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El salmón del Pacífico chileno se transforma en carta de presentación de Chile en Japón Alimentos

El salmón del Pacífico chileno se transforma en carta de presentación de Chile en Japón

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Tras décadas de colaboración entre Chile y Japón, el salmón del Pacífico nacional dejó atrás su rol de commodity para convertirse en un producto de alto valor en uno de los mercados más exigentes del mundo, donde hoy llega directamente al consumidor final y forma parte de la dieta cotidiana nipona.


Durante tres décadas, el salmón del Pacífico chileno ha pasado de ser un simple commodity de exportación a posicionarse directamente frente al consumidor japonés, con mayor valor agregado y presencia en las principales cadenas de retail. Japón no es un destino nuevo, pero sí el mercado donde esta transformación se expresa con mayor nitidez: lo que comenzó en los años 70 con la transferencia de conocimientos desde empresas japonesas a productores chilenos, hoy se traduce en una red consolidada de relaciones comerciales, culturales y gastronómicas. El producto nacional no solo está integrado a la mesa nipona: forma parte estable de su dieta cotidiana.

En los últimos años, la presencia de Chile en ese mercado cambió de manera estructural. “Ya no le vendemos solo a importadores o distribuidores, sino directamente a cadenas de supermercados y minoristas tradicionales. El producto chileno hoy está en la góndola, más cerca del consumidor final, y con un nivel de desarrollo mucho mayor: filetes listos para consumir, productos ready to eat, formatos adaptados al paladar japonés”, explican desde AquaChile.

Ese avance —agregan— no se debe a un aumento de volumen, sino a la diversificación de la cadena de distribución. “La penetración del salmón del Pacífico chileno es comprobable: si se suman las operaciones de retail locales con los registros de aduana, hoy el producto llega a más de 125 clientes directos en Japón, cuando antes eran cerca de 40”, detallan.
El fenómeno va más allá de una sola empresa. Más del 90% de la producción mundial de salmón del Pacífico proviene de Chile, lo que convierte al país en el principal origen global de este tipo de producto.

Una relación de largo plazo y orgullo nacional

Para las autoridades chilenas, Japón es un caso emblemático de integración de un producto con identidad nacional en un mercado altamente sofisticado. Desde ProChile destacan que “Japón se ha consolidado como un aliado estratégico para Chile, con una preferencia marcada por productos de alta calidad y trazabilidad como el salmón del Pacífico, el pescado favorito de las y los consumidores japoneses por su formato en filete y su disponibilidad. En un mercado que valora alimentos saludables, bajos en grasa y con atributos de sustentabilidad, Chile mantiene una posición privilegiada, respaldada por altos estándares sanitarios y acuerdos bilaterales que permiten la exportación de productos frescos y crudos. Se proyecta un crecimiento moderado, impulsado por la tendencia hacia dietas ricas en proteínas y saludables”.

Las cifras oficiales de la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales (SUBREI) lo confirman: en 2024, Chile fue el principal proveedor en 27 líneas de productos en Japón. En el caso del salmón del Pacífico entero congelado, el 96% de las importaciones japonesas provinieron de nuestro país, por un total de US$ 584 millones.

Una presencia cotidiana en la mesa japonesa

En Japón, el salmón del Pacífico chileno se ha convertido en un alimento habitual en los desayunos —generalmente grillado— y en preparaciones tradicionales como el sushi.

“En Japón, el pescado ha sido durante mucho tiempo un elemento esencial de la cultura gastronómica, y el salmón es especialmente apreciado”, comenta Kiyoshi Kimura, presidente de Kiyomura Corporation y dueño de la cadena Sushi Zanmai. “El ginzake —salmón del Pacífico— destaca por su equilibrio entre grasa y sabor, lo que lo convierte en una opción popular tanto en casa como en restaurantes”.

Más que una historia de expansión comercial, la presencia del salmón del Pacífico chileno en Japón es una historia de evolución, identidad y permanencia. Un relato que demuestra cómo un producto nacido en el extremo sur del mundo logró —a más de 17.000 kilómetros de distancia— integrarse con nombre y origen propios a una de las culturas culinarias más exigentes del planeta.

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