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Créditos: El Mostrador.
China aplica el “impuesto a los preservativos” para combatir la caída de la natalidad
El Gobierno chino aplicará un IVA del 13 % a los anticonceptivos a partir de 2026, medida que busca impulsar la natalidad en medio del envejecimiento poblacional, pero que genera preocupación por posibles embarazos no planificados y aumento de infecciones de transmisión sexual.
China vuelve a colocarse en el centro del debate público tras anunciar una medida inédita en más de tres décadas: los anticonceptivos, incluidos los preservativos, dejarán de estar exentos de impuestos. A partir del 1 de enero de 2026, estos productos pasarán a tributar el IVA general del 13%, una decisión que ya ha sido bautizada popularmente como el “impuesto a los preservativos”.
El anuncio se enmarca en el profundo giro demográfico impulsado por Beijing. Tras años de control estricto de la natalidad bajo la política del hijo único, el Gobierno busca ahora frenar el envejecimiento acelerado de la población y revertir la caída sostenida de la tasa de fecundidad.
No obstante, expertos advierten que el encarecimiento de los anticonceptivos podría generar efectos no deseados, como un aumento de los embarazos no planificados y de las infecciones de transmisión sexual (ITS), en un contexto sanitario ya delicado.
La política del hijo único, aplicada desde alrededor de 1980 hasta 2015 por el gobernante Partido Comunista, se impuso mediante multas severas y otras sanciones, e incluso con abortos forzados en algunos casos. Los niños nacidos fuera del límite permitido quedaban sin número de identificación, lo que en la práctica los dejaba sin ciudadanía.
En 2015, el Gobierno autorizó a las familias a tener dos hijos y, en 2021, amplió el límite a tres. Durante todo ese periodo, la anticoncepción fue promovida de forma activa y se mantuvo como un servicio de fácil acceso, en muchos casos gratuito.
Las cifras detrás del cambio
Pese a la flexibilización de las políticas familiares, los nacimientos continúan cayendo. En 2024 se registraron 9,5 millones de bebés, cerca de un tercio menos que los 14,7 millones contabilizados en 2019, según datos de la Oficina Nacional de Estadística. La caída se produjo incluso en un año de natalidad inusualmente alta, impulsada por la preferencia cultural de tener hijos durante el Año del Dragón.
A ello se suma la preocupación por el aumento de las ITS. En 2024 se reportaron más de 100.000 casos de gonorrea y alrededor de 670.000 de sífilis. Además, cerca de 1,4 millones de personas viven con VIH y sida, con una incidencia especialmente elevada entre la población de mayor edad.
El uso del preservativo sigue siendo limitado: solo el 9% de las parejas lo emplea de forma habitual, mientras que el peso del control reproductivo recae mayoritariamente en las mujeres, a través de dispositivos intrauterinos o esterilizaciones.
Para muchas de ellas, la nueva carga impositiva va más allá de una decisión fiscal. “Es una forma de disciplinar los cuerpos y las decisiones personales”, denuncian, evocando el recuerdo de abortos forzados y sanciones extremas del pasado.
Aunque algunos académicos consideran “lógico” que los anticonceptivos sean tratados como bienes comunes en esta nueva etapa demográfica, coinciden en que el impacto del impuesto sobre la natalidad será marginal. El verdadero obstáculo, subrayan, sigue siendo el elevado costo de criar un hijo, muy superior a cualquier gravamen aplicado a un preservativo.