Salud
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Aumenta el consumo de tranquilizantes sin receta entre universitarios y preocupa a expertos en salud
El uso de tranquilizantes sin supervisión médica entre universitarios creció a 5,7% en 2025, según Senda. Psicólogos advierten que automedicarse para manejar el estrés o las emociones puede generar dependencia y agravar los problemas de salud mental.
El Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda) reveló que el uso de tranquilizantes sin receta médica entre universitarios aumentó a un 5,7% en 2025, cifra que representa un incremento respecto al 4,5% registrado en 2021.
Según la directora nacional de Senda, este fenómeno se podría explicar por la presión académica y el alza de problemas de salud mental en jóvenes. Pero, para la psicóloga de Grupo Cetep,Teresa Valle, la situación va más allá de una “mala práctica”: constituye un riesgo serio para la estabilidad emocional y el bienestar psicosocial.
La profesional de Grupo Cetep señala que es fundamental estar atentos a tres tipos de señales que pueden evidenciar el uso problemático de tranquilizantes: cambios físicos, conductuales y psicológicos. En el plano físico, advierte que pueden observarse signos como somnolencia constante, fatiga excesiva, lentitud para responder, torpeza en los movimientos o pérdida de coordinación motora, además de alteraciones en el habla o el apetito. “Un joven que comienza a presentar movimientos erráticos, un lenguaje poco claro o una disminución evidente de energía y motivación puede estar atravesando un consumo que requiere atención”, explica la especialista.
Los riesgos detrás de los fármacos sin supervisión médica
Valle advierte que automedicarse con tranquilizantes puede generar efectos secundarios graves, dependencia y dificultar la identificación de problemas emocionales profundos. “Los jóvenes están usando fármacos para regular emociones que requieren acompañamiento psicológico, no automedicación. Enmascarar el malestar con medicamentos sin supervisión puede agravar los problemas de fondo”, explicó.
Además, el uso sin receta puede causar síntomas como somnolencia residual, dificultad para concentrarse, alteración del ciclo del sueño y, en casos más graves, abstinencia o efectos paradójicos como aumento de la ansiedad.
¿Cómo prevenir el uso riesgoso de tranquilizantes? 3 recomendaciones clave:
- Consultar a un profesional de salud mental: Antes de recurrir a cualquier fármaco, es fundamental buscar un diagnóstico y orientación psicológica o psiquiátrica.
- Educar sobre regulación emocional: Es clave que los jóvenes aprendan a identificar, nombrar y gestionar sus emociones sin recurrir a medicamentos.
- Fortalecer redes de apoyo: Instituciones educativas y familias deben promover espacios de escucha activa, contención emocional y vínculos que permitan enfrentar el estrés de forma saludable.
El aumento del uso de fármacos sin receta en jóvenes universitarios demuestra la necesidad urgente de fortalecer las estrategias de promoción de salud mental. “No basta con reaccionar ante la crisis, es necesario prevenirla desde el acompañamiento emocional, la educación afectiva y el acceso oportuno a servicios de bienestar psicológico”, señala Valle. El desafío implica un compromiso conjunto de instituciones educativas, familias y profesionales de la salud para velar por el bienestar integral de las y los estudiantes.
Un llamado urgente al acompañamiento emocional
El aumento del uso de tranquilizantes sin receta entre universitarios refleja una necesidad creciente de contención y educación emocional. Para los especialistas, la clave está en reforzar el acceso a salud mental, ofrecer espacios de apoyo en los campus y enseñar estrategias de regulación emocional que permitan afrontar el estrés académico sin recurrir a la automedicación.
Más allá del impacto individual, este fenómeno evidencia un problema estructural: la falta de políticas de bienestar psicológico sostenidas en el tiempo. Instituciones educativas, familias y autoridades deben trabajar de forma articulada para promover la salud mental desde una perspectiva preventiva, que priorice la escucha activa, la formación emocional y la reducción del estigma asociado a pedir ayuda. Cuidar la salud mental de los jóvenes requiere una respuesta colectiva y sostenida, capaz de transformar el modo en que la sociedad aborda el bienestar emocional en las nuevas generaciones.