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Engatusa 2025: la fiesta internacional que no fue

Engatusa 2025: la fiesta internacional que no fue

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Carlos Reyes M.
Por : Carlos Reyes M. Director de www.viajealsabor.cl @viajealsaborchile
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Poco público y mínima atención mediática tuvo el que iba a ser el gran encuentro gastronómico del 2025 en chile, perdido entre decenas de otros eventos de fin de año en materia de comidas.


“Chile es un buffet climático” aludiendo una despensa nacional repleta de riquezas y sorpresas. Una cuña vendedora -y verosímil- digna de ser repetida en otros tantos foros, fue la que puso sobre el escenario la cocinera colchagüina Pilar Rodríguez. A su lado Ignacio Ovalle, chef de restaurante La Calma, explicó con didáctica paciencia por qué la pesca de espinel es más sustentable y sabrosa, por eso de que las redes descomponen con más facilidad la carne marina incluso en medio del mar. También fue interesante constatar cómo Leonor Espinosa, la más conocida de las chef colombianas en el exterior, deslizaba críticas a su país y sus políticas gastronómicas, cuando el programa Colombia a la Mesa funciona desde 2017 y en 2023 recibió en Madrid el premio de la Federación Internacional de Turismo. Algo que en Chile ni siquiera se ha soñado.

No fue posible consultarle al respecto. Las preguntas fueron pocas y dirigidas mientras ella partió rauda a comer lo bueno que pudiera en Santiago. Eso al contrario de las interrogantes dejadas por ENGATUSA 2025, un encuentro vendido a lo grande durante toda la temporada, que a la postre fue sólo un punto intrascendente dentro de la marea de eventos con temática culinaria que cierra cada año.

Hay que retroceder un poco para explicar este desenlace. A mediados de 2024 Chile fue designado para la organización del Foro Gastronómico Internacional de las Américas de ONU Turismo de este año. Gran noticia: delegados de todo el continente llegados al país para poder reconectarlo desde lo institucional a las esferas culinarias, culturales, comerciales y turísticas más allá de nuestras fronteras. El entusiasmo era mucho y el tiempo, poco, en vista de las envolventes maquinarias burocráticas de este y del otro lado de nuestras fronteras. Aseguran desde la Subsecretaría de Turismo que la matriz del problema fue la negativa de la Cancillería para el otorgamiento de visados especiales, cuestión que entrabó el proceso; pero también lo fue la negativa sistemática de tres regiones para aportar los fondos necesarios para un hito, a todas luces costoso.

Pero se siguió anunciando a toda voz posible, como en la apertura de ÑAM en marzo de este año; como en diversos medios de comunicación y en redes sociales, a sabiendas de la fragilidad del proceso. Con el foro perdido se optó por ENGATUSA: Encuentro Internacional de Gastronomía, Turismo y Sabores. Se trató de una solución parche, a la carrera (se licitó su producción apenas unos días antes), fruto más bien de la tozudez por hacer algo visible, que abandonar con hidalguía una idea que fue interesante y utópica a la vez.

Y a lo que llegamos la mañana del martes 25 de noviembre, fue a la voz emocionada en clave despedida de la subsecretaria Verónica Pardo al inicio de la conferencia, rebotando en el techo de la sala A-1 del GAM. Un eco producido no por falta de acústica sino de personas. Menos de un centenar llegó a un lugar donde les esperaba un buffet de desayuno preparado por alumnos de escuelas de cocina (por favor, nunca más café instantáneo en estas citas; tal vez tecito negro con canela), que vieron además como gran parte de esa comida preparada con esmero estudiantil se perdía entre la falta de público. Sí se asistió a una serie de conversatorios de interés, sin duda, desde el mundo de la restauración, el turismo del vino y las políticas públicas de países cercanos; pero sin el peso de un foro donde se muestran otras cartas, se toman otras decisiones, se muestra el país de otra manera. Todo coronado con un logo de “Engatusa” con un gato negro tomando una copa de vino tinto.

Más que una alusión a viña San Pedro, un símbolo de improvisación conceptual, extendido a una feria de productos y muestras de cocina en el exterior del centro cultural, breve en su extensión y diversidad -salvo por el debut en Santiago de las sureñas chochocas, algo que debe repetirse-, además de baja en convocatoria a decir de los propios convocados durante los dos días de evento, por una escasísima difusión. Ocurrió lo que suele pasar en la administración pública de todo tiempo: caer en el bucle del gasto de última hora para justificar la ejecución presupuestaria del año (poco más de 20 millones costó la feria, no tanto por suerte para este tipo de actividades), donde se licita demasiado tarde y al final se generan acciones de nulo impacto por no tener la debida planeación administrativa y, por ende, de conocimiento por parte de la comunidad.

Se debe reconocer que la gestión de las autoridades de este gobierno en materia de turismo se volcaron en buena parte hacia la gastronomía. Entre otras cosas se ayudó a gestionar una ronda de actores relevantes -Chile te Quiero Comer-, se visibilizó una hoja de ruta recogiendo hitos de gestiones anteriores -la continuidad entre gobiernos ayuda- y a la par surgió un larguísimo listado de ferias populares culinarias en todo Chile. Eso más bien por inspiración individual de los municipios que por una gestión estratégica Hubo más en la forma -que sí, importa- que en el fondo, o sea alentar e instalar con fuerza una política pública con visión de largo plazo en términos de promoción y activación gastronómica desde el turismo.

El cierre de una gestión desde un foro repleto de asientos vacíos, platos servidos e ideas que apenas retumbaron en el aire, es un triste corolario de un trabajo que se convirtió, más bien, en un reguero de buenas intenciones. Engatusados salimos, pero por otros motivos.

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