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La Teletón de los mineros

Felipe Saleh
Por : Felipe Saleh Periodista El Mostrador
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Es un poco ingenuo rasgar vestiduras diciendo que la cobertura es un show. Una tragedia así, con final feliz y repercusiones planetarias, tiene todos los ingredientes para generar una puesta en escena que se ha convertido en hito para un gobierno que se quedó con el control de la agenda sin contrapesos. Y también es una proeza ingenieril que logró que la televisión se supere a sí misma como madre putativa de la sociedad del espectáculo.


“Lo único que les pido es que no me traten ni como artista ni como periodista, quiero seguir siendo el de siempre”. A las  3:44 am Mario Sepúlveda el más histriónico de los mineros, el segundo en salir a la superficie, demostraba tener más altura que las cámaras de los canales que lo adoraron de inmediato. Sepúlveda habló “como si estuviera en el living de su casa” en palabras de Amaro Gómez-Pablos, de seguridad laboral, de  las responsabilidades que le caben “a los mandos medios” en desastres como el de la mina San José, que no se pueden  volver a repetir.

Con todo el impacto que generó la salida de Mario Sepúlveda y sus abrazos repetidos al Presidente Piñera, al ministro Laurence Golborne y el resto del staff encargado del rescate, el minero obviamente llegó demasiado tarde para torcer la agenda de una televisión más cerca de la programación circense que de la pauta periodística, que es la que enarbola como bandera para justificar una cobertura intoxicante. Con cierto descaro y más tintura que experiencia, Carla Zunino atribuyó las palabras de Sepúlveda “a la verborrea que lo caracteriza”. Amaro con todas las trazas de presentador de concursos que le oímos durante la larga transmisión, más que verborrea supo reconocer la sensatez en las palabras del minero.

La caricatura del reportero engendro de una prensa basura, es demasiado antigua. Ya en algunas referencias al accidente de la mina San José ha aparecido “El Gran Carnaval”, una película de Billy Wilder hecha en los años 50 en la que Kirk Douglas interpreta a un periodista en medio de un desastre minero que acuerda con el sheriff del pueblo retrasar el rescate para mantener el show. Por cierto la película sirve de punto de partida para una columna del diario El País sobre el tenor de la cobertura. Por cierto menos halagueña que la nota sobre cómo nos ve la prensa internacional. Provinciana y repetida hasta el cansancio.

Tampoco es mala idea volver sobre Wayne Gale el periodista megalómano de Robert Downey Jr en “Asesinos Por Naturaleza” para entender que la crítica a la televisión a propósito de la cobertura de la mina San José es tan antigua que el cine ya se hizo cargo del asunto y sería un poco ingenuo rasgar vestiduras ahora. Lo más recomendable es asumir de inmediato que el contenido transmitido por la televisión, no es estrictamente periodismo sino simplemente televisión.

[cita]Es televisión pura y no periodismo cuando en pantalla prefieren llamar a los mineros “héroes” y no referirse a ellos como “víctimas” de la precariedad laboral. Es televisión pura el informativo que ni siquiera cuestiona qué hace Miguel Piñera en el campamento, que no es, como sabemos, el hermano economista del Presidente.[/cita]

No puede ser periodismo si los editores prefieren rotar un móvil desde la Vega Central, o un  si un reportero fogueado le pide a uno de los familiares que cuente un chiste, en vez de una infografía, por ejemplo, de los otros yacimientos que operan en condiciones similares al de Minera San Esteban y que el gremio de ingenieros y geólogos -del que se nutren silenciosamente algunos líderes de opinión convertidos en especialistas de un día para otro-, conoce perfectamente.

Es televisión pura y no periodismo cuando en pantalla prefieren llamar a los mineros “héroes” y no referirse a ellos como “víctimas” de la precariedad laboral. Es televisión pura el informativo que ni siquiera cuestiona qué hace Miguel Piñera en el campamento, que no es, como sabemos, el hermano economista del Presidente y encima trata a algunos familiares de resentidos Lo mismo cuando la conductora ancla de un noticiario le da una especie de reto de abuela a Yonny Barrios, el minero que tiene dos mujeres.

Es preferible pensar que es televisión y no periodismo si uno de los reporteros que cubrió la guerra en Irak hace una nota sobre las coincidencias numerológicas del 33 y no hay ningún espacio para mención alguna sobre los vínculos del Ministro de Defensa con la perforadora que posibilitó el Plan B. Menos para la noticia de que el Senado aprobó el proyecto del Royalty minero con invariabilidad de seis años. Por 26 votos a favor, uno en contra y tres abstenciones de senadores concertacionistas.

Pero entendemos. La televisión vive de ingresos publicitarios que hacen posible los sueldos de siete dígitos de los periodistas-rostro, por los que vale la pena dejar en la universidad la reflexión y otros enciclopedismos. La pantalla vive de rating y en esta pasada, ganó TVN con 28,2 puntos promedio, luego Chilevisión con 18,0, Canal 13 con 17,9 y Mega 12,1. Según los datos entre las 22:00 y las 00:15.

Y la televisión necesita espectáculo, igual que la política. Eso lo ha comprendido este gobierno, aunque en una táctica goebbeliana decidió licitar una señal oficial en manos de TVN, que empezó a transmitir apenas el helicóptero presidencial aterrizó en el campamento, continuando con Piñera y sus ministros conversando sobre un plano de operaciones desplegado a la vista, con el audio debidamente seleccionado,  para reducir al mínimo el margen de error. Para que cuando Piñera abrazara a Florencio Ávalos, el primer minero en salir no hubiese otra cámara ni nadie que obstaculizara el plano prácticamente despejado y lo vieran los mil millones de personas que según el diario El Mundo seguían el rescate. Algunos de esos volverán a verlo cuando visite Europa a partir de este viernes.

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