
Día Internacional de las Mujeres Indígenas: Actorías por reconocer
Desde mediados del siglo XX, las mujeres mapuche se han desplazado masivamente hacia las grandes ciudades de Chile. Algunas se han asentado en las ciudades intermedias del Wallmapu -territorio histórico mapuche, determinado territorio libre en el siglo XVII por parte de la Corona española-, mientras otras lo han hecho en la gran ciudad de Santiago -la füta waria-. Cabe precisar que los desplazamientos mencionados responden a un evento histórico para el pueblo mapuche. Se trata de la época del despojo colonial al que se vio sometido este pueblo, tras la implementación de la campaña militar denominada Pacificación de La Araucanía.
Tras la campaña militar mencionada, el pueblo mapuche pierde tierras, territorio, actoría política y se ve sometido a un empobrecimiento masivo que persiste hasta el día de hoy. De esta forma, es posible comprender los movimientos que realizan las personas mapuche, particularmente, las mujeres mapuche, las cuales han buscado nuevos horizontes sociolaborales y de vida. Sin embargo, la llegada y asentamiento de ellas en las ciudades, ha dado lugar a diversas experiencias de dolor, discriminación racial y de clase social, explotación laboral, pero también de esperanzas de un porvenir de sobrevivencia, de provisión y de cuidados para sí mismas, sus familias -sus reyñma- y las personas de su pueblo.
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística ([INE], 2024), de las personas pertenecientes a los pueblos originarios de Chile, el 90% son mapuche y de ellas, el 57% son mujeres. Y, desde hace varias décadas, la presencia del pueblo mapuche en las ciudades es un fenómeno social conocido. Las mujeres mapuche en la ciudad de Santiago de Chile, o en otras ciudades, y en diferentes lof o zonas rurales, han sido actoras en los espacios laborales, en los espacios familiares y colectivos, pero no necesariamente han sido reconocidas por sus actuaciones, dentro o fuera de su pueblo.
No obstante, el reconocimiento de las mujeres mapuche, así como de las mujeres de diferentes pueblos originarios ha sido insuficiente. Ellas han permanecido en un lugar silenciado en la historiografía chilena, pero ese silencio también ocurre en las propias familias de ellas. Es así que, en el marco del Día Internacional de Las Mujeres Indígenas podemos recordar la lucha de Bartolina Sisa, una luchadora indígena que murió el 05 de septiembre de 1782 en La Paz, en su resistencia al dominio colonial de Bolivia. Ese hecho ha dado lugar a que desde 1983, se conmemora a las mujeres indígenas de diferentes pueblos.
Pese a lo anterior, no se puede desconocer que las mujeres de los pueblos indígenas afrontan opresiones coloniales, ya sea por razones de género, de clase social, religión, lengua o pertenencia territorial. En cuanto a las desigualdades particulares que afrontan las mujeres indígenas, según Karina Vargas del Observatorio Ciudadano, en su informe Situación de las mujeres indígenas rurales en Chile: La lucha por los territorios ancestrales, señala que “las mujeres indígenas rurales son quienes afrontan las mayores desigualdades sociales y brechas de género en el país, debido a la intersección que existe por ser mujer, indígena y de territorios rurales. Lo que se aprecia, por ejemplo, en mayores barreras en el acceso a la justicia, a la educación y a la salud de calidad” (2021, p. 5). Además, las mujeres de los pueblos originarios afrontan mayores situaciones de discriminación y de violencia, que se manifiestan en tasas de pobreza por ingresos de un 30% frente a un 18% para el caso de mujeres no indígenas. Respecto a la pobreza multidimensional, ellas representan el 20% en esa situación, a diferencia de un 11% para el caso de mujeres no indígenas (RIMISP, 2017).
Las diferentes desigualdades estructurales que viven las mujeres de los pueblos originarios, ha llevado a que organismos internacionales motiven a los diversos Estados a tomar medidas que aporten en el afrontamiento de las injusticias que las afectan. Al respecto, la Declaración de Lima estipuló, por ejemplo, el “Derecho de las mujeres indígenas a la libre determinación: participación directa, plena y efectiva de los pueblos indígenas” reconoció, asimismo “el importante papel de la mujer indígena, en todos los asuntos relacionados con los derechos humanos, condición política, y de bienestar” (ONU, 2013). Además, cabe reconocer que las mujeres de los pueblos originarios tienen sus propios conocimientos y saberes, que sus luchas están centradas en la biodiversidad, la cultura y el cosmos, así como en una ética y formas de vida propias, a pesar del constante proceso de minorización, usurpación, intervención y transformaciones forzadas promovidas por el capitalismo neoliberal (Mercado-Catriñir, et al., 2022).
Entonces, los Estados y las sociedades en su conjunto, precisan tomar medidas concretas y transversales para alcanzar la justicia, desde sus políticas públicas que se orienten a la transformación social de la realidad social. Asimismo, se requiere que los actos de justicia se orienten hacia un reconocimiento real de las mujeres de los pueblos originarios como actoras, porque de este modo, podremos narrar historias que no sitúen a las mujeres en narrativas que exacerban su dolor y las categorizan como víctimas, sino que las reconozcan por sus luchas vivas para sí mismas, sus pueblos y el medio ambiente.
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