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Cómo la relación entre Trump y Putin se estropeó en unos pocos meses PAÍS

Cómo la relación entre Trump y Putin se estropeó en unos pocos meses

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¿Se descarriló la relación entre Donald Trump y Vladimir Putin? Un popular periódico ruso así lo cree. Recurrió a los trenes para ilustrar el estado actual de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia.


“Una colisión frontal parece inevitable”, declaró recientemente el tabloide Moskovsky Komsomolets.

“La locomotora de Trump y la locomotora de Putin avanzan a toda velocidad”.

“Y ninguna está a punto de dar marcha atrás ni de detenerse”.

Para describir la “locomotora de Putin”, el diario dice que avanza a toda máquina con la llamada “Operación Militar Especial”: la guerra de Rusia en Ucrania. El líder del Kremlin no ha mostrado ninguna intención de poner fin a las hostilidades ni de declarar un alto el fuego a largo plazo.

Mientras tanto, la “locomotora de Trump” ha intensificado sus esfuerzos para presionar a Moscú para que ponga fin a los combates: anunciando plazos, ultimátums, amenazas de sanciones adicionales contra Rusia y fuertes aranceles a socios comerciales de Rusia, como India y China.

A todo esto hay que sumarle los dos submarinos nucleares estadounidenses que, según el presidente Trump, ha reposicionado más cerca de Rusia.

Cuando pasas de hablar de locomotoras a hablar de submarinos nucleares, hay que saber que la cosa va en serio.

¿Pero significa eso que la Casa Blanca está realmente en camino de colisionar con el Kremlin por Ucrania?

¿O es la visita a Moscú del enviado especial de Donald Trump, Steve Witkoff, esta semana, una señal de que, a pesar de todas las posturas, aún es posible un acuerdo entre Rusia y Estados Unidos para poner fin a los combates?

Un comienzo entusiasta tras el regreso de Trump

En las primeras semanas de la segunda presidencia de Trump, Moscú y Washington parecían estar bien encaminados para reactivar sus relaciones bilaterales.

No hubo rastro de un choque frontal. En absoluto. Por momentos, parecía que Vladimir Putin y Donald Trump iban en el mismo vagón, en la misma dirección. En febrero, Estados Unidos se puso del lado de Rusia en Naciones Unidas, oponiéndose a una resolución redactada por Europa que condenaba la “agresión” rusa en Ucrania.

En una llamada telefónica ese mes, ambos presidentes hablaron sobre visitar sus respectivos países. Parecía que una cumbre Putin-Trump podría celebrarse en cualquier momento.

Mientras tanto, la administración Trump ejercía presión sobre Kiev, no sobre Moscú, y buscaba peleas con aliados tradicionales de Estados Unidos, como Canadá y Dinamarca. En discursos y entrevistas televisivas, funcionarios estadounidenses criticaron duramente a la OTAN y a los líderes europeos.

Todo esto era música para los oídos del Kremlin.

“Estados Unidos ahora tiene más en común con Rusia que Washington con Bruselas o con Kiev”, le dijo en marzo al periódico Izvestia el politólogo Konstantin Blokhin, del Centro de Estudios de Seguridad de la Academia Rusa de Ciencias.

Al mes siguiente, el mismo periódico se jactaba:

“Los trumpistas son revolucionarios. Son destructores del sistema. En esto solo se les puede apoyar. La unidad de Occidente ya no existe. Geopolíticamente ya no es una alianza. El trumpismo ha destruido el consenso transatlántico con seguridad y rapidez”.

Mientras tanto, el enviado de Donald Trump, Steve Witkoff, se había convertido en un visitante habitual de Rusia. Realizó cuatro viajes en poco más de dos meses, pasando horas conversando con Vladimir Putin. Tras una reunión, el líder del Kremlin le regaló un retrato de Donald Trump para que lo llevara a la Casa Blanca.

Se dijo que el presidente Trump estaba “claramente conmovido” por el gesto.

Pero Trump buscaba algo más que un simple cuadro de Moscú. Quería que Putin firmara un alto el fuego incondicional e integral en Ucrania.

La creciente frustración de Trump

Confiado en que Rusia mantiene la iniciativa en el campo de batalla, Vladimir Putin se ha mostrado reacio a detener los combates, a pesar de afirmar que Moscú está comprometido con una solución diplomática.

Por eso, Donald Trump está cada vez más frustrado con el Kremlin.

En las últimas semanas, condenó los incesantes ataques rusos contra ciudades ucranianas como “repugnantes” y “vergonzosos” y acusó al presidente Putin de decir “muchas estupideces” sobre Ucrania.

El mes pasado, Donald Trump anunció un ultimátum de 50 días a Putin para que ponga fin a la guerra, amenazando con sanciones y aranceles. Posteriormente, lo redujo a diez días. El plazo vence a finales de esta semana. Hasta el momento, no hay indicios de que Vladimir Putin ceda a la presión de Washington.

Por otra parte, ¿cuánta presión siente realmente Vladimir Putin?

“Como Donald Trump ha cambiado tantos plazos y los ha manipulado de una forma u otra, no creo que Putin lo tome en serio”, opina Nina Khrushcheva, profesora de asuntos internacionales en The New School, una universidad en la ciudad de Nueva York.

“Putin luchará todo lo que pueda, a menos que Ucrania diga: ‘Estamos cansados, estamos dispuestos a aceptar sus condiciones’. Creo que Putin se sienta en el Kremlin y piensa que está cumpliendo los sueños de los zares rusos, y después de los secretarios generales como Iósif Stalin, al demostrarle a Occidente que Rusia no debe irrespetada”.

Un acuerdo aún es posible

A juzgar por el panorama que he pintado hasta ahora, podría parecer inevitable un choque frontal entre las locomotoras de Putin y Trump.

No necesariamente.

Donald Trump se considera un gran negociador y, por lo que parece, no ha renunciado a intentar cerrar un acuerdo con Vladimir Putin.

Steve Witkoff regresará a Rusia esta semana para reunirse con el líder del Kremlin. Desconocemos qué tipo de oferta podría traer consigo. Pero algunos comentaristas en Moscú predicen que habrá más incentivos que castigos. No pasó desapercibido que el domingo el presidente Trump declaró que Rusia “parece ser bastante buena evitando sanciones”.

El lunes, Ivan Loshkarev, profesor asociado de teoría política en la Universidad MGIMO de Moscú, declaró a Izvestia que, para facilitar el diálogo, Witkoff podría presentar “ofertas ventajosas de cooperación [a Rusia] que podrían plantearse tras un acuerdo sobre Ucrania”.

¿Podría eso ser suficiente para persuadir al Kremlin de hacer la paz tras tres años y medio de guerra?

No hay garantías.

Después de todo, hasta ahora en Ucrania Vladimir Putin no ha cedido en sus exigencias maximalistas sobre el territorio, la neutralidad de Ucrania y el tamaño futuro del ejército ucraniano.

Donald Trump quiere un acuerdo. Vladimir Putin, una victoria.

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