
¿Giro hacia la derecha en Bolivia?
La motosierra para recortar gastos innecesarios del Estado no basta, también son vitales las palabras, relatos y narraciones que generen confianza en este tránsito hacia un nuevo ciclo político en Bolivia, cuando el viejo ciclo político (izquierda) tiene enfermedades de base muy avanzadas.
Javier Milei y Nayib Bukele son los referentes de los candidatos de oposición con mayores posibilidades de ganar las elecciones presidenciales del próximo 17 de agosto en Bolivia. Samuel Doria Medina, candidato a presidente por la alianza política Unidad, y Juan Pablo Velasco, candidato a vicepresidente (acompañante del candidato a presidente Jorge Tuto Quiroga) por la alianza política Libre, mostraron fotos con los presidentes de El Salvador y Argentina, respectivamente. Imágenes que representan simbólicamente un guiño hacia la derecha mediante la politización de la dimensión socioeconómica: gastar menos, ahorrar más.
Traer simbólicamente la motosierra a Bolivia: reducir el gasto del Estado como forma de caminar hacia el déficit cero y bajar la inflación, son medidas que muchos votantes bolivianos apoyan. El alto precio de muchos alimentos de la canasta familiar, la escasez de dólares y la distribución irregular de combustibles, sobre todo, diésel, son el abono que puede legitimar medidas de recorte en el gasto fiscal.
Entre los gobiernos de Evo Morales y Luis Arce (2006-2025), administraron aproximadamente USD 50.000 millones por concepto de renta petrolera. A pesar de que mucha gente salió de la pobreza en los años de bonanza, nuevamente está entrando en la pobreza. Es decir, la falta de previsión y planificación de los gobiernos del MAS ha tenido efectos negativos en la economía de sectores populares, provocado mal humor en los ciudadanos, desencanto político de muchos votantes con la izquierda y, por ende, un guiño preelectoral favorable hacia la derecha o la necesidad de un cambio con esperanza.
De acuerdo con encuestas de los tres principales medios de comunicación en Bolivia (Unitel, Red Uno y El Deber), Samuel Doria Medina (Alianza Unidad) y Jorge Tuto Quiroga (Alianza Libre), son los candidatos opositores que tienen mayor preferencia en la intención de votos: ninguno de los dos llega al 25%; mientras que Andrónico Rodríguez (Alianza Popular), el principal candidato del campo nacional-popular (izquierda) oficialista, no llega al 15%.
Si se suman las tendencias de los dos candidatos opositores, es fácil reconocer la posibilidad de un giro hacia la derecha en un país que ha sido gobernado durante casi 20 años por gobiernos de izquierda. Es el movimiento del péndulo.
Samuel Doria Medina es de izquierda en lo formal, de derecha en la práctica y de centro en la narrativa. Formalmente, es vicepresidente de la Internacional Socialista para América Latina y el Caribe; es un empresario capitalista pragmático; y en su discurso combina la tecnocracia con el populismo. Propone electoralmente que en 100 días de gobierno podrá estabilizar la economía y, además, que no afectará los bonos sociales establecidos en el gobierno del MAS. Está con Dios y el Diablo. Cree en la mano invisible y el papá Estado.
Jorge (Tuto) Quiroga es de centro en lo formal, de derecha moderada en la práctica, pero de derecha radical en la narrativa. Su alianza (Libre) está básicamente conformada por un partido de centroizquierda y otro de centroderecha. En la práctica, ha formado parte (vicepresidente) de un gobierno de derecha moderada a finales del siglo XX; y en su narrativa propone un cambio radical de las reglas de juego, préstamos con el FMI, reducir el tamaño del Estado (burocracia), quitar subsidios a empresas estatales y digitalizar todos los entes estatales. Cree más en la mano invisible, menos en el papá Estado.
La politización de la dimensión socioeconómica es lo que predomina en la narrativa económica de ambos candidatos opositores a la presidencia. Considerando la crítica situación económica del país, el humor social de los votantes que están sufriendo los efectos negativos de la falta de diésel y la subida de precios de la canasta familiar, no es para menos. Por tanto, ambos candidatos opositores representan un giro hacia la derecha en el sentido de controlar la inflación, dejar de subvencionar los combustibles, y generar riqueza con los emprendedores y empresarios privados. Sin embargo, es un giro epidérmico, no estructural.
Con el Estado Plurinacional se configuraron estructural, ideológica e institucionalmente las dimensiones socioeconómica y sociocultural desde la primera década del siglo XXI. Hubo cambios en cuanto a derechos políticos y sociales. Las prácticas culturales de los pueblos indígenas y las reglas de juego acorazadas por la narrativa nacional-popular desde el campo de la izquierda, cobraron predominio. En 2025 nada de esto está en tela de juicio. La dimensión sociocultural no está politizada porque lo urgente y necesario es salvar la economía, que la gente recupere su poder adquisitivo. Es pragmatismo económico.
Por eso, Javier Milei es un referente simbólico en el marco de la dimensión socioeconómica, no sociocultural, en la narrativa emocional de Samuel Doria Medina y Jorge Tuto Quiroga. Ambos apuestan por llegar a los sentimientos de la gente con propuestas económicas breves, simples y concretas.
Parece que lo que más importa en este juego de lenguaje emocional es una motosierra boliviana que corte el gasto público innecesario, que circulen más dólares y se distribuyan de manera regular los combustibles, aunque implique pagar un precio más caro por la gasolina y diésel. Aparentemente, 20 años de gobierno de la izquierda nacional-popular ya fueron suficientes. Es la economía…
Sin embargo, los actores partidarios, sociales, institucionales e intelectuales que promueven este giro hacia la derecha en la dimensión socioeconómica, no han preparado el terreno sociocultural de las ideas (Estado liberal-republicano) para iluminar el camino que se quiere recorrer para los próximos 20 años. Solamente están apostando por un barco necesario y suficiente para cargar combustibles, no por un buque de guerra ideológico-cultural.
La motosierra para recortar gastos innecesarios del Estado no basta, también son vitales las palabras, relatos y narraciones que generen confianza en este tránsito hacia un nuevo ciclo político en Bolivia, cuando el viejo ciclo político (izquierda) tiene enfermedades de base muy avanzadas y el nuevo ciclo político necesita un nuevo lenguaje político emocional.
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