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René Miranda, el joven actor de pobla que se robó la película en la celebrada cinta “Volantín Cortao” La cinta de los directores Diego Ayala y Aníbal Jofré se encuentra actualmente en cartelera

René Miranda, el joven actor de pobla que se robó la película en la celebrada cinta “Volantín Cortao”

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El proyecto de los directores era hacer un filme donde se reflejara una parte de la sociedad chilena sin estereotipos ni actores imitando los códigos de la marginalidad. Al contrario, querían realismo. Y lo encontraron. René, de entonces 15 años, era parecido al personaje, envalentonado y chispeante, pero a poco andar la chispa fue cada vez más de la persona real que de la de ficción. “Yo no tuve que meterme en el personaje, el personaje se tuvo que acondicionar a mí”, dice el joven, hoy de 18.


Volantín cortao, uno de los interesantes estrenos en las salas de cine comercial de este 2014, es una película chilena con afán documental. Para contar la ficción de Manuel, un joven infractor de ley que vive en una de las tantas poblaciones de la capital estigmatizadas por la violencia y el tráfico, los directores del filme, Diego Ayala y Aníbal Jofré, se propusieron trabajar con un actor amateur, ojalá con un joven que no reprodujera los estereotipos de lo marginal, sino que se desenvolviera con naturalidad entre los códigos inherentes a una realidad que la mayoría de las veces se intenta ocultar.

“Hay muy malas caricaturas de los personajes de la marginalidad en el cine chileno y nosotros no queríamos eso”, confiesa Jofré. “Nosotros queríamos que el personaje fuera alguien de verdad, alguien que fuera cercano a esta realidad, queríamos una interpretación realista y natural, sabíamos que si poníamos a un actor que tuviera cara de niño, no funcionaría y menos si no estaba familiarizado con este ambiente”, añade Ayala.

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Loreto Velázquez, René Miranda y uno de los directores, Diego Ayala

Tras buscar en las casas culturales de las poblaciones de la capital, encontraron en La Pincoya a René Miranda, un chico de 15 años, chispeante, con algunas nociones del arte circense, que literalmente se robó la película. Tanto así, que en el pasado Festival de Cine Chileno, Fecich 2014, que contó con la presencia en el jurado de Gonzalo Justiniano (Caluga o menta), Miranda se llevó el premio al Mejor Actor.

“Qué onda, dije yo. ¿Por qué mejor actor? Si yo no he estudiado para mejor actor”, se pregunta con sinceridad René, para quien la experiencia de rodar esta película fue “a toda raja”, y que, sin embargo, al momento de proyectarse sabe despejar los humos de la cabeza.

“Si se da la oportunidad, me gustaría seguir, pero no me hago ilusiones; si sale, sale. Si me llaman para otro casting y quedo seleccionado para otra cosa u otra película, ¡puta, full bacán!, pero si no funciona, no me obsesiono con el tema de que quiero ser actor, sigo no más con mi vida, voy al trabajo, al colegio…”, aclara.

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Arrinconando al estereotipo

Ayala y Jofré, cuando comenzaron a hacer el guión de Volantín Cortao para su tesis de la carrera de cine, se plantearon inmediatamente que la fuerza de la historia no podía venir de la construcción del personaje ni de los parlamentos, sino de la naturalidad del protagonista. Y esto por una razón sencilla: para que la película funcionara, señalan los directores.

La cinta que se encuentra actualmente en cartelera en los cines comerciales de Santiago y de regiones, y que ha ganado reconocimientos nacionales en Valdivia y también internacionales, como en Rotterdam, cuenta la historia de Manuel, un chico que se encuentra sujeto a régimen semicerrado en el Sename por robo con intimidación, y de Paulina, una estudiante en práctica de Trabajo social y de un nivel educativo, social y económico mayor, con quien sostiene un romance, en un ambiente donde no hay claridad en el horizonte para ninguno de los dos.

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“Cuando comenzamos nunca me contaron la historia completa. Cuando yo fui asimilando la historia fue como: ¡estos cabros están haciendo la patá con la película!, porque onda un niño del Sename que se hace amigo de una asistente social, eso suele pasar, pero más allá uno no sabe qué pasa, nadie lo ha hecho con cámaras, nadie ha tratado de averiguar qué realmente es lo que pasa en el Sename adentro. Tanto con los niños como las jóvenes que trabajan ahí, si hay acoso o maltrato, cómo es la situación adentro con los docentes, ¿cachai?”, dice Miranda.

Aunque René confiesa que en principio se sintió un poco confuso con el ajetreo que conlleva hacer unan película, la decisión de tomarlo en serio vino precisamente de la intención de los directores de registrar las acciones sin estereotipos. “Ellos querían hacer notar que era verdad, que no era nada ficción, que nada era de mentira”.

“Por eso funciona la película, porque la gente anda buscando realidad, no anda buscando mentiras, si es por mentiras, prendís la tele y podís verlas todas juntas. Todo ahora está tan a la mano y que venga una persona con una cámara a grabar algo que no es o marginando a la población y dejándola como el forro, eso está mal. Uno que vive en la población y ve eso en la tele, sabe que no es completamente así, que no todo es bala, no es todo traficante, tambien hay personas buenas que sociabilizan con su ambiente”, opina.

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Aprendizajes mutuos

Rodar la película fue un aprendizaje para los realizadores y para el debutante actor. “Ellos aprendieron tanto de mí como yo de ellos. Lo que ellos no sabían, yo les decía cómo sería; por ejemplo, ellos querían grabar la película donde yo vivía, en mi barrio, donde yo me relaciono, y no poh, eso no se puede. Igual yo le di el filo a la película a la primera, porque no se puede, ahí vivo yo y que me vean con cámaras en los lugares brígidos, es como pa’ que me digan ‘¿qué güea estaí haciendo?’”, resume René la impresión de los primeros días.

E insiste: “Porque uno se tiene que relacionar bien para que no lo pasen a llevar donde vive uno. Entonces, yo les dije ‘yo les puedo ofrecer mi casa, pero del entorno para fuera no y les puedo enseñar todo lo que sé, la experiencia de estar afuera, cachar la onda y ser más callejero’”, cuenta.

3Con esas reglas claras, la película fue rodada en diversos pasajes de poblaciones similares a la de René. Un acierto del filme fue lograr que la naturalidad del personaje principal se trasladara a la calle. Un ejemplo de esto se aprecia en una escena de noche donde se advierte que en la población hay problemas con la policía, hay fogatas en la calle y se siente la tensión que bien podría ser del día del Joven Combatiente o del 11 de septiembre. “Esa secuencia no hace sentir muy bien. Parece una toma real, en medio de una protesta real, pero es ficción, la recreamos”, cuenta Jofré, con orgullo.

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Chispa natural

Otro de los aciertos, esta vez en el casting fue que encontraron en René la chispa que requería Manuel, el personaje. Al poco tiempo, sin embargo, la chispa fue cada vez más de René, por lo que el personaje terminó adaptándose a la persona.

“Un actor profesional obvio que me pega mil patas en la raja a mí, porque él sabe actuar, pero a mí me salía natural, yo soy como me muestra la película, yo no tuve que meterme en el personaje, el personaje se tuvo que acondicionar a mí”, cuenta el actor en el estreno de la película en las salas comerciales, dos años después de que se filmara.

“Me pasó, muchas veces, que me sentía atacado por las cámaras y me sentía atrapado porque querían más de mí y después me fui dando cuenta de que esto era solo trabajo, no algo personal y ellos ya sabían a lo que iban, ellos nunca andaban con rodeos, no tenían temor de hacer las cosas donde fuera, si había que grabar en un barrio o casa brígida, cuidaban sus cosas y todo súper piola, todo tranquilo”, recuerda.

Tal vez uno de los momentos más tensos fue al comienzo, cuando le tocó compartir las primeras escenas con su compañera de reparto, la actriz profesional Loreto Velázquez.

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“Al principio creía que era la típica rucia para ’e culo, pero al segundo día que empezamos a ensayar me di cuenta que la Loreto fue súper buena onda, una persona súper sencilla. Fue un gustazo haberla conocido, aprendí mucho, porque todo lo que sabía de los talleres de teatro o en el circo, era totalmente diferente a lo que estaba pasando aquí, ya no era un escenario para teatro, sino que era algo para las cámaras y ella me ayudó bastante”.

El segundo filme

El segundo trabajo de los jóvenes directores es Chilean way, un filme que se centra en la historia de un colegio particular subvencionado de Estación Central con una alta tasa de inmigrantes. El protagonista es un inspector de patio, cuya vida pese a tener ya 30 años, no está solucionada y recién sale en búsqueda de su independencia.

En está segunda película, Ayala y Jofré buscarán imprimir la misma realidad de Volantín Cortao, mostrar el Chile que se ve todos los días, el real, no el maquillado.

El nuevo proyecto espera filmarse el 2016 y ya cuenta con el apoyo del sector industria de los festivales de Buenos Aires y de Valdivia.

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