
Cuando salir de compras cuesta caro: Carlos Heller y el origen de la división con su hermana Andrea
Falabella, gran activo de Bethia, le permitió invertir en sus pasiones: fútbol, camiones, aviones, barcos y una lechería. Pero en el holding tiene de socias a su hermana y su madre. Como no todas las apuestas fueron rentables, lo que hay que dividir es más chico que en 2011, cuando salió de compras.
Cuando Carlos Heller (59) salió de compras, no reparó en gastos. A juzgar por sus inversiones, se dio todos los gustos de cualquier niño. Jugaba con camiones y es dueño de Sotraser, la empresa más grande del sector. Vistió la camiseta de las divisiones inferiores de la U y fue el mayor accionista de Azul Azul. Le fascina el campo y tiene la segunda lechería más grande de Chile. Hacía volar aviones de juguete y compró una flota de verdad al entrar como socio de Lan. Le gustaban los barquitos y fue accionista de Empresas Navieras.
El problema es que no estaba solo: Bethia –el holding creado en 1994 por su madre, Liliana Solari (85), para invertir los dividendos de Falabella– tiene tres socios. Carlos, su hermana Andrea (61) y Liliana, en partes iguales.
No todas las inversiones fueron rentables, lo que alertó a Felipe Rossi, el hijo mayor de Andrea, quien ha debido enfrentar las secuelas de un accidente cerebrovascular sufrido hace 13 años.
En 2021 los hermanos y la madre acordaron llevar adelante una separación del patrimonio familiar.
La división no ha sido rápida: Bethia tenía mucha deuda y las acciones de Falabella, su gran activo, fueron prendadas para pedir créditos, lo que hizo necesario negociar con los bancos. Hubo que esperar a que terminara el pacto controlador de Falabella el 1 de julio pasado. Pero lo que no estaba en el radar era que la acción de Falabella cayera a $1.518 a fines de 2022, por lo que se le dio tiempo a que subiera de valor.
Andrea Heller es asesorada por los abogados Manuel José Vial y Nicolás Tagle, quien la representa desde 2021 en el directorio de Bethia, al igual que su hijo Felipe Rossi, quien ocupa el cargo desde 2020. Y José Miguel Barros, presidente de la AGF LarrainVial Activos y director de Multiexport y Viña Tarapacá.
Por Carlos Heller están Rodrigo Veloso, histórico fiscal de Bethia, y su hermanastro Gonzalo Rojas, director de Bethia y Mega. La idea es que los activos se repartan en tres tercios, aplicando una fórmula matemática.
Altis, el banco de inversión, es el encargado de las valorizaciones. Coincidentemente, su fundador Tomás Müller Sproat y su hijo Tomás Müller Benoit, socio y codirector de finanzas corporativas de Altis, llevan tres años comprando acciones de Falabella y ya alcanzaron un 5,5% de la propiedad, lo que incluye el 1,5% de la multitienda que Bethia remató el año pasado, por el que los Müller Benoit pagaron US$ 124 millones.
Altis tenía listas, a mediados de 2023, las valorizaciones de Sotraser, Ancali y Mega, según La Tercera.
Pasiones maltrechas
Cumplir el sueño de ser un “romántico viajero”, con el 63% de la concesionaria Azul Azul, le costó unos $25 mil millones, según DF. Y recibió poco menos de la mitad cuando la vendió en 2021 a Tactical Sport, propiedad de Michael Clark.
Por Lan pagó US$424,7 millones, en 2010, al adquirir un 8% a través de Axxion, la sociedad del expresidente Sebastián Piñera –quien de esa forma se ahorró US$ 50 millones en impuestos– y US$ 88 millones por un 1% adicional en 2012, lo que le permitió a Heller sentarse en el directorio.
Lan era una empresa que tenía entre ceja y ceja. “Hace tiempo estuvimos muy cerca de entrar. Negociamos con los Hirmas en 2000, pero no hubo acuerdo. Bethia además recién partía, no era como para que nos diéramos el salto. La Andrea y mi mamá decían todavía no. Siempre me arrepentí y Lan me quedó dando vueltas en la cabeza”, declaró a la desaparecida revista Poder, de Televisa, en 2010.
Al igual que el resto de los accionistas grandes, fue bajando la participación en Lan por distintas operaciones. Con la fusión con TAM, en 2012, disminuyó a un 6%. Y no resultó como lo esperado, ya que el mercado interno de Brasil, que crecía al 20% anual, se vino abajo por la recesión y además se devaluó el real. Latam, su nuevo nombre, anotó pérdidas por US$ 263 millones en 2013, US$ 77 millones en 2014 y US$ 178 millones en 2015 y la acción cayó un 50% entre 2012 y 2018.
Con los ingresos a la propiedad de Latam de Qatar, en 2016, y Delta, en 2019, la participación de Bethia bajó a un 4,23%, ya que cedió su opción de suscribir acciones en los aumentos de capital. Pero a cambio recibió US$ 122 millones, según DF, cuando Delta entró a la propiedad de Latam con un 20%.
Tras dos buenos años en resultados (2018 y 2019), vendría lo peor e inesperado: la pandemia que dejó a la aerolínea con pérdidas por US$ 4.555 millones en 2020. Latam se acogió en mayo de ese año al Capítulo 11 de la ley de reorganización en Estados Unidos y, como resultado, la participación de Bethia se diluyó. No así las deudas contraídas para comprar las acciones de Latam.
Hubo voces que le recomendaron a Heller vender antes de la pandemia, pero él no quiso. Dependiendo de la persona a la que se le pregunte, el hoyo financiero que provocó la caída de Latam a Bethia fue de unos US$ 500 millones, según unos, o US$ 300 millones, según otros.
Como socio de Lan, en 2011, le compró a la línea aérea la empresa de transporte y logística Blue Express. Pagó US$ 54 millones y la mejoró: invirtió US$ 60 millones en un centro de distribución, bodegas y un moderno sistema de clasificación automática. En 2019 la vendió en algo más de US$ 100 millones al banco de inversión Altis y al fondo de capital de riesgo Kinza, ex Gamma Capital.
Heller evaluaba dos nuevos proyectos bajo estricta confidencialidad, razón por la cual se deshizo de un negocio con gran proyección. Las compras en línea crecían casi al 30% anual y Blue Express se encargaba del transporte y despacho a lo largo de Chile.
No se supo qué pasó con lo que pensaba hacer. Sí que, en 2022, Empresas Copec pagó casi US$ 230 millones por Blue Express.
Buscando a Heller
Impredecible, nunca se sabe dónde está el presidente de Bethia. Puede ser el piso 50 de la Torre Titanium, de cuya construcción fue socio junto a Abraham Senerman, o en Los Ángeles: cuatro campos que suman cuatro mil hectáreas productivas, donde cría y ordeña las cuatro mil vacas de la lechería Ancali; siembra praderas con alfalfa, maíz para silo, avena y soya para alimentar a sus animales; y mantiene los 400 caballos del Haras Don Alberto. Y si no en Kentucky, Estados Unidos, donde está el rancho de 170 hectáreas, comprado hace 12 años, con 294 caballos de carrera del Haras Don Alberto Corporation, uno de los cinco más grandes de EE.UU.
Para moverse, Heller usa un avión Gulfstream G550 que posee Bethia, según las redes sociales. Vale US$ 40 millones y es capaz de volar sin escalas a Kentucky, lo que no es barato. Asumiendo que viaja cada dos meses a visitar a sus caballos en Estados Unidos, el costo de operación es de US$ 1,2 millones anuales. Y sumando sueldos de pilotos, hangar, tasas de losa y de embarque, seguro y mantención, sube a US$ 1,8 millones al año.
Ancali y Sotraser por dentro
A diferencia del resto de los productores, Ancali lleva su leche hasta las plantas de Soprole y Nestlé en los camiones de Sotraser. No se la retiran. Fundada por Heller en 2003, es la segunda más grande después de Manuka y una de las más modernas del país, 100% robotizada, que usa el sistema estabulado (bajo techo).
Anota utilidades operacionales por su alta producción –176 mil litros diarios en promedio–, coinciden lecheros de la zona. Aunque difícilmente dicen que va a recuperar la inversión: entre la compra de tierras, infraestructura, sistemas de riego, animales, robots y capital de trabajo, el monto supera los US$ 100 millones.
Sotraser también es una empresa cerrada. Con 600 camiones, es muy fuerte en minería, transporta cargas peligrosas para Copec, Gasco, Indura y Lipigas y productos para Cencosud, Coca Cola, CMPC, Soprole, Watt’s y Cial, entre otras. Es la más grande del sector y tiene utilidades que pueden oscilar entre US$ 1 millón y US$ 7 millones anuales, según fuentes del gremio del transporte.
En la división patrimonial, Carlos se quedará con Sotraser y Ancali.
Un negocio de larga duración fue el vitivinícola: en 2006 Bethia pagó US$ 16 millones por la Viña Indómita; US$ 52 millones por la Viña Dos Andes en 2012; y compró Santa Alicia, ese mismo año, por un monto no revelado.
En 2017, vendió el 85% de Bethwines –el holding de vinos de Bethia, que llegó a ser el séptimo en producción– a Yantai Changyu Pioneer Wine, la mayor empresa vitivinícola china, en unos US$ 55 millones al contado, según El Mercurio.
Celebrando en Kentucky
Alguna vez la revista Poder, de Televisa, le preguntó: ¿Qué más le gustaba de chico? Heller respondió: “Los barquitos. Por ahí va mi próximo sueño”. Un año después, en 2011, Bethia entró con un 14,7% a la propiedad de Empresas Navieras, del grupo Urenda.
El desembarque no fue bueno: al vender sus acciones cuatro años después, en un remate, recaudó $ 5.500 millones menos de lo que había pagado.
No le gustan las inversiones financieras y con pocas ganas ha participado en el sector inmobiliario. “Me interesa lo productivo”, decía en Poder.
Que sus caballos ganen lo pone dichoso. Journalism, ejemplar del Haras Don Alberto Corporation, triunfó en la segunda carrera de caballos más importante de Estados Unidos (Preakness Stakes en Baltimore) y fue vicecampeón en el Derby de Kentucky. Ambas carreras, en mayo último, forman parte de la Triple Corona de Estados Unidos. Cuatro caballos del haras en Chile ganaron desde 2018 El Ensayo, que se corre en el Club Hípico, presidido por Heller –el mayor accionista– y que lleva el apellido Mega, porque auspicia la carrera más importante de la hípica chilena.
La fuerte presencia de los caballos del Haras Don Alberto en las carreras del Club Hípico, en especial en los clásicos, ha motivado quejas entre los hípicos que alegan que son poco atractivas y hay pocas apuestas, porque los fina sangre que corren pertenecen a la misma familia y son los que ganan.
Es una pasión heredada de su abuelo Alberto Solari Magnasco, quien fue dueño del Haras Tarapacá en Calera de Tango. La continuó Liliana, su madre: en 1987 compró un campo de 200 hectáreas en Los Ángeles para criar caballos como un hobby, cuando Carlos y Andrea eran veinteañeros.
Que sus hijos Pedro, director de Bethia y hasta 2016 gerente general de Ancali, y Alberto, director ejecutivo de Sotraser, cosechen victorias en sus carreras de rally es otra cosa que lo hace feliz.
En la división patrimonial, Liliana Solari se quedaría con los Haras Don Alberto en Chile y Don Alberto Corporation en Estados Unidos. Y según La Tercera, con el avión y un helicóptero.
Bien por el agua; mal por la salud
Colmena fue un negocio diferente. Al este Bethia entró en 2013 como uno de sus principales aportantes del fondo LarrainVial Salud, con un 46%, en una operación valorizada en cerca de US$ 500 millones.
En 2021, Colmena llegó a un acuerdo con Nexus, dueña de la isapre Nueva Masvida, pero el rechazo de la Fiscalía Nacional Económica (FNE) y del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC) complicó todo.
Cuando la Corte Suprema acogió un recurso de queja interpuesto por Nexus en 2023, dando luz verde a la operación, la industria había cambiado, los riesgos regulatorios aumentado y los US$ 150 millones ofrecidos por la compra de Colmena quedaron en nada.
En esta isapre quedarían como socios Carlos, su hermana Andrea y su madre, porque es un negocio difícil de valorizar.
Bethia también tuvo paso –breve– por Clínica Las Condes: entró en 2012 al adquirir un 11,3% en US$ 82 millones y vendió en 2014 en casi US$ 80 millones.
De su familia ha dicho que quien más lo ha marcado es su tío en segundo grado Juan Cúneo. Cuando se refiere a él suele hacerlo con nombre y apellido. No está claro si por él o por el interés de Liliana Solari, su madre, en 2011 entró a la propiedad de Aguas Andinas junto a su tío Juan, el Grupo Luksic y las AFP, cuando la Corfo vendió un 30%.
Bethia compró un 3,66% en US$ 120 millones. En 2013 vendió poco más del 1%, con lo que obtuvo una ganancia de 40% y mantuvo un 2,13%. Al año siguiente se deshizo de un 0,55%, con la misma ganancia, bajando a un 1,58% de la propiedad. En 2016, volvió a vender, ganando un 44%, y se quedó con un 0,98%. En 2020 enajenó un 0,51%, con una pérdida de 15%.
Sumando y restando, fue una muy buena inversión.
Factor Mega
Relegado al cuarto lugar de sintonía cuando Bethia compró Megavisión en 2012, Heller realizó dos grandes contrataciones: Patricio Hernández (exdirector de programación del 13), quien asumió el 1 de diciembre de 2013 como director ejecutivo con plenos poderes, y María Eugenia Rencoret, directora del área dramática de TVN por 28 años.
Desde 2014 hasta el primer semestre de 2025, Mega ha sido imbatible, ocupando el primer lugar en rating, con excepción de 2021 cuando ganó CHV.
Bethia pagó US$ 143,5 millones al grupo Claro e invirtió US$ 40 millones en los primeros cuatro años. En 2016, cuando Discovery compró un 27,5% de Mega en US$ 53 millones, valorizó el 100% del canal en US$ 211 millones, según DF.
En 2023, Megamedia –el holding que abarca el canal, la señal de cable Mega 2, la plataforma de pago Mega Go y las radios Carolina, Romántica, Infinita, Tiempo y Disney, adquiridas entre 2016 y 2017– recompró el paquete de acciones de Discovery, que tenía una opción de venta, por el mismo precio pagado siete años antes.
Este negocio con el que lo identifica la gente quedará en poder de Carlos Heller, quien preside Mega y está acompañado en el directorio por sus hijos Pedro y Alberto; Ani Bull, su contadora que integra el directorio de Bethia; Alberto Morgan Lavín, abogado histórico de Bethia; y Gonzalo Rojas, entre otros.
En una industria donde la competencia ha perdido mucho dinero, en Mega destacan que no han cerrado años con pérdidas desde 2014. Pero si Heller quisiera vender el canal no le pagarían lo que Bethia desembolsó en 2012. Chilevisión, por ejemplo, le costó a Warner US$ 140 millones en 2010 y cuando lo vendió, una década después, recibió entre US$ 14 millones y US$ 20 millones.
Falabella: de joya a joyita
En 2011, los Heller Solari tenían un 11,9% de Falabella, siendo los quintos mayores accionistas detrás de Dersa (Del Río), Auguri (Karlezi Solari), Corso (Cortés Solari) y Liguria (Cúneo Solari). Bethia recibía jugosos dividendos y Carlos salía de compras.
El estallido social a fines de 2019 provocó una caída en las ventas del último trimestre –históricamente el mejor del año– y los efectos de la pandemia retrasaron la llegada de la mercadería desde China por problemas logísticos, situación que sumada al fin de los retiros de dineros desde las AFP provocó, en 2022, una baja feroz en el consumo.
Falabella anotó cuatro trimestres de pérdidas y el 28 de noviembre de 2022 la acción tocó fondo al cotizarse en $1.518 el papel. Con ello, el 100% de la compañía se valorizó en apenas US$ 4.159 millones.
Hubo desacuerdos entre las siete familias controladoras por la forma de manejar el negocio. Y en una votación 5 a 4, Enrique Ostalé asumió la presidencia de Falabella, en abril de 2023, con el apoyo de los Cúneo Solari, Heller Solari y Del Río, siendo la primera vez que el cargo es ocupado por un representante ajeno a los clanes.
En septiembre de ese año, Gastón Bottazzini presentó su renuncia a la gerencia general y en noviembre Fitch Ratings bajó la clasificación de Falabella, con lo cual perdió el grado de inversión y, por ende, se encareció el costo de pedir créditos, por el mayor riesgo financiero.
Mientras, Bethia –por su alto endeudamiento y necesidad de hacer caja– traspasaba el límite impuesto por el pacto controlador de Falabella. Al vender un 0,39% en US$ 23,2 millones (a $1.870 la acción), en junio de 2023, Bethia quedó con un 8,39% y el acuerdo era no bajar del 8,5%. Razón por la cual el pacto que forman las siete familias autorizó a los Heller Solari a disminuir su participación hasta un límite de 5%.
En junio de 2024, Bethia volvió a hacer caja: vendió un 1,5%, recaudando US$ 124,5 millones, y en octubre un 0,5% por US$ 46 millones.
Prosiguió este año: un 0,4982% (a $4.870 por acción) el 16 de junio, obteniendo US$ 63 millones. Y un 0,5% (a $5.120 por acción), recibiendo US$ 65 millones, el 3 de julio, dos días después del fin del pacto controlador cuando había libertad para traspasar cualquier límite.
Por las ventas de sus papeles de Falabella, entre 2023 y 2025, Bethia recaudó poco más de US$ 321 millones.
La pregunta del millón
¿Cuánto tiene Bethia actualmente en Falabella? Depende de dónde provenga la cifra, porque los datos de las memorias de Falabella no coinciden con los de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF).
Según la memoria, Bethia tenía un 5,87% al 31 de diciembre de 2024; según la CMF, un 4,14%. Diferencias que también ocurren al cierre de 2023, 2022, 2020 y 2019. No así entre 2018 y 2011.
Al 30 de junio último, la CMF indica que Bethia posee un 3,44% de Falabella. Si se toma la memoria de 2024 y se resta el 0,9982% que Bethia vendió este año en dos operaciones, el holding de los Heller Solari tiene un 4,87% al 30 de junio. Es más de un punto de diferencia.
Un detalle: existe un paquete histórico que sumar y es el 0,11% de Inbet S.A., cuyos socios son Liliana Solari, Carlos Heller y sus dos hijos, Andrea Heller y sus dos hijos, según detallan las memorias de Falabella.
Del 11,85% que tenía Bethia en 2011 –coinciden la memoria y la Comisión para el Mercado Financiero–, los Heller Solari bajaron a un 4,98% (memoria) o al 3,55% (CMF) –incluyendo en ambos el 0,11% de Inbet SA–, lo que arroja un valor de US$ 601,3 millones en el primer caso y US$ 428,6 millones en el segundo, al cierre de esta edición.
Bethia logró bajar muchísimo sus pasivos con las ventas de papeles de Falabella y actualmente, según las fuentes consultadas, estos llegan a unos US$ 125 millones ($120 mil millones), pero aún falta lo más importante: cómo se repartirá lo que queda de la joya.
Dado que Carlos se quedará con Mega, Sotraser y Ancali, la madre con los haras en Chile y Kentucky, es más que seguro que Andrea Heller –quien posee loteos inmobiliarios en Concepción y townhouses a la venta en Santa María de Manquehue a título personal– reciba más acciones de Falabella.
Se trata de un asunto que deberá estar resuelto antes de fin de año, para que Andrea y su family office Sisbrom, Carlos e Inversiones Alpes, y Liliana Solari e Inversiones Kennedy, separen el patrimonio familiar.