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Educación sísmica y ciencia ciudadana desde el colegio Opinión

Educación sísmica y ciencia ciudadana desde el colegio

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Valeria Cabello
Por : Valeria Cabello académica Facultad de Educación UC e investigadora del Centro para la gestión integrada del riesgo de desastres, CIGIDEN.
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Es momento de que el Ministerio de Educación, en conjunto con Senapred y el SHOA, refuercen los programas de educación sísmica en todos los niveles escolares.


El reciente terremoto de magnitud 8,8 que sacudió la región de Kamchatka, en Rusia, generó una amenaza de tsunami para gran parte del Océano Pacífico, incluyendo las costas de Chile, donde se estableció un estado de alerta y se realizaron evacuaciones debido al aumento del oleaje.  

Este evento, aunque originado muchísimos kilómetros de distancia, vuelve a poner sobre la mesa una pregunta clave: ¿estamos preparados como sociedad para enfrentar emergencias de este tipo? ¿Qué necesitamos para ello?

La respuesta pasa, en gran parte, por la educación sísmica. Chile es uno de los países más sísmicos del mundo, y su ubicación en el cinturón de fuego del Pacífico nos expone constantemente a terremotos y tsunamis. Sin embargo, el que estos fenómenos naturales se conviertan en desastres depende en gran medida de la preparación de la ciudadanía. Por ende, la formación para la prevención no puede limitarse a simulacros ocasionales como ocurre en la escolaridad en Chile. Se requiere una formación intergeneracional, sistemática, transversal y con pertinencia territorial.

¿Por qué es crucial la educación sísmica?

Las personas que comprenden los riesgos naturales, sus causas, consecuencias y saben cómo actuar ante ellos pueden salvar vidas, tanto propias como de los y las demás. Se ha estudiado que la preparación mediante información clara, inclusiva y oportuna más la práctica constante de simulaciones de evacuación disminuyen las respuestas de pánico y permiten actuar con rapidez y eficacia. También en casos de emergencia, el actuar intencionado fortalece el tejido social, en la medida que las comunidades escolares bien preparadas se convierten en núcleos de organización y apoyo en momentos críticos. Por último, una educación sísmica integral desde la infancia es hacer ciencia ciudadana. Por esto, enseñar sobre placas tectónicas, ondas sísmicas y alertas tempranas no solo es parte del currículo de ciencias, sino también de historia y ciencias sociales, ciencias para la ciudadanía y de formación ciudadana. Sin embargo, los aprendizajes en estos temas se pueden trabajar desde múltiples asignaturas, interdisciplinariamente por ejemplo, a través del modelamiento matemático, mediante la expresión artística o educación al aire libre.

Es momento de que el Ministerio de Educación, en conjunto con Senapred y el SHOA, refuercen los programas de educación sísmica en todos los niveles escolares. No se trata solo de enseñar a evacuar, sino de formar una cultura de autocuidado basada en la evidencia sobre educación en desastres, que acompañe a los y las estudiantes durante toda su vida y les permita también enseñar a sus familias. Porque en un país como Chile, la educación sísmica es una necesidad vital.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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