Publicidad
Turismo del vino en Chile: una industria en crecimiento Turismo Crédito: Cedida.

Turismo del vino en Chile: una industria en crecimiento

Publicidad

El turismo asociado al vino no deja de crecer en Chile. Hoy son más de 220 las viñas que ofrecen experiencias para turistas, combinando historia, patrimonio y gastronomía local. Las cifras revelan un auge que fortalece economías regionales y proyecta al país como destino enoturístico global.


El turismo asociado al vino está viviendo un auge en en el país. Con cerca de 220 viñas abiertas al público, un 5% más que el año pasado y una creciente oferta de experiencias personalizadas, el enoturismo se consolida como un motor económico, cultural y turístico en distintas regiones de Chile.

Conocido también como turismo de vinos, el enoturismo implica recorrer zonas vitivinícolas, visitar viñedos, participar en degustaciones, recorrer bodegas patrimoniales, probar la gastronomía local y conectarse con la historia de cada valle. Lo que antes era un panorama exclusivo para enólogos y aficionados experimentados, hoy se ha transformado en una experiencia atractiva también para quienes están descubriendo el mundo del vino.

De tendencia a fenómeno

Según el último Catastro Nacional de Enoturismo, el interés por esta modalidad de turismo ha crecido exponencialmente, con un 59% de los visitantes provenientes del mercado nacional. Además, el 66% de las viñas que ofrecen experiencias turísticas tienen menos de diez años, lo que da cuenta del dinamismo del sector. Las experiencias integrales, que combinan degustaciones, patrimonio, cultura local y gastronomía, son cada vez más solicitadas.

Alicia Ortiz, gerente general de Enoturismo Chile, asegura que “hay una recuperación del turismo post pandemia en general, pero también una reconfiguración de los públicos, con un aumento muy interesante del turista nacional y claramente una recuperación de turismo internacional”.

Chile cuenta con una amplia diversidad de valles vitivinícolas y cada uno con características únicas. El Valle de Colchagua, por ejemplo, es uno de los destinos más consolidados, conocido por sus tintos de alta gama y su propuesta turística integral. Así lo confirma Carmen Paz Ravanal, gerente de marketing de Viña Ravanal.  “Se percibe mayor diversidad de nacionalidades, más reservas anticipadas y un creciente interés por experiencias más personalizadas. En Viña Ravanal, por ejemplo, hemos notado un aumento sostenido en los tours privados, degustaciones guiadas y visitantes que valoran el contacto directo con los enólogos y la historia familiar de la viña”, señala.

Otros valles como Casablanca, Maipo, Maule, Cachapoal y Limarí también destacan por su propuesta de vinos y actividades complementarias. El Valle de Casablanca, por su cercanía a Santiago y clima costero, es ideal para los amantes del Sauvignon Blanc y el Chardonnay. Mientras tanto, el Valle del Maule, el más grande en superficie plantada, ofrece una amplia variedad de cepas y experiencias para todos los gustos.

Crédito: Cedida.

Experiencias a la carta y enfoque sostenible

El enoturismo ha evolucionado hacia una oferta más diversa, con actividades que van desde paseos en bicicleta y picnics entre viñedos, hasta talleres como “Arma tu propio vino” o cenas maridaje con chefs locales. Viña Ravanal, por ejemplo, ha incorporado degustaciones privadas en su Grand Lounge of Wines y recorridos personalizados por sus viñedos centenarios.

La sostenibilidad también es un eje central en el crecimiento del sector. Según los datos más recientes, 90 viñas ya cuentan con certificaciones ambientales y más del 70% han incorporado experiencias gastronómicas como parte de su propuesta. A esto se suma una fuerte asociatividad: desde 2016, la cantidad de viñas que participan en rutas del vino y gremios vitivinícolas ha crecido un 160%.

Más allá del vino, el enoturismo impacta positivamente en las economías regionales. Genera empleo en múltiples áreas: desde guías turísticos y transportistas hasta hoteles, restaurantes y pequeños productores. También promueve y preserva el patrimonio cultural de zonas tradicionalmente ligadas a la vitivinicultura.

“El vino es el protagonista, pero es también una excusa para conocer la identidad de un territorio. El turista se lleva una experiencia sensorial y cultural”, destaca Ortiz.

Interés internacional

El interés internacional por el enoturismo chileno también va al alza. Según datos de la Subsecretaría de Turismo y Sernatur, más de cinco millones de turistas extranjeros visitaron Chile en 2024, una cifra récord desde la pandemia. Brasil lidera el listado, seguido por Argentina, Estados Unidos y Perú. Airbnb, por su parte, reportó un aumento del 60% en las búsquedas de alojamientos vinculados a vendimias para este 2025.

En Viña Ravanal hemos recibido cada vez más visitantes brasileños interesados en tours guiados en portugués y degustaciones enfocadas en vinos premium”, comenta Ravanal.

Chile ha sabido posicionarse no solo como productor de vinos de alta calidad, sino también como un destino turístico integral. La combinación de tradición vitivinícola, innovación, sostenibilidad y una creciente infraestructura turística hacen del país un referente en el enoturismo a nivel mundial.

Publicidad