Publicidad
“Lo que persiste”: cinco miradas chilenas sobre el videoarte en la Bienal SACO CULTURA Créditos: SACO

“Lo que persiste”: cinco miradas chilenas sobre el videoarte en la Bienal SACO

Publicidad
Emilia Aparicio Ulloa
Por : Emilia Aparicio Ulloa Periodista El Mostrador
Ver Más

Cinco artistas chilenos exploran en la Bienal SACO de Antofagasta cómo el videoarte cuestiona la memoria, el tiempo y la persistencia de las imágenes. Sus obras, inmersas en espacios históricos, abordan lo apocalíptico, lo poshumano y la circulación contemporánea de lo visual.


Resumen
Síntesis generada con OpenAI
La Bienal Internacional de Arte Contemporáneo SACO 1.2 en Antofagasta presenta la muestra de videoarte *Lo que persiste*, donde cinco artistas chilenos exploran la memoria, el tiempo y la persistencia de las imágenes frente a la violencia, el capitalismo y el agotamiento global. Las obras de Cristián Tàpies, Diego Véliz, Gonzalo Aguirre, Felipe Ulloa y Nelson Vargas invitan al espectador a reflexionar sin seguir narrativas lineales, transformando el antiguo edificio de la Molinera en un espacio de experimentación artística hasta el 14 de septiembre.
Desarrollado por El Mostrador

¿Qué es lo que se resiste a la transformación? ¿Las imágenes viven para siempre? ¿Cuándo dejan de existir? Cinco artistas chilenos reflexionan sobre lo que persiste a través del video en la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo SACO 1.2 en Antofagasta.

Antes de que comience su restauración como futuro museo regional, el edificio de 4.600 metros cuadrados fue resignificado por la bienal. Desde el 24 de junio hasta el 14 de septiembre la Bienal SACO transformó el edificio de la antigua Molinera del barrio Estación como sede de exposición de artistas de todo el mundo.

Las distintas obras dialogan con los muros industriales del recinto, en un espacio que conecta historia, ciencia y arte. El evento fue dividido en distintas salas con nombres de figuras fundamentales del arte en Chile:  galpón Juan Castillogalpón Gabriela Mistral y Sala Patricio Guzmán que reúne las cinco obras de la muestra de videoarte Lo que persiste.

Si bien ninguna de las piezas fueron realizadas para la bienal, las cinco obras abordan a la memoria, el tiempo, el apocalipsis, la muerte, el agotamiento, la violencia y el capitalismo.

Bajo la curatoría de Dagmara Wyskiel, artista y directora de Bienal SACO  y Carlos Rendón, periodista, escritor y gestor cultural, en la muestra se pueden ver las obras La jaula azul de Cristián Tàpies, Concordia de Diego Véliz, Sobreviven los huesos de Gonzalo Aguirre, Carne y hierro de Felipe Ulloa e Imágenes huérfanas de Nelson Vargas.

Cada artista proviene de caminos distintos, sus obras confluyen en esta muestra como estaciones de un recorrido que resalta cada obra. El videoarte es aquí un territorio de experimentación, donde la linealidad narrativa se disuelve y el espectador es invitado a pensar, más que a seguir un relato cerrado.

Lo que persiste

La obra La jaula azul nació en Corea del Sur, donde Tàpies reside y trabaja como profesor. A partir de la observación de peceras en restaurantes y la vida en el metro de Seúl, construye una metáfora de la sociedad contemporánea, individuos atrapados en “peceras” digitales, inmersos en pantallas que reemplazan la conexión entre personas.

“Vivimos en una era en que las imágenes han sustituido a las palabras. Me interesa cómo las imágenes construyen la realidad a través de esas pantallas sino también están construyendo una memoria de imágenes”, reflexiona. La pieza, concebida originalmente como instalación de dos pantallas, se presenta en formato monocanal, manteniendo su potencia inmersiva.

Su interés por la memoria y la geografía humana también se proyecta en su próximo trabajo documental sobre la demolición de un histórico barrio de Seúl.

“Más allá de la historia oficial, me interesa la memoria que vive en las personas”, afirma.

“En los cinco vídeos se nota la curaduría, hay una ligazón que tiene que ver con una cuestión apocalíptica, como poshumana”, sostiene Gonzalo Aguirre.

Aguirre presentó Sobrevivir en los Huesos, parte de un proyecto más amplio con el mismo nombre. La obra se centra en el humedal El Pachingo, cerca de Tongoy en la Cuarta Región. Este espacio, explica que es un lugar particular porque hay una plaga de cormoranes negros que tiñen los árboles de blanco con sus heces, creando un paisaje “totalmente blanco”. También hay muchos huesos en el suelo debido a la sequía, aunque el humedal persiste allí mismo.

El video de Aguirre busca ofrecer una “mirada macro y a la vez bien micro” del espacio, con imágenes en macro, gran angular y tomas con microscopio de bacterias presentes en el agua.

Además del video, el proyecto completo de “Sobrevivir en los Huesos”, que se inaugurará el 4 de octubre en el Museo Limarí en Ovalle, incluye trabajo material y escultórico.

“En la Bienal hay obras que casi que compiten con otras, pero en el videoarte se logra construir una atmósfera. En el caso del video de Gonzalo es una belleza porque como es monocromático, la sala se pinta de un azul. La mía a ratos de un rojo muy vivo. En la sala de Nelson, por sus condiciones materiales, la imagen reverbera, hay cosas súper bellas que creo que pasan por esa soledad que pueden que tengan las obras”, agrega Felipe Ulloa.

Ulloa llegó al videoarte a través de la performance, registrando acciones como escalar monumentos. Lo que comenzó como un medio para documentar, se convirtió en una exploración sobre la imagen. Con el tiempo, este interés se cruzó con su reflexión sobre la circulación contemporánea de imágenes.

“Creo que tiene que ver también con una economía de medios… en este mundo uno tiene la facilidad en la que fluyen muchas imágenes y videos. Hace poco estábamos hablando de la facilidad con la que llegan imágenes de guerra en nuestro celular y con lo que nos contaminamos de eso y de repente hasta lo almacenamos en el celular. Es un archivo que tiene como una facilidad de flujo, eso me interesa”, agrega.

Aunque se define como escultor, reconoce que el video le permite una difusión más inmediata.

“Es un poco más complejo poder compartir lo que hago, si es que no es físicamente, pero aquí hay una circulación mucho más fluida, que creo que es interesante poder meter mucho trabajo… todas las obras tienen mucho trabajo, hay rotoscopías, hay trabajo de archivo, hay trabajo físico sobre una materialidad, en mi caso muchas horas trabajando en 3D, que tiene una ligereza muy extraña. A mí me parece muy bella esa cuestión que tiene el video”, dice.

Por otro lado, para Véliz, el videoarte no está para contar historias de principio a fin, sino para abrir preguntas.

“El videoarte, a diferencia del cine, permite distorsionar mucho más y hacer mucho más patente la elasticidad y la capacidad de transformación en el tiempo. A diferencia del cine, que en el fondo es un dictador del tiempo, el videoarte rompe con eso. Entonces, claro, es sumamente interesante”, explica.

Esa libertad, explica, lo acerca al terreno del sonido, al que considera su hermano en términos creativos: “Es algo que también pasa con el sonido… también figura en otros tiempos de los que no se habla. Todo el rato hablamos de imágenes, pero tampoco se está pensando tanto en lo que suena, que bueno, personalmente es de los temas que a mí me interesa hoy en día”.

Nelson Vargas exhibe un trabajo surgido de su curso de cine experimental en la Universidad de Chile. La obra se basa en “materiales huérfanos”, películas y diapositivas encontradas en ferias como el Persa Bío-Bío, que él y sus estudiantes rescatan, intervienen y resignifican.

No me interesa lo que hay adentro, me interesa darles otra vida”, explica sobre los rollos y diapositivas que compra sin ver su contenido. Estos fragmentos, provenientes de archivos familiares o documentales de los años 70, se transforman en piezas nuevas mediante procesos manuales: revelado, velado, raspado cuadro a cuadro y adición de imágenes indelebles.

Elaboro un nuevo discurso sigue pareciéndose a mi primera intención con el arte, que fue pintar”. Para él, trabajar con película no es una limitación técnica sino un ejercicio creativo, y mantiene un laboratorio propio financiado de su bolsillo para sostener la práctica.

La muestra de videoarte se puede visitar hasta el 14 de septiembre en el edificio de La Molinera en Antofagasta.

Publicidad