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Osteoporosis: los riesgos en mujeres y recomendaciones clave ante la menopausia BRAGA

Osteoporosis: los riesgos en mujeres y recomendaciones clave ante la menopausia

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Las mujeres son más propensas a desarrollar esta “enfermedad silenciosa”, especialmente por la disminución del estrógeno en la etapa menopáusica. La prevención desde la infancia y la adherencia al tratamiento son claves.


Cada 20 de octubre se recuerda el Día Mundial de la Osteoporosis, una fecha pensada para visibilizar una patología que debilita los huesos, los vuelve frágiles y aumenta el riesgo de fracturas, muchas veces sin previo aviso.

La osteoporosis hace que los huesos se vuelvan frágiles y propensos a romperse. Lo complejo es que no presenta síntomas, por eso se le conoce como la “enfermedad silenciosa”, dicen los especialista. Las fracturas más comunes se producen en muñecas, caderas y vértebras, y muchas veces se originan por caídas simples dentro del hogar.

Existen factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollar osteoporosis, como la genética, la edad, el uso prolongado de corticoides, enfermedades inflamatorias o la diabetes. Por ello, la prevención y la detección temprana son fundamentales.

Incluso si una mujer es sana, debe realizarse una densitometría ósea preventiva a los 65 años. Pero si tiene antecedentes familiares de fracturas, el examen debe hacerse desde los 50, recomiendan los especialistas.

¿Por qué las mujeres?

Varias razones explican por qué las mujeres tienen mayor riesgo de desarrollar osteoporosis que los hombres:
Las mujeres, por lo general, alcanzan un máximo de masa ósea menor que los hombres. Tienen huesos más delgados o de menor volumen, lo cual da “menos reserva” cuando inicia la pérdida ósea.

Además, las mujeres viven más tiempo en promedio que los hombres —y la edad es uno de los mayores factores de riesgo para osteoporosis y fractura.

La pérdida brusca de estrógeno al llegar a la menopausia es un desencadenante clave: este descenso hormonal acelera la resorción ósea (o “destrucción” del hueso) y reduce la formación ósea. Por ejemplo, se estima que la menopausia puede provocar una pérdida de hasta el 20 % de la densidad ósea durante los primeros años.

En datos más específicos: en Estados Unidos, la prevalencia de osteoporosis en adultos de 50 o más años fue de 12,6 % en 2017–2018, y entre mujeres mayores de 65 alcanzó 27,1 %. Los valores para hombres eran mucho más bajos.

A nivel mundial se estima que 1 de cada 3 mujeres mayores de 50 sufrirá una fractura por fragilidad (hueso debilitado) en su vida, frente a 1 de cada 5 hombres.

En cuanto a latitudes como Latinoamérica, se reporta que entre mujeres mayores de 50 años, la prevalencia de osteopenia (densidad ósea baja, pero no aún osteoporosis) en la columna vertebral puede estar entre 45,5-49,7 % y de osteoporosis entre 12,1-17,6 %.

Las mujeres tienen un riesgo significativamente más alto de padecer osteoporosis que los hombres. En muchas, la pérdida de masa ósea comienza incluso uno o dos años antes de la menopausia, cuando disminuyen los niveles de estrógeno, hormona clave para mantener la densidad de los huesos.

El calcio, la vitamina D y la terapia hormonal pueden ayudar a proteger los huesos en esta etapa. También es importante la adherencia al tratamiento médico, especialmente en pacientes que han sufrido una fractura.

La explicación científica apunta a que el hueso es un tejido dinámico: constantemente se remodela, con células que lo destruyen (osteoclastos) y otras que lo regeneran (osteoblastos). Cuando el equilibrio se rompe —por ejemplo, con bajos niveles de estrógeno— la destrucción gana sobre la construcción. En la menopausia, este cambio puede conllevar una pérdida de densidad ósea de entre 1-5 % al año durante los primeros 5-7 años después de la menopausia.

Además, factores como nutrición deficiente (calcio, vitamina D, proteína), estilo de vida sedentario, consumo de tabaco y alcohol, y otras enfermedades inflamatorias o uso de ciertos medicamentos (como corticoides) agravan el riesgo.

Una enfermedad que se previene desde la niñez

Aunque la osteoporosis suele asociarse con la vejez, la especialista recuerda que es una enfermedad pediátrica con consecuencias geriátricas. El esqueleto sano se construye en la infancia y adolescencia. Si no se alcanzó un buen “pico de masa ósea”, la reserva de la que dispondrá la persona en la mediana edad es menor. La formación de un esqueleto fuerte depende de una alimentación balanceada, actividad física y exposición adecuada al sol desde los primeros años de vida.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de personas que sufren fracturas por fragilidad ha aumentado de forma significativa debido al envejecimiento poblacional. Según el Estudio de la Carga Mundial de Morbilidad, entre 1990 y 2019 la incidencia, prevalencia y los años vividos con discapacidad por fracturas crecieron de manera sostenida, incrementando además los costos asociados a la atención médica.

La osteoporosis es un problema de salud pública mayor para las mujeres, tanto por su mayor vulnerabilidad biológica como por la combinación de factores de riesgo (menopausia, menor masa ósea, mayor longevidad). Pero también es una oportunidad de acción: mediante evaluación temprana, hábitos saludables, tratamiento oportuno y atención de calidad, se puede reducir significativamente el riesgo de fracturas y sus complicaciones.

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