Opinión
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Problemas ciudadanos, respuestas urbanas
La planificación urbana, como disciplina que permite pensar en el futuro de barrios, ciudades y regiones, puede dar un aporte fundamental en este sentido.
¿Importa realmente la ciudad? En el Día Mundial del Urbanismo, esta pregunta se vuelve esencial. A primera vista, parecería que los temas urbanos no figuran entre las prioridades de la ciudadanía. Así lo indica el último Estudio Nacional de Opinión Pública del Centro de Estudios Públicos: al consultar qué problemas deberían concentrar los mayores esfuerzos del Gobierno, los encuestados mencionan principalmente la delincuencia, la salud, el empleo y la educación. La vivienda aparece recién a mitad de tabla, como prioridad para solo el 14% de los participantes. Más abajo aún figuran el medio ambiente y el transporte público, con apenas un 4% y un 2% respectivamente.
Sin embargo, los problemas que más preocupan a la ciudadanía están profundamente vinculados con la ciudad. La delincuencia se combate no solo con mayor control policial, sino también construyendo entornos urbanos seguros, donde la vigilancia natural, la iluminación y el cuidado del espacio público contribuyen a prevenir el delito. La salud se construye reduciendo las listas de espera y los gastos médicos, es cierto, pero también con ciudades que reducen la contaminación, promueven la actividad física y facilitan el contacto con la naturaleza, contribuyendo al bienestar físico y mental de sus habitantes. Y para el empleo y la educación, un elemento fundamental es crear las condiciones para que toda la ciudadanía tenga fácilmente acceso a estas oportunidades, garantizando que lugares de trabajo bien remunerado y escuelas de calidad estén cerca de donde viven las personas.
Para responder a los problemas que la ciudadanía considera como más urgentes, es necesario mirar también a las ciudades. Es ahí que podemos buscar respuestas a largo plazo, capaces de abordar los factores estructurales detrás de los temas que la opinión pública identifica como prioritarios. Hacerlo requiere mirar a los lugares que habitamos más allá de la contingencia, visualizando escenarios deseables y definiendo estrategias que permitan adaptar las ciudades a circunstancias ambientales, económicas y sociales cambiantes.
La planificación urbana, como disciplina que permite pensar en el futuro de barrios, ciudades y regiones, puede dar un aporte fundamental en este sentido. Planificar no es solo definir una serie de intervenciones para enfrentar la contingencia de la ciudad: es creer que el cambio es posible y que el destino de un lugar no está escrito. Si no fuera así, Medellín seguiría siendo conocida todavía como narco-capital, Bilbao como una ciudad industrial en decadencia y Dubái sería un pequeño puerto en el desierto. Este Día Mundial del Urbanismo recuerda que transformar las ciudades no solo es posible, sino necesario, para responder a los problemas aparentemente irresolubles que preocupan a la ciudadanía.
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