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Limpiando el Everest, el vertedero de basura más alto del mundo Medioambiente

Limpiando el Everest, el vertedero de basura más alto del mundo

El Everest, la montaña más alta del mundo, se ha convertido en un vertedero de basura debido al creciente número de montañistas. Es hora de limpiarlo y el reportero de DW, Jasvinder Sehgal, visitó el campamento base.


Deepak Baijal lleva cuatro meses preparándose para este momento. Concienzudamente coloca las cuerdas, los arneses y todo el equipo y material de montaña necesarios sobre una estera en su casa de Jaipur, al noroeste de India.

Superar sin problema el pico más alto del mundo requiere una preparación meticulosa, incluso para un alpinista experimentado como Baijal. Será la primera vez que escalará más allá del campamento base del Everest. Y la montaña es traicionera. Cerca de 300 personas han perecido en ella. Aún así, no es el peligro lo que más le preocupa a este hombre de 34 años.

«Amo el Everest, el Dios de las montañas, por su belleza, misterio y por el estado de ánimo que provoca en mí”, confiesa Baijal a DW. «Pero me preocupa saber que se está convirtiendo en el basurero más alto del mundo”, señala.

El profundo respeto de Baijal por la montaña más famosa del mundo no es compartido por todos los que la escalan. A medida que se dispara el número de excursionistas y entusiastas de las vacaciones de aventura que visitan el pico un récord de 800 personas alcanzaron la cima del Himalaya en 2018 también se dispara la cantidad de basura que queda atrás.

Bolsas de basura en el campamento base del Everest, tiendas de campaña al fondo.

A medida que aumenta el número de escaladores en el monte Everest, también aumenta la cantidad de basura en la ladera de la montaña.

«Cada vez más personas quieren escalar el Everest, y eso significa que la montaña se está convirtiendo en una especie de destino de excursiones para los montañeros aficionados y menos para los escaladores realmente profesionales”, lamenta Baijal.

El paisaje de nieve y hielo está plagado de tiendas de campaña, cilindros de oxígeno vacíos, equipos de escalada y contenedores de comida abandonados por los casi 5.000 montañeros que han seguido los pasos de Edmund Hillary y Tenzing Norgay, los primeros en llegar a la cima de 8.848 metros de altura, en 1953.

La situación se ha hecho tan dramática, que el gobierno nepalí ha tenido que intervenir. Los montañeros y las empresas que lideran las expediciones de escalada están ahora tratando de cambiar su comportamiento contaminante.

Operaciones de limpieza

Dawa Steven, un sherpa y empresario nepalí, dirige la compañía de expediciones Asian Trekking y ha guiado a más de 150 escaladores de 18 países diferentes a la cima del Everest.

Cuando llegó por primera vez al techo del mundo, en 2007, Steven se alarmó por los montones de basura que encontró y decidió dirigir la primera edición anual de «Eco Everest Expediciones”, con el único propósito de recoger basura de las laderas del monte.

Un hombre escalando una montaña helada.

La recogida de basura desde grandes alturas es una tarea arriesgada y difícil.

«Hasta la fecha, hemos recolectado 18.800 kilogramos de basura”, dice el alpinista de 35 años. «Para ponerlo en contexto, es casi el peso de cuatro elefantes indios, así que hay mucha basura en el monte Everest”, aclara Steven.

El gobierno nepalí está presionando a los operadores turísticos, como el de Steven, para que reduzcan sus residuos mediante un sistema de depósitos. Las expediciones tienen que pagar una fianza de unos 4.420 euros (3 millones 280 mil pesos), dinero que se les devolverá una vez que un funcionario del gobierno confirme que su expedición ha sido limpia.

Asimismo, se espera que cada escalador traiga por lo menos ocho kilos de basura de su viaje. Aunque realmente esto no se aplica, según Steven. Él ha optado por pagar a cada uno de sus clientes unas 100 rupias (900 pesos chilenos) por cada kilo de basura que traiga de vuelta. Espera que esto los motive a obedecer la ley.

Excrementos en el agua potable

Además, también ha encontrado una solución para eliminar adecuadamente otro tipo de residuos humanos inevitables en forma de una «bolsa para los excrementos” de papel de aluminio llena de productos químicos para su descomposición. Cada bolsa lleva el nombre de su propietario, que tiene que depositarla una vez que regresa del Everest.

Hombres en el campamento base del Everest, rodeados de tiendas de campaña y bolsas de basura.

Expediciones de limpieza como las del Dawa Steven ayudan a traer basura del Everest.

Los escaladores generalmente entierran sus excrementos en agujeros excavados a mano en la nieve, los arrojan en grietas o simplemente los dejan donde sea. Además del peligro de pisarlos, los residuos pueden contaminar el glaciar, que proporciona agua potable a las comunidades de los alrededores de la montaña. Además, también puede enfermar a los escaladores, ya que en los campamentos se derrite la nieve para obtener agua potable, según Love Raj Singh, el primer indio en alcanzar la cima del Everest siete veces.

El cambio climático revela sombríos recordatorios

El ser humano, sin embargo, no es el único desafío al que se enfrentan las montañas. El cambio climático también les afecta. El aumento de las temperaturas derrite el hielo de los glaciares, revelando basuras de los primeros expedicionistas.

«No tenemos ni idea de todo lo que hay bajo el hielo”, dice Steven, «los glaciares están en continuo movimiento y después de un año de limpieza, al siguiente aparecerán nuevos residuos en otros lugares. No podemos saber cuánta basura hay en realidad”.

Un nuevo informe sobre el Hindu Kush y la cordillera del Himalaya revela que los glaciares se están derritiendo rápidamente, y que dos tercios de ellos podrían desaparecer si no se reducen rápidamente las emisiones de CO2. El Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de Montañas (ICIMOD, por sus siglas en inglés) midió un retroceso de casi 20 metros al año para el glaciar Khumbu del Everest, lo que además aumenta el riesgo de avalanchas.

Un cadáver en la nieve.

La ascensión a la cima del Everest también conduce a los cuerpos de aquellos que no lograron salir de la montaña.

Por otro lado, el derretimiento del hielo ha dejado al descubierto un recordatorio más espantoso y desgarrador de lo peligroso que es también el viaje a la cima: los cuerpos de quienes murieron en la montaña. La mayoría de las 288 personas que murieron en el Everest lo hicieron en la «zona de la muerte”, un área por encima de los 7.924 metros donde el aire es tan fino y las temperaturas tan duras que es imposible sobrevivir más de unos pocos días allí.

El frío extremo, hasta ahora, ha preservado sus cuerpos. Recuperarlos es una tarea gigantesca y peligrosa en sí misma, dada su ubicación, según Steven. Pero él y su equipo han recuperado cinco cuerpos de la ladera de la montaña.

La eliminación de residuos en estas altitudes también es todo un reto.

«Todos los montañeros desean que no haya basura”, dice Love Raj Singh, «pero allí arriba el contenido de oxígeno es del 30 por ciento, por lo que llevar a cuestas la basura supone un gran esfuerzo físico”.

Singh encabeza la campaña «Himalaya limpio, glaciares limpios” del equipo de seguridad fronteriza de India, que se dedica a la limpieza de la montaña. El año pasado, su equipo trasladó 700 kilos de residuos de los campamentos de altura al campamento base.

Steven cuenta que continuará con el trabajo difícil y peligroso.

«Mientras esté en las montañas”, dice el alpinista, «seguiré limpiándolas”.

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