Viajes
Créditos: Cedida.
Blanco, olas y fuegos artificiales: el Año Nuevo brasileño que cada vez más chilenos eligen vivir
Los chilenos eligen Brasil para recibir el Año Nuevo, atraídos por celebraciones en la playa que mezclan fiesta, rituales como vestir de blanco y saltar siete olas, y un fuerte sentido de comunidad. El Réveillon se consolida como el escenario favorito para comenzar el año junto al mar.
Brasil se ha convertido en una de las rutas predilectas de los chilenos para recibir el Año Nuevo. El atractivo combina factores prácticos, como la conectividad aérea y la cercanía relativa, con un componente emocional cada vez más valorado: la posibilidad de cerrar el año en torno al mar, en un ambiente festivo que también dialoga con rituales, comunidad y verano. Para miles de viajeros nacionales, el Réveillon brasileño no es solo una celebración, es una experiencia cultural que se planifica con meses de anticipación.
Las agencias de viaje reportan que diciembre concentra un aumento significativo en las búsquedas y reservas hacia ciudades costeras de Brasil, tendencia que se ha sostenido al alza durante los últimos años. La preferencia responde, en parte, al cansancio post año laboral y a un deseo explícito de desconexión urbana: playas, fiestas al aire libre y celebraciones que se extienden por varios días permiten a familias, parejas y grupos de amigos vivir una transición más pausada, lejos del estrés de fin de año en Chile.
También hay un factor simbólico. El ritual de vestir de blanco para atraer buena energía, los brindis con los pies en la arena y tradiciones como el salto de siete olas a medianoche, de raíz afrobrasileña, han permeado el imaginario del turista chileno, que busca comenzar el nuevo ciclo en un escenario que mezcla espiritualidad, espectáculo y celebración colectiva. Es una postal aspiracional, que además se potencia en redes sociales, donde cada verano se multiplican las imágenes del “Año Nuevo soñado” frente al Atlántico.
En Río de Janeiro, Copacabana encarna esa épica festiva como ningún otro destino. Con casi 4 kilómetros de arena, la playa es el epicentro del Réveillon más multitudinario de Brasil: cada 31 de diciembre, millones de personas vestidas de blanco llegan desde distintos puntos del país y el extranjero para presenciar conciertos, DJ sets y un espectáculo de fuegos artificiales sincronizados que ilumina el océano. A medianoche, la celebración se funde con el ritual del salto de siete olas, una tradición que muchos turistas adoptan como símbolo de renovación y buenos augurios.
Más al norte, en el estado de Bahía, Trancoso ofrece un contraste de estilo: su celebración es más exclusiva y de largo aliento. Las fiestas en clubes de playa, animadas por DJs internacionales, se extienden por días y reúnen a un público que prioriza el diseño, la gastronomía y la música electrónica en un ambiente más íntimo. A pocos minutos, Playa dos Nativos, ubicada frente al icónico Quadrado, corazón del pueblo, complementa la experiencia con un equilibrio entre ambiente festivo y aguas calmas, ideal para quienes buscan celebrar sin renunciar al descanso.
En Ceará, Jericoacoara se ha consolidado como un destino favorito para quienes prefieren una celebración de perfil bohemio. Allí, la música en vivo, los encuentros a pie descalzo y los fuegos artificiales sobre la arena construyen una atmósfera más orgánica y descontracturada. Búzios, en tanto, particularmente la playa de Geribá, combina fiestas en beach clubs con celebraciones informales bajo el cielo estrellado, manteniendo el espíritu social de la fecha, pero con un sello más cosmopolita.
El mapa de celebraciones se completa con Florianópolis, Porto de Galinhas y Praia dos Carneiros, en Pernambuco, destinos que destacan por su infraestructura turística, gastronomía local, fiestas y espectáculos junto al mar. En todos ellos, la constante es clara: Brasil ofrece escenarios donde la fiesta no desplaza a la tradición, sino que la acompaña, en un ritual costero que se vive en colectivo. Para los chilenos, recibir el año allí es, cada vez más, una forma de celebrar, pertenecer y, sobre todo, comenzar de nuevo.