
Encuesta a empleadores sobre su mutualidad: ¡Exigir más y mejor prevención la lleva!
Los empleadores deben leer estos resultados con atención y considerarlos al momento de elegir su mutualidad. No basta con mirar los promedios: hay que revisar los atributos específicos, la capacidad real de acompañamiento y la calidad del apoyo preventivo.
Hace algunos días, la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO) publicó los resultados de la encuesta de satisfacción de personas trabajadoras y de empresas respecto a los servicios que entregan las mutualidades de empleadores (ACHS, Mutual de Seguridad de la CCHC e IST).
Recordemos que las mutualidades son corporaciones de derecho privado sin fines de lucro de la Seguridad Social, recaudando cada año más de un billón de pesos en cotizaciones obligatorias, de cargo del empleador, destinadas a financiar el Seguro Social de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales. Estos recursos deben destinarse a prestaciones médicas y económicas —en caso de accidentes y/o enfermedades laborales— y prestaciones preventivas, orientadas a evitar accidentes y enfermedades laborales.
En materia de seguridad y salud en el trabajo, la responsabilidad recae en los empleadores y, de manera clave, las mutualidades deben ser aliadas técnicas, activas y especializadas en la prevención de riesgos laborales. Este es su mandato legal y parte de su razón de ser.
En los últimos años, con los avances regulatorios en seguridad y salud en el trabajo, las empresas han comenzado a valorar y exigir con mayor fuerza un apoyo preventivo más efectivo por parte de las mutualidades. Los resultados de la encuesta son elocuentes.
Por el lado de las personas trabajadoras, la satisfacción con las prestaciones médicas sigue siendo alta: 76% de satisfacción neta en el sistema, con rangos entre 67% y 74% según la mutualidad. Un resultado positivo y sostenido que merece reconocimiento.
Sin embargo, la historia cambia al mirar la evaluación de las empresas respecto de las prestaciones preventivas. La satisfacción final neta en esta materia alcanza solo un 55%, una caída significativa frente al 63% del año anterior y muy por debajo de la satisfacción de los trabajadores en relación a las prestaciones médicas, ya señaladas. También disminuye la satisfacción del sistema en “servicios y prestaciones”, que baja de 70% a 59%. Más aún, las dos mutualidades más grandes muestran descensos con significancia estadística en estas dos preguntas, lo que evidencia un resultado a mirar con detención y preocupación.
El dato más crítico: el “apoyo y asesoría en prevención” alcanza apenas un 49% de satisfacción neta, sin mejora respecto al año anterior. Y el Índice Neto de Promoción —la disposición a recomendar a la mutualidad— llega solo al 36%.
¿Cómo podemos leer estos resultados?
Primero, internacionalmente, impulsado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se ha transitado hace décadas desde un enfoque curativo y prescriptivo hacia uno preventivo —inspirado inicialmente en 1981 por el Convenio 155 y consolidado en 2022 con el reconocimiento por parte de dicho organismo internacional del derecho a un entorno laboral seguro y saludable como derecho fundamental—, pero nuestro país aún no logra que la prevención sea el corazón de su acción.
Segundo, Chile ha avanzado normativamente en la dirección correcta. La reciente entrada en vigencia del Decreto Supremo N°44 (desde febrero de 2025), que exige a las empresas implementar un Sistema de Gestión de Seguridad y Salud en el Trabajo (SGSST), hace mandatorio las obligaciones empresariales en identificación de peligros y evaluación de riesgos, para implementar medidas preventivas que apunten a la eliminación o control del riesgo y así evitar su materialización en la ocurrencia de un accidente o enfermedad. Siendo también los riesgos de la salud mental (Ley Karin incluida) parte de la gestión a desarrollar en el marco del SGSST.
Este cambio regulatorio debería impulsar un verdadero cambio cultural: que la prevención deje de ser solo un checklist de cumplimiento y pase a ser parte del ADN de la gestión estratégica corporativa. Porque la seguridad y salud en el trabajo no solo es un derecho laboral intransable —nadie debería enfermar, lesionarse y menos morir por su trabajo—, sino que también genera valor económico: reduce ausentismo, mejora compromiso y productividad, y fortalece la sostenibilidad organizacional. Quienes aún no lo entiendan así, deben enmendar la visión y corregir el rumbo.
En este contexto, las empresas no quieren, ni deben, estar solas. Están pidiendo/exigiendo —con razón— que sus mutualidades cumplan su rol: acompañarlas técnica y estratégicamente en la construcción de entornos laborales sanos y seguros.
Los empleadores deben leer estos resultados con atención y considerarlos al momento de elegir su mutualidad. No basta con mirar los promedios: hay que revisar los atributos específicos, la capacidad real de acompañamiento y la calidad del apoyo preventivo. En la medida que los empleadores exijan mayor asistencia técnica en prevención por parte de las mutualidades, éstas serán mas activas en proveer estos servicios y de mejor calidad.
Y las mutualidades, por su parte, deben asumir el desafío con decisión. Mas que ver estos resultados y comentarios como una crítica, deben verlo como una oportunidad para reenfocar su compromiso y gestión hacia la prevención efectiva. Es hora de que las prestaciones preventivas estén verdaderamente en el centro de las mutualidades, con un rol activo, técnico y estratégico al servicio de las empresas y sus personas trabajadoras.
Porque hoy, más que nunca, exigir mejor prevención… la lleva.
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