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Puerto de Ideas: buen aniversario Opinión Archivo (imagen referencial)

Puerto de Ideas: buen aniversario

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Agustín Squella
Por : Agustín Squella Filósofo, abogado y Premio Nacional de Ciencias Sociales. Ex miembro de la Convención Constituyente.
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Una de las cosas más notables de este festival es que el público asistente deambula por los distintos sitios y ofertas de la programación, y todos conversan entre sí mientras se dirigen a una u otra de las locaciones.


Aunque ese título es el de una muy buena y conocida canción de Charles Aznavour, en lo que pienso ahora es en la próxima versión de Puerto de Ideas en la ciudad de Valparaíso, que es ya la número 15 y que tendrá lugar entre el 7 y el 9 de noviembre.

Y lo primero que habría que hacer es felicitar al público, a los invitados y a los organizadores por la persistencia en una iniciativa porteña a la que se concurre invariablemente en esta época del año, en la que ya aparece fuerte el viento de Valparaíso, uno de nuestros más conocidos y familiares vecinos. Viento, podría decirse, para esparcir ideas.

He desarrollado algunas actividades en el marco de ese festival y, últimamente, he disfrutado con los llamados “Diálogos Porteños”, en ocasiones sobre el agua, sobre las escaleras, sobre la pobreza, sobre Santiago Wanderers, y esta vez lo haré acerca de Valparaíso y la vejez, de manera que en ambos casos sabré bien de lo que estoy hablando.

Pero mi papel no es intervenir en esos diálogos, sino moderarlos, y esta vez los invitados serán la filósofa Diana Aurenque y el  antopólogo Marcelo Arnold. ¿Habrá envejecido ya Valparaíso? ¿Cómo envejecemos allí? ¿Qué tiene esa ciudad para conservar tanto su vitalidad como su esperanza? No olvidemos nunca que uno de nuestros cerros se llama de esa manera: “Esperanza”.

La nueva versión de Puerto de Ideas llegará casi justo en el momento en que en los cerros porteños empiezan a florecer los retamos, ese pequeño arbusto de escaso follaje, que despide una dulce y fuerte fragancia que bien podría ser el perfume oficial del verano chileno. Sabemos que se trata de un arbusto modesto que no está en los viveros de plantas. Tampoco se los pone en los jardines. Crecen por allí no más, como igual lo hacen cada invierno los aromos, y el paseante registra con agrado, en uno y otro caso, cómo unas flores amarillas tan diminutas pueden despedir tan intenso aroma.

Del programa de esta nueva versión del festival porteño se está haciendo suficiente difusión y ya comprobarán ustedes la calidad y el atractivo de los invitados nacionales y extranjeros. Una de las cosas más notables de este festival es que el público asistente deambula por los distintos sitios y ofertas de la programación, y todos conversan entre sí mientras se dirigen a una u otra de las locaciones.

La conversación sigue luego en el momento de las comidas, porque tanto en los escenarios dispuestos como en las calles y otros puntos de la ciudad lo que hay en el aire es una permanente conversación. No se trata de una idea original, pero uno debería promover con mayor determinación y frecuencia eso que se llama la “conversación de la humanidad”, y una conversación demanda siempre el entusiasmo de los participantes. El entusiasmo, el fervor incluso, y también la paz, hoy ausente en el mundo por obra de los que creen que las armas estarán siempre sobre las letras y en general sobre las artes.

Sin embargo, destaco en particular la participación que tendrá en la sesión inaugural del festival el notable escritor argentino Hernán Díaz.

Puerto de Ideas volverá a instalar entusiasmo y serenidad en nuestros tres próximos días en el puerto de Valparaíso.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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