Señal institucional en tiempos de desconfianza
Señor director:
Con la elección de Gloria Ana Chevesich como nueva presidenta de la Corte Suprema, Chile vive un hecho inédito en su historia republicana: por primera vez una mujer encabeza el máximo tribunal del país. No se trata solo de un hito simbólico ni de una conquista tardía en materia de igualdad de género, sino de un momento institucional relevante en un poder del Estado que, por décadas, ha sido conducido desde lógicas jerárquicas y predominantemente masculinas. Su designación interpela esa tradición y abre una oportunidad para reflexionar sobre cómo se ejerce hoy el poder judicial.
Este nombramiento ocurre, además, en un contexto especialmente complejo para el sistema de justicia. La Corte Suprema enfrenta cuestionamientos que han impactado su credibilidad y su vínculo con la ciudadanía. La percepción de lejanía, los debates éticos y la desconfianza en algunas decisiones judiciales han debilitado la legitimidad de una institución clave para el Estado de Derecho.
El liderazgo femenino no es una garantía automática de soluciones ni de cambios estructurales. Sin embargo, puede aportar miradas distintas en un momento en que se requiere reconstruir confianzas, fortalecer la transparencia y reconectarse con la realidad social. Las mujeres hemos debido desarrollarnos en estructuras que no fueron pensadas para nosotras, incorporando prácticas de diálogo, escucha y gestión colaborativa hoy indispensables.
Que una mujer presida la Corte Suprema no solo envía una señal potente a las nuevas generaciones, sino que también impone una exigencia mayor: liderar con solidez técnica, independencia y compromiso democrático. En tiempos de crisis institucional, ese liderazgo puede ser parte de la respuesta para recuperar la credibilidad de la justicia y acercarla nuevamente a las personas
Carmen Gloria Arroyo
Socia área familia GrupoDefensa.cl.