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¿Qué hace un ministro de Educación comunista en un congreso de colegios católicos en la UC? Opinión Imagen: @nico_cataldo

¿Qué hace un ministro de Educación comunista en un congreso de colegios católicos en la UC?

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Patricia Imbarack
Por : Patricia Imbarack Académica, Facultad de Educación Pontificia Universidad Católica de Chile.
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Los actuales lineamientos del Ministerio de Educación impulsan una agenda para los próximos años que, sin lugar a dudas, debe ser aprehendida y apropiada por y con las particularidades de los más diversos proyectos educativos presentes actualmente en nuestro sistema educacional, pero ¿qué tenemos que decir los católicos y nuestros proyectos formativos sobre una dimensión como la afectividad y sexualidad?


Con esa frase partió la alocución del actual ministro de Educación, Nicolás Cataldo, en la apertura del XI Congreso Nacional de Educación Católica. Organizado por la Conferencia Episcopal de Chile y realizado el pasado 30 de agosto en la Pontificia Universidad Católica de Chile, el encuentro tuvo como temática la educación afectiva y sexual. Sin duda, la particular forma del ministro de conquistar a un salón repleto de directores, profesores y miembros de las más diversas comunidades educativas surtió efecto y provocó una cierta sonrisa, que develaba la perplejidad de muchos de quienes, con suspicacia o sin ella, observaban esta interrogante que era evidente: ¿qué hace un ministro de Educación comunista en una institución de educación superior pontificia para hablar a más de 700 asistentes en un congreso de educación católica?

Su favorable intervención no solo mostró la disposición ministerial a abordar temas complejos y actuales, como la propuesta de una política de educación sexual integral, sino también la apertura a la diversidad y pluralidad que las educaciones católicas entregan al sistema educacional en nuestro país, poniendo en el centro una temática poco abordada, pero tan necesaria para una educación integral: la educación afectiva y sexual como una buena noticia para la plenitud humana, propuesta que motivó a los muchos asistentes, que celebraron una ocasión tan esperada.

La particular cita congregó a colegios y escuelas católicas de nuestro país; es decir, ayudó a que instituciones confesionales de educación hicieran una pausa de su día a día para hablar de todas las dimensiones de sexualidad que nos hacen, en definitiva, humanos.

Los actuales lineamientos del Ministerio de Educación impulsan una agenda para los próximos años que, sin lugar a dudas, debe ser aprehendida y apropiada por y con las particularidades de los más diversos proyectos educativos presentes actualmente en nuestro sistema educacional, pero ¿qué tenemos que decir los católicos y nuestros proyectos formativos sobre una dimensión como la afectividad y sexualidad? Por cierto, una narrativa llena de la buena nueva que puede entusiasmar a muchos y un itinerario del amor que pone a la persona en primer lugar y la aleja de fines utilitaristas.

San Juan Pablo II desarrolló, durante y a través de su pontificado, una catequesis en torno a la sexualidad que quiso romper con los moldes de una Iglesia que prescribe lo aceptado y lo prohibido. Lo que el Papa relevó fue una reflexión ética de la persona, cuya clave de lectura es una invitación a un camino que conduce al ser humano a la plena realización de sí mismo, en una donación total a otro.

La experiencia de los asistentes a esta jornada posibilitó una comprensión más profunda de la sexualidad como un don de Dios. Creo que justamente esa comprensión fue la que unió a un ministro comunista y a más de 700 católicos allí presentes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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