Esta receta llegó a España durante la ocupación árabe en los siglos VII y VIII, y desde allí cruzó el Atlántico con los colonizadores españoles en el siglo XVIII. Ya en América, fue adaptada por diversas culturas: se convirtió en “torta frita” en Argentina y Uruguay, en “cachanga” en Perú, en “buñuelo” en Bolivia y “pireca” en Paraguay.
En Chile, sin embargo, las sopaipillas adquirieron identidad propia. Se les incorporó zapallo, ingrediente abundante en la zona central, y se desarrolló una receta que varía en forma, sabor y acompañamiento dependiendo de la región y la tradición familiar.
Eso sí, las sopaipillas varían notablemente según la región. Cambian los ingredientes y hasta la forma en que se sirven, porque existen al menos 5 a 7 tipos de recetas, con y sin zapallo. Su versatilidad ha permitido que cada zona del país tenga su versión propia, adaptada al entorno, los ingredientes disponibles y los gustos locales. Esta diversidad habla de la riqueza cultural y culinaria de Chile.
Pero quizás la reinvención más notable fue la creación de las sopaipillas pasadas, cocidas en un almíbar de chancaca especiado, un verdadero manjar invernal.

Créditos: Cedida
Las lluvias impulsan el consumo
El fenómeno no solo se siente en las cocinas caseras o en los puestos callejeros, sino también en el retail. Según cifras entregadas por Walmart Chile, durante junio de 2025 las ventas de sopaipillas aumentaron un 23% en comparación con el mismo mes del año pasado. Y si se compara una semana con lluvia con una sin precipitaciones, el alza es aún más drástica: las ventas se duplican, con un crecimiento promedio del 110%.
La tendencia se refleja especialmente en la Región Metropolitana, donde el incremento llega al 122%, y en la Región de Valparaíso, con un 98%. Ambas zonas lideran el boom de las sopaipillas, impulsadas por el clima invernal y el gusto por este alimento reconfortante.
El análisis de perfil de consumo también establece que el segmento socioeconómico C3 lidera con un 35% de las compras, seguido por C1B (23%) y C2 (21%). En cuanto a edades, el 50% de los compradores tiene entre 30 y 49 años, aunque sorprendentemente el mayor gasto promedio se observa en adultos entre 80 y 89 años, lo que confirma que el cariño por las sopaipillas es tradiciónal.
Con el auge de las redes sociales llenas de sopaipillas cada vez que llueve, surgen también preguntas sobre su valor nutricional. La profesora María Lorena González, académica de la Escuela de Alimentos de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, advierte que una sopaipilla seca de 50 a 60 gramos puede aportar entre 60 y 80 calorías, dependiendo de su tamaño y preparación. Y en una típica tarde invernal, no es raro que una persona consuma hasta cuatro.
“Las pasadas, al ser remojadas en chancaca, aumentan significativamente su aporte calórico”, detalla la especialista. No obstante, la académica señala que el verdadero problema no es el consumo ocasional, sino la frecuencia: “Si se comen esporádicamente, no habría restricción para personas sanas. Pero si su consumo es diario, deberían contabilizarse como una fuente de carbohidratos dentro de la dieta”.
Los ingredientes clave —harina, zapallo, manteca o aceite— aportan carbohidratos y lípidos. “Por eso no es que sean excesivamente calóricas en sí mismas, sino que depende de la dieta total de cada persona”, detalla.
¿Cómo hacer sopaipillas?
Para quienes se animen a preparar sopaipillas en casa, los expertos recomiendan:
Ingredientes:
- 2 tazas de harina sin polvos de hornear
- 1 taza de zapallo cocido y molido (camote o butternut, idealmente)
- 2 cucharadas de manteca (puede reemplazarse por aceite vegetal)
- 1 cucharadita de sal
- Agua tibia (cantidad necesaria, según lo que pida la masa)
- Aceite para freír
Preparación:
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Cocer el zapallo: Pela y corta el zapallo en trozos, hiérvelo hasta que esté muy blando. Escúrrelo bien (para evitar que la masa quede aguada) y muélelo hasta formar un puré liso.
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Formar la masa: En un bol grande, mezcla la harina con la sal. Agrega la manteca derretida o aceite y el zapallo molido.
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Amasar: Une los ingredientes, agregando agua tibia de a poco hasta lograr una masa suave, homogénea y que no se pegue a las manos.
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Reposar: Cubre la masa con un paño y déjala reposar unos 15-20 minutos.
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Formar las sopaipillas: Estira la masa con uslero hasta que tenga un grosor de 0,5 a 1 cm. Corta círculos con un vaso o molde (unos 8 a 10 cm de diámetro) y pincha cada uno con un tenedor en el centro (esto evita que se inflen demasiado al freír).
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Freír: En una olla o sartén profunda, calienta suficiente aceite (debe cubrir bien las sopaipillas). Cuando esté caliente (pero no humeante), fríe las sopaipillas por ambos lados hasta que estén doradas.
Ingredientes para la chancaca:
- 1 pan de chancaca
- 1 taza de agua
- Cáscara de naranja
- 1 palito de canela
- Clavo de olor (opcional)
- 1 cucharadita de vainilla (opcional)