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“No es una rectora más” Opinión

“No es una rectora más”

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Ivette Durán Seguel
Por : Ivette Durán Seguel Presidenta del Comité Organizador del 13º Congreso Iberoamericano de Gobernanza Universitaria e Instituciones Educativas Académica de la Universidad Católica del Maule
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Chile no puede quedarse atrás en ese aprendizaje. La presencia femenina en la gobernanza universitaria ya no debe verse como excepción o concesión, sino como parte constitutiva de un liderazgo académico contemporáneo.


Cuando Roxana Pey Tumanoff fue nombrada rectora de la Universidad de Aysén en 2015, se convirtió en la primera mujer en liderar una universidad estatal en Chile. Es decir, hasta hace apenas una década, ninguna mujer había ocupado ese lugar. Desde entonces, el avance ha sido lento, pero sostenido. Hoy, siete mujeres forman parte del Consejo de Rectores, lo que equivale al 18% del total. ¿Es suficiente? No. ¿Es significativo? Sin duda.

Este diagnóstico fue abordado en el reciente Congreso Iberoamericano de Gobernanza Universitaria e Instituciones Educativas, realizado en la Universidad Católica del Maule. En el panel “Mesa de Rectoras”, conversamos con Marisol Durán Santis (UTEM) y Fernanda Kri Amar (UOH), quienes coincidieron en que no basta con registrar avances estadísticos. El desafío —señalan— no es únicamente que más mujeres ocupen cargos, sino que la cultura universitaria incorpore otras maneras de ejercer el liderazgo y tomar decisiones.

Y ahí está la verdadera transformación: en cómo se gobierna, no solo en quién gobierna.

En tiempos de transformación tecnológica, presión financiera e incertidumbre social, diversos estudios y experiencias muestran que el liderazgo femenino propone nuevas formas de conducir instituciones, con énfasis en la colaboración, la toma de decisiones compartida y la valoración tanto de los resultados como de los procesos. Todo ello se aleja de los modelos tradicionales centrados exclusivamente en la jerarquía y el control.

La evidencia internacional es clara. En Europa, muchos países avanzan hacia modelos institucionales más horizontales y adaptativos, donde la participación femenina en rectorías supera el 25%, e incluso el 30% en algunos casos (European University Association, 2023). Del mismo modo, entre las 200 mejores universidades del mundo, más de una cuarta parte son dirigidas por mujeres (Times Higher Education, 2025).

Chile no puede quedarse atrás en ese aprendizaje. La presencia femenina en la gobernanza universitaria ya no debe verse como excepción o concesión, sino como parte constitutiva de un liderazgo académico contemporáneo.

Por este motivo, que dos rectoras compartan un panel no es casualidad, es parte de un cambio real. Uno que amplía el horizonte para las nuevas generaciones y redefine cómo niñas y jóvenes proyectan su desarrollo académico y profesional. Es también reconocer que las trayectorias y experiencias de las académicas enriquecen la toma de decisiones, aportando una visión plural que permite repensar nuestras instituciones en torno a un lenguaje donde el sentido de justicia y la sostenibilidad sean protagonistas.

No se trata simplemente de avanzar. Se trata de avanzar distinto. Y, sobre todo, de no retroceder, de orientar ese cambio hacia una universidad más humana, más inteligente y más abierta al futuro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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