Opinión
La verdadera apuesta es proteger el derecho al juego de niños y niñas
Para las niñas, niños y adolescentes jugar no es un lujo ni un pasatiempo, es un derecho humano. Así lo establece la Convención sobre los Derechos del Niño y la Ley sobre Garantías y Protección Integral de los Derechos de la Niñez y Adolescencia, que reafirman el derecho al juego y al descanso, y reconocen que niños, niñas y adolescentes tienen derecho a una protección especial frente a servicios y bienes que puedan afectar su bienestar.
Sin embargo, este derecho enfrenta grandes desafíos. El reciente estudio “Pantallas que atrapan. Radiografía del juego online en jóvenes chilenos”, realizado con más de 1.500 jóvenes entre 12 y 32 años, revela un panorama inquietante: el 58% de los encuestados ha apostado alguna vez en su vida, y la edad promedio de su inicio en esta dinámica es de apenas 15 años y medio. Las apuestas han dejado de ser un fenómeno adulto para instalarse en la adolescencia.
El estudio muestra una preocupante normalización del juego en línea entre adolescentes. Aunque la mayoría reconoce que las apuestas conllevan riesgos, un 72% mantiene una actitud neutra o positiva frente a ellas. Esta contradicción evidencia que los jóvenes comprenden el peligro, pero no lo perciben como cercano ni relevante. Los datos son aún más alarmantes entre los hombres: 68% ha apostado alguna vez y 40% lo ha hecho en línea, siendo además quienes presentan mayor predisposición a desarrollar conductas adictivas.
La Defensoría de la Niñez ha valorado los avances del proyecto de ley que regula las plataformas de apuestas en línea, actualmente en tramitación en el Senado. No obstante, ha advertido que la protección de la niñez no puede reducirse a una nota al pie de un texto tributario. Urge un enfoque integral que combine prevención, educación digital y regulación efectiva, así como una supervisión real de la publicidad dirigida a niños y niñas, que hoy escapa a los controles legales.
Hoy debemos preguntarnos ¿estamos conversando de estos temas con los jóvenes? ¿Qué tipo de juego estamos promoviendo como sociedad? ¿Aquel que desarrolla la imaginación y la empatía, o el que convierte la diversión en ganancia y el riesgo en rutina?
El derecho al juego no se protege solo con leyes, sino con voluntad política, recursos públicos y compromiso social. Garantizar que cada niño, niña y adolescente en Chile pueda jugar de manera segura, sin ser atrapado por pantallas ni expuesto a riesgos que deterioren su salud mental, es una tarea colectiva y urgente. Pero también es una oportunidad de volver a imaginar el juego como un espacio de libertad, aprendizaje y cuidado.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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