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Las falacias en materia de incendios forestales no nos servirán frente a los megaincendios Opinión Hualqui, incendio forestal 2025 Crédito: AgenciaUno

Las falacias en materia de incendios forestales no nos servirán frente a los megaincendios

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Jorge Morales Gamboni y Leoncio Briones Sepúlveda
Por : Jorge Morales Gamboni y Leoncio Briones Sepúlveda Dr. Jorge Morales Gamboni. Ing. Forestal. Académico USACH Dr. Leoncio Briones Sepúlveda. Ing Civil. Académico USACH
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En la última década, Chile ha registrado entre 6.000 y 8.000 incendios forestales por año, afectando 80.000 a 120.000 hectáreas, sin contar los megaincendios de 2016-2017 y 2022-2023 con una afectación muy superior.


 Analizaremos aquí algunas falacias que en la práctica impiden cambiar el status quo de esta situación. Se trata de hacer como que se cambia pero seguir haciendo lo mismo para que todo continúe igual. Estas falacias se pueden resumir como sigue: 

En primer lugar, la malintencionada confusión entre prevención y combate, se manifiesta cuando las autoridades presentan aviones, helicópteros o brigadistas como “prevención”: en realidad describen acciones de combate. El 95% del presupuesto se destina a apagar incendios, no a evitar que ocurran. Este sistema, en la práctica, sostiene la “economía del fuego”, basada en arriendos de aeronaves, activación de bomberos mediante alertas rojas, uso de aeródromos y una estructura entera montada sobre el propósito de apagar incendios, no prevenirlos. La confusión es inducida cuando se asegura que los recursos de combate ayudarán a la prevención de los daños. 

Además, la onerosa farandulización de los incendios forestales, es una máquina de puesta en escena que se monta bajo el modelo de la SENAPRED a la ocasión de incendios forestales: se compone de:

  • El tratamiento de los incendios forestales como “desastres naturales” asimilándolos a fatalidades en virtud que son “desastres provocados” por personas. Así se hacen reuniones de autoridades televisadas, y se de una dimensión de manejo de catástrofe al incendio;
  • El uso mediático de grandes aviones supertanquer, muy útiles en países planos pero ineficaces en un territorio lleno de cerros como Chile; estos funcionan más como atractivo televisivo que como herramienta técnica;
  • La sobreexposición del “botón rojo”, indicador meteorológico genera ansiedad pública y puede incluso alentar a personas irresponsables a provocar incendios, sabiendo dónde serán más espectaculares. 

También, hacernos creer que los incendios forestales los podremos mantener bajo control con los recursos de combate que año a año se nos presentan es sólo es una ilusión. El cambio climático ha creado condiciones propicias para megaincendios de sexta generación: eventos veloces, holísticos, muy extensos e imparables. La vegetación, sometida a estrés hídrico permanente medido por el NDVI (por sus siglas en inglés), se mantiene seca incluso en invierno. Los modelos de propagación de incendios existentes -usados por empresas y por CONAF- no sirven para megaincendios: fallaron en Santa Olga y en Valparaíso. 

Finalmente, la inútil espera de una inútil ley de incendios, sólo enmascara a un proyecto que enfatiza castigos, carece de fomento y busca normar la existencia de planes de prevención de zonas de interfaz urbano-rural que CONAF ya produce hace años y que, además, traspasa a los municipios -sin recursos específicos para esto- la ejecución de medidas preventivas, lo que reproduce el problema actual: los planes se archivan y no se implementan. Es una ley a la chilena que “hace como que hace pero no hace”. 

El nuevo Servicio Nacional Forestal (SERNAFOR), que reemplazará a CONAF desde 2026, no debiera continuar sosteniendo estas falacias ni legitimar el espectáculo mediático del fuego. Lo que se requiere es una reingeniería completa del sistema de incendios forestales en Chile. La tecnología y el conocimiento científico existen; falta decisión real. El próximo director del SERNAFOR, designado por Alta Dirección Pública, debería recibir el mandato de terminar con las narrativas equivocadas y reemplazarlas por criterios técnicos modernos. Eso implica, entre otras cosas, hacer crecer el presupuesto de prevención al 50% del total e incorporar masivamente la IA en la predicción de los incendios forestales. Sólo así será posible enfrentar -y eventualmente contener- los megaincendios que se nos vienen.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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