Publicidad
“In the land of the free and home of the brave” Opinión

“In the land of the free and home of the brave”

Publicidad
Jaqueline Gómez
Por : Jaqueline Gómez Decana de la Facultad de Economía y Negocios Universidad Finis Terrae.
Ver Más

Esta frase es parte del himno nacional de los Estados Unidos de América, se encuentra casi al final, en la última estrofa, pero desde su creación en 1812 fue adquiriendo una épica que realzaba los valores del pueblo norteamericano; aquellos que escuchamos en tiempos de guerra o inestabilidad.


Estados Unidos se abandera con las ideas de la libertad y el patriotismo.

Una y otra vez son ellos los que, en la ficción cinematográfica que alimenta al mundo, llegan al rescate, pero ¿es así?

Bajo el Gobierno de Trump han surgido, sin duda, cuestionamientos nacionales e internacionales, y algo de atención deberíamos estar prestando, aunque nos separen grandes distancias.

Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, en la Conferencia de Bretton Woods, los países “vencedores” lanzaron un llamado al establecimiento de un nuevo orden mundial, con la idea principal de ayudar a la reconstrucción de una devastada Europa y, por otra parte, preservar la paz.

De ahí surgen los organismos que hoy conocemos como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y la Organización de las Naciones Unidas.

Esta última representa el espíritu de la conservación de la paz y tiene un Consejo de Seguridad que sesiona para vigilar y mediar conflictos internacionales, proponer métodos de resolución y, si es necesario, medidas coercitivas como sanciones económicas, con el objetivo de preservar la paz.

Pero cuando a la mesa de ese Consejo se sientan los países más poderosos, que a la vez son los que cometen las más flagrantes violaciones al derecho internacional (China, Francia, Rusia y Estados Unidos), lo votado queda fácilmente en letra muerta.

No olvidemos, por ejemplo, que tras el ataque del 9 de septiembre de 2011, Francia, Rusia y China votaron en contra de la invasión a Irak y, al tener poder de veto, amenazaron con bloquear cualquier resolución a favor, sin embargo, la invasión se hizo.

George W. Bush así lo anunció el 19 de marzo de 2003. La llamada “Operación Libertad Iraquí”, porque, claro, si alguien defiende la libertad, la democracia y los derechos humanos es Estados Unidos; y lo hizo diciendo, en un discurso televisado, que iban tras el desarme de Irak, a liberar a su pueblo y, por sobre todo, a defender al mundo del grave peligro que ese país representaba.

Al mismo tiempo, desde la ONU se alistaban programas de ayuda humanitaria y protección a los derechos humanos con financiamiento estadounidense. Por más cuestionados que sean estos programas, para miles de personas daban un ínfimo halo de esperanza y, ahora, con todo el poder que tiene Trump, este halo de esperanza se ve desaparecer.

La Casa Blanca solicitó al Congreso que aprobara la H.R. 4, la Ley de Rescisión de 2025. Esta herramienta legislativa consiste en que un presidente le puede pedir al Congreso que cancele provisiones de gasto aprobado previamente, pero que no se han ejecutado.

La solicitud del Ejecutivo fue cancelar $9 mil millones en provisiones, de los cuales $7 mil millones son para ayuda exterior y $1.1 mil millones para radiodifusión pública –National Public Radio (NPR) y el Public Broadcasting Service (PBS)–.

El Congreso aprobó la solicitud el jueves 17 de junio, influyendo directamente en fondos de ayuda internacional destinados a la ONU aún no utilizados.

Con un carpetazo desaparecieron 361 millones de dólares para el presupuesto de mantenimiento de la paz de la ONU (fondos de 2024 y 2025).

Esta claro que, para Trump, financiar proyectos de ayuda internacional o Cooperación Internacional para el Desarrollo, así como el mantenimiento de la paz, no es una de sus prioridades, y deberíamos estar viendo con atención los esfuerzos de la Unión Europea por mantener este tipo de financiamiento abierto.

Este golpe de timón demuestra cómo no solamente el presidente Trump, sino también el Congreso de Estados Unidos, ven la ayuda exterior y las contribuciones a la ONU. Como algo no importante.

Cuando se publicó por primera vez este proyecto de ley, se sabía que el Congreso tenía la capacidad de imponer su propia visión (como ha sucedido en años anteriores). Sin embargo, sus acciones muestran que su visión se alinea estrechamente con la de la Casa Blanca.

Esto es relevante, porque en el multilateralismo en el que vivimos todo lo que pasa en el epicentro del “mundo libre” nos afecta de una manera u otra. Estamos viviendo una nueva geopolítica, donde queda en cuestionamiento la existencia de organismos como la ONU, pero, por sobre todo, el discurso de la protección a la libertad, los derechos humanos, la democracia, la paz y la cooperación internacional para el desarrollo que, a tantos países en vías de, se habían canalizado en administraciones anteriores.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

Inscríbete en nuestro Newsletter El Mostrador Opinión, No te pierdas las columnas de opinión más destacadas de la semana en tu correo. Todos los domingos a las 10am.

Publicidad