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Presentan libro desmitificador sobre el cine chileno de fines de los años 60 “Evolución en libertad” fue escrito por los académicos Verónica Cortínez y Manfred Engelbert

Presentan libro desmitificador sobre el cine chileno de fines de los años 60

Analiza ocho películas claves del periodo y cuestiona creencias como que haya surgido de manera espontánea, bajo influjo del espíritu revolucionario internacional de la época, además de recordar el desprecio generalizado que sufrió esta corriente en su momento. “Todas las películas que analizamos son significativas para la historia del cine chileno cuya unidad en la diversidad se destruye con construcciones de canon que además no corresponden a un ‘cine intermitente’, según la definición de Paulo Antonio Paranagua”, explican Verónica Cortínez, que enseña literatura hispanoamericana y cine chileno, junto a Manfred Engelbert, autor de libros sobre Raúl Ruiz y Violeta Parra, entre otros.


Una exhaustiva investigación sobre el cine chileno de fines de los años 60 –que apunta a terminar con ciertos mitos y desconocimientos sobre el género- acaba de lanzar la editorial Cuarto Propio.

Se trata de “Evolución en libertad”, una obra de dos tomos de los académicos Verónica Cortínez, de la Universidad de California, Los Angeles (Estados Unidos), y Manfred Engelbert, de la Georg-August Universität de Göttingen (Alemania).

El texto analiza el contexto de la época y se centra en ocho películas emblemáticas: “Largo viaje” (Patricio Kaulen), “Valparaíso mi amor” (Aldo Francia),  “Morir un poco” (Alvaro Covacevic), “Ayúdeme usted compadre” (Germán Becker),  “Tres tristes tigres” (Raúl Ruiz), “El chacal de Naueltoro” (Miguel Littin), “Tierra quemada” (Alejo Álvarez) y “Caliche sangriento” (Helvio Soto).

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“Caliche sangriento” de Helvio Soto

“Todas las películas que analizamos son significativas para la historia del cine chileno cuya unidad en la diversidad se destruye con construcciones de canon que además no corresponden a un ‘cine intermitente’, según la definición de Paulo Antonio Paranagua”, explican Cortínez, que enseña literatura hispanoamericana y cine chileno, junto a Engelbert, autor de libros sobre Raúl Ruiz y Violeta Parra, entre otros.

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“El libro de Cortínez y Engelbert, en su magnitud, es similar a la memoria del Funes de Borges. Al igual que Funes, los autores conocen todos los vástagos, racimos y frutos que comprende la parra del cine chileno”, ha señalado de forma entusiasta sobre el texto el académico John King, de la Universidad de Warwick de Gran Bretaña. “A diferencia de Funes, han organizado y sintetizado todo este material en una narrativa cautivadora, magníficamente ilustrada, que combina un cuidadoso análisis fílmico con el estudio del contexto político y cultural”.

“Desinformación”

En 2003, los autores dieron sendas ponencias sobre varios de los directores ya nombrados en un congreso realizado en Dallas y se vieron sorprendidos por “una sorprendente desinformación sobre un cine que suponíamos estudiado a fondo, el cine de los años sesenta”.

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Manfred Engelbert y Verónica Cortínez

“Proliferaban los juicios basados en criterios de política contingente que privilegiaban sólo cuatro películas consideradas de izquierda y apostrofadas como el ‘cine de Allende’, cuando todas habían sido realizadas durante el gobierno de (Eduardo) Frei”, indican. “No había ningún esfuerzo de análisis cinematográfico ni de indagación en los contextos históricos y culturales”.

Fue entonces cuando emprendieron una investigación que demoraría más de una década en dar a luz.

Cortado con premura

Como es de suponer, este cine está ligado de forma indisoluble con el contexto de la época. “La llamada ‘Revolución en Libertad’ que sirvió como lema al gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) evidentemente marca el momento histórico en el que nos enfocamos”, explican los autores.

“El título de nuestro libro, ‘Evolución en libertad’, condensa el corto plazo de la contingencia política y la larga duración de los procesos culturales en la gestación de esta nueva ola cinematográfica”, añaden. “También reivindica los logros de una creación en libertad y la vigencia del cine de fines de los sesenta, un cine cuya posible continuidad fue ‘cortada con tal premura’ -como cantara Violeta Parra- por el golpe militar de 1973”.

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“Ayúdeme usted compadre” de Germán Becker

Los investigadores se toparon con varias sorpresas durante su trabajo. Por ejemplo, contra lo que pudiera pensarse, el cine de los sesenta no aparece sorpresivamente en el mítico Festival de Cine de Viña del Mar de 1969, sino es el resultado de un proceso histórico de larga duración que comienza incluso antes del gobierno de Pedro Aguirre Cerda.

En este proceso se combinan la política estatal de fomento a la cultura nacional—específicamente al teatro, a la música popular y al cine (Chile Films)—con la aparición de la radio y un periodismo especializado (Radiomanía, Ecran) que amplifica la creación de una cultura de la chilenidad, señalan.

“Los cineastas de los sesenta—que a veces sobreestiman su papel innovador—continúan en realidad la labor de extensión cultural iniciada a fines de los años treinta con una chilenización al segundo grado, creando nuevos géneros cinematográficos como el western o el musical chilenos y tratando de complementar la mirada predominantemente afirmativa con una perspectiva crítica sobre la nación”, aseguran. “La cueca, por ejemplo, está presente en Alejo Álvarez, Germán Becker, Kaulen, Littin e incluso Ruiz, evidentemente con intenciones expresivas diferentes”.

Otro hallazgo, según Cortínez y Engelbert, fue descubrir la poca importancia de la política contingente en las películas consideradas revolucionarias o militantes como “El chacal de Nahueltoro” y la presencia de todo un programa político concreto en una película considerada como mera entretención, “Ayúdeme usted compadre”.

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“El chacal de Naueltoro” de Miguel Littin

Tampoco esperaban comprobar el desprecio generalizado de la crítica cinematográfica a todas las manifestaciones de cultura popular, fundamentales para toda la cinematografía de fines de los sesenta. “El elitismo de la crítica cinematográfica—desde Joaquín Olalla y Carlos Ossa hasta Héctor Soto—que busca catedrales europeas sin fijarse en las iglesias de Chiloé, se nota particularmente en la negligencia de la música como parte integral de las películas. El cancionero que incluimos en el libro documenta la riqueza de este recurso aún no explorado a fondo”, afirman.

Creatividad chispeante

Para los autores, esta corriente cinematográfica se caracteriza “por una creatividad chispeante en géneros diversos bajo condiciones de producción que no obstante las medidas legales del gobierno de Frei siguen siendo precarias y a veces implican arriesgar la jubilación paterna (Ruiz), la venta de una casa (Francia) o el sacrificio de una vaca (Littin)”.

“En el cine chileno de hoy sería bienvenida una mayor apertura que permitiera combinar expresiones sencillas y/ o sofisticadas con temáticas sociales más allá del lamento sobre la precariedad del individuo y la eterna miseria de todo, como dijera Flaubert hace siglo y medio atrás”, advierten.

Su legado, estiman, es la riqueza de un cine local al tanto de los logros del cine mundial, limitado en su producción, pero que en su conjunto pudo dar forma a las aspiraciones populares de una nación en desarrollo democrático.

 

 

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