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La movilidad del futuro se construye cuestionando lo evidente Opinión

La movilidad del futuro se construye cuestionando lo evidente

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Vicente Díaz
Por : Vicente Díaz Brand Manager de Porsche en Chile
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Durante décadas nos dijeron que había una forma correcta de hacer las cosas. Que ciertos elementos de un automóvil  tenían un lugar fijo, que el diseño debía seguir patrones probados y que la ingeniería no debía incomodar a nadie. Pero cada vez que escuchábamos un “no se puede”, alguien en Stuttgart encontraba una manera distinta de hacerlo de todas formas.

Primero fue mover el arranque a la izquierda porque era lo lógico para quien se preparaba para correr. Después, ubicar el motor en la parte trasera, una decisión que muchos consideraban un error. Más tarde escuchamos que un deportivo debía tener solo dos puertas… hasta que demostramos que la deportividad también podía tener espacio para cuatro. Y cuando advirtieron que abandonar los motores refrigerados por aire sería renunciar al legado, entendimos algo fundamental: evolucionar también es una forma de proteger la historia.

Ese espíritu, el de cuestionarlo todo para permitir que algo nuevo exista, es el que nos guía hoy.

Y nunca había sido tan necesario.

La industria automotriz vive un punto de quiebre. La electrificación avanza, la inteligencia artificial redefine la seguridad y la conducción, los materiales cambian, las regulaciones se aceleran y los e-fuels aparecen como una alternativa real en el camino hacia la sostenibilidad. En este contexto, innovar sin perder el alma no es un slogan: es un ejercicio de precisión que exige ingeniería, propósito y valentía.

Chile transita esa misma encrucijada. Las discusiones sobre infraestructura de carga, autonomía, emisiones y experiencia de usuario evidencian que necesitamos algo más que nuevas tecnologías: necesitamos un salto cultural. Marcas —y políticas públicas— dispuestas a desafiar inercias para que la movilidad del futuro sea accesible, emocionante y realmente sostenible.

Ese es nuestro compromiso: electrificar sin diluir la emoción, desarrollar soluciones sostenibles sin promesas fáciles y demostrar que el progreso no está reñido con la identidad. Porque avanzar no siempre significa seguir el manual. Y porque el progreso no pide permiso.

Nosotros tampoco.

Seguiremos recorriendo las rutas donde muchos dicen que no se puede.

Ahí, justo ahí, es donde siempre ha nacido la verdadera innovación.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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