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Migrantes: entre el miedo y la amistad Opinión Archivo

Migrantes: entre el miedo y la amistad

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Camilo Herrera
Por : Camilo Herrera Director Ejecutivo 3xi
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La decisión está en nuestras manos: miedo o amistad, prejuicio o encuentro, hostilidad o esperanza compartida. La historia enseña que las sociedades que logran integrar su diversidad se vuelven más humanas, más creativas y resilientes.


Escribo estas líneas mientras miles de niños migrantes ensayan la cueca para presentarse en el acto del 18 de septiembre. Frente a ellos, en el mismo patio, estarán padres chilenos y extranjeros que se emocionan al ver cómo sus hijos zapatean y giran con pañuelo en mano. Hace no tanto, todavía nos sorprendía que llegara una compañera de trabajo desde otro país, que el médico que nos atendiera hablara con un acento distinto o que un hijo nos presentara a una polola extranjera. Hoy eso ya no sorprende: la migración se ha vuelto parte de nuestra vida cotidiana. Casi una de cada diez personas en Chile nació en el extranjero. En otras palabras, chilenos y migrantes convivimos día a día en el barrio, en la escuela, en la feria y en la oficina.

Pero, la paradoja está ahí: mientras compartimos la vida con migrantes, la mayoría de los chilenos los percibe como un problema. El reciente estudio de la Corporación 3xi, en conjunto con Criteria, muestra que el 68% cree que la inmigración es más un perjuicio que un aporte; que muchos la asocian a desempleo, salarios más bajos o menor acceso a subsidios. Pero sobre todo, a inseguridad: 77% piensa que la migración incrementa el crimen organizado y 75% que favorece el narcotráfico.

La migración no es un fenómeno nuevo: la humanidad siempre ha cruzado fronteras empujada por guerras, regímenes autoritarios, pobreza o sequías. Y la ciencia nos advierte que los próximos años, marcados por el cambio climático, traerán desplazamientos aún mayores.

En Chile vivimos un clima de violencia inédito, con delitos que no conocíamos y muchos de ellos están vinculados a redes criminales internacionales. Algunos de estos delitos han tenido gran impacto en el imaginario de nuestro país y han fundado el temor.  Eso no se puede negar. Pero es un gran y peligroso error reducir a la condición de “amenaza” a millones de personas que buscan oportunidades y que, en su inmensa mayoría, trabajan, se integran y aportan.

De hecho, los datos hablan claro: en algunos sectores productivos, los migrantes son un cuarto de la fuerza laboral. Representan casi el 10% de los cotizantes de AFP y tienen una participación laboral incluso más alta que los chilenos. Mientras nuestro país bate récords de baja natalidad, sus familias aportan vitalidad demográfica a una sociedad que envejece aceleradamente.

Entonces, la pregunta no es si habrá migración: la pregunta es cómo queremos convivir. ¿Desde la hostilidad y el prejuicio, o desde la confianza y el reconocimiento? El mismo estudio muestra que la mayoría de los chilenos está dispuesta a trabajar o estudiar con inmigrantes (80%), a recibir a amigos inmigrantes en casa (80%), a tener un jefe inmigrante o vecinos migrantes (70% cada una). Es decir, oscilamos entre la disposición al encuentro y la tentación del estigma.

No se trata de romantizar ni de negar los roces culturales. Todos sabemos que, a veces, el volumen del parlante o la parrilla en la vereda pueden generar tensiones en la convivencia cotidiana. Pero exagerar esos roces hasta convertirlos en excusa para el rechazo no nos conduce a nada bueno. La verdadera respuesta está en abrir espacios de encuentro: escucharnos con atención, conocernos de verdad, poner sobre la mesa los problemas y, al mismo tiempo, reconocer las oportunidades que trae la diversidad.

Eso es justamente lo que haremos en el próximo Encuentro 3xi de Migraciones. generar un diálogo amplio y transversal sobre cómo construir un Chile más plural y cohesionado.

La migración no es un episodio pasajero: es parte de nuestro presente y, sobre todo, de nuestro futuro. La decisión está en nuestras manos: miedo o amistad, prejuicio o encuentro, hostilidad o esperanza compartida. La historia enseña que las sociedades que logran integrar su diversidad se vuelven más humanas, más creativas y resilientes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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