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Artista chileno, residente en Francia, expone en Concepción obra de «ciencia ficción proletaria» “LOUIS EDEN PROJET” incluye dibujos, instalación y videos

Artista chileno, residente en Francia, expone en Concepción obra de «ciencia ficción proletaria»

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Miguel Parra Urrutia se fue de Chile en los 80 y tras armar una sólida carrera en Europa, vuelve al país para exponer en Concepción y luego en la Casa de la Ciudadanía Montecarmelo, en Santiago, un obra multimedia en que reivindica su trabajo plástico como parte de un activismo artístico, de una agitación permanente. «Toda producción de sentido, que interrogue a la sociedad, es un acto político», asegura.


El artista Miguel Parra Urrutia (Concepción, 1969) inauguró ayer en la Pinacoteca de la Universidad de Concepción su exposición “LOUIS EDEN PROJET”, que incluye dibujos, instalaciones y videos.

Con varias formas y soportes, la obra gira “en torno a lo que llamo ciencia ficción proletaria en las periferias del mundo, y retrata las aventuras del personaje que lleva el nombre del proyecto”, según el creador residente en París desde 1996.

“Creo que todo acto artístico, producción de discurso, que hoy en día interrogue a la sociedad, es en cierta forma un acto político”, comenta Parra. “Desde los años ochenta mi trabajo ha estado centrado en un activismo, una agitación permanente, pero siempre teniendo una fuerte connotación emotiva, estética y libertaria”.

Partes de esta exposición han sido mostradas en diversos lugares del mundo, como la Bienal de Arte Contemporáneo de Chapingo, México (2008) y el Museo de Arte Contemporáneo de Fortaleza, Brasil (2010), entre otros.

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Larga trayectoria

El creador posee una dilatada trayectoria. Realizó estudios de Licenciatura en Letras  en la Universidad del Biobío (Chillán) y de Licenciatura en Artes Plásticas mención Pintura en la Universidad de Concepción, donde fue distinguido con el Premio Universidad a la excelencia académica.

En el año 2000 obtuvo una maestría en artes visuales, graduándose con honores en la Universidad de París. También realizó estudios sobre Arte Contemporáneo en el Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou de la capital gala.

En su trabajo explora diferentes tipos de soportes y registros desde la pintura, el videoarte, las instalaciones, la intervención espacial, la performance y la danza. Entre 2003 y 2014 ha participado en numerosas muestras colectivas  y exhibiciones individuales, como también ha presentado su trabajo en Bienales de Arte Contemporáneo en Francia, Italia, México, Chile, España, Japón y Brasil.

Stephanie Décante, maestra de conferencia de la Universidad de Nanterre, Francia, comenta que en esta obra Parra “sin caer en la cita fácil, despliega un gran conocimiento, y con mucha humildad, intenta concretizar de forma idónea, singular, inscribiéndose así en una dinámica de continuación histórica, como una forma de rendir homenaje a la disciplina que para el continua siendo la mayor”.

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“El trabajo de Miguel Parra Urrutia ha sido reconocido por su calidad, su rigor formal y su singularidad, por organismos internacionales y por la crítica especializada”, señala Décante. “Lejos de toda idea ligada con un plan de carrera, y a pesar de todos sus méritos, su trabajo obedece esencialmente a una forma de ver la existencia y de que forma el arte reflexiona sobre esta”.

El retorno

“Para mí volver a Concepción siempre ha sido muy importante”, comenta Parra a El Mostrador Cultura+Ciudad. “Volví la primera vez a exponer en el 2005 una instalación y un video que ya había sido mostrado en varias bienales europeas, y con el cual también había ganado varios premios importantes acá en Europa y que trataba el tema de los derechos del niño visto desde la crítica cultural”.

miguel8“Esa fue una exposición que a mí, en lo personal, venía a cierra un círculo de lo había sido mi trayectoria hasta ese momento”, asevera. “Regresar a Concepción este año significa volver a mi ciudad de origen a mostrar este proyecto multimedia que ha sido mostrado en muchas partes del planeta bajo sus distintas dimensiones. En algunas partes he mostrado lo videos, en otra los dibujos y en otra las instalaciones y el único lugar en donde he mostrado la totalidad de este trabajo multimedia, que comencé el 2005 y que voy a desarrollar por el resto de mi vida, fue en la bienal de México en la que representé a Francia y a principios de este año en Barcelona en una residencia que realicé en un centro de arte”.

El creador espera que su trabajo sea bien acogido por el público. “Como primer objetivo quiero mostrar lo que he hecho durante estos casi diez años que he estado ausente de los lugares de exposición, y sobre todo porque Concepción está considerado como un gran polo de creación audiovisual”.

Centralismo cultural

Parra es un artista con su trayectoria podría estar en grandes lugares de exhibición en Chile como el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago o el Museo de la Memoria, pero para él “hay cosas que tienen que ver con las trayectorias individuales de los artistas en Chile”.

“Lo digo porque es un poco mi caso. Yo partí  directamente de la Universidad de Concepción a la Escuela de Bellas Artes de París. Creo que el centralismo cultural en Chile es un hecho. El no haber pasado por, entre comillas, grandes universidades santiaguinas, a mí me ha impedido tener las redes necesarias como para poder optar a los lugares de exposición”, señala.

Su estadía en el exterior, en tanto, le permite a Parra una opinión bastante acabada de las artes visuales en Chile. “Pienso, sin ningún prejuicio, que desde los grandes estamentos y organismos de difusión cultural hay ciertas falencias o ciertos vicios que impiden que en Chile se desarrollen las artes visuales de forma autónoma”, reflexiona.

Parra critica la forma de financiamiento, “porque los artistas han logrado insertarse dentro de lo que es la producción, pero dentro de lo que es la producción oficial, lo que en cierta forma viene a validar sus discursos individuales. Creo que no es muy bueno, sobre todo cuando la producción de los artistas está centrada en una crítica cultural. Eso impide que la crítica cultural sea rica”.

Para el artista, una sociedad en la cual se le da una esencial importancia a lo que es la rentabilidad de los productos culturales impide que la gente cree de forma libre “y al mismo tiempo los obliga a acceder a estas formas de financiamientos”.

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Otra cosa que Parra resalta es la falta de un mayor diálogo entre artistas latinoamericanos y artistas europeos, entre otros con “los países vecinos, en los cuales se desarrolla también un arte muy interesante y de muy alta calidad”.

– ¿Tu te sientes un autoexiliado como te definiste en algún momento?

– Ya no. Creo que los primeros cinco años yo tenía la esperanza de poder volver a Chile y esto tenía que ver con los cambios que esperábamos a fines de los años 80, cosa que no sucedió y que finalmente terminó por desencantarme del regreso a este  país utópico que no existe y no existirá. Después de esos cinco años ya había logrado insertarme dentro de la cultura europea y una cultura global, y esto lo reflejo en mi propio trabajo Louis Eden Projet. Tiene que ver con eso es un trabajo que habla de cómo podemos vivir en esta nueva era planetaria, en donde los artistas estamos invitados a crear obras que sean leídas por todo el mundo, porque las problemáticas son las mismas en todo el mundo.

Los orígenes del artista

Parra se inició como artista a mediados de los 80, cuando integró la compañía de teatro Eltue de Concepción y el Teatro Urbano Experimental. Eso “me abrió los campos de investigación y experimentación artística mucho más amplia y que iba mucho más allá de lo que eran las artes plásticas que había estudiado desde los seis años en el Instituto de Artistas del Acero, lugar en el cual había estudiado pintura, dibujo y escultura”.

Fue en dicho lugar, a los 16 años, cuando Parra señala haber iniciado “una especie de iconografía propia”. “En esos años comencé a desarrollar una especie de graffitti que se distanciaba bastante de lo que eran los rayados políticos de la época, y en los cuales mezclaba una iconografía que tenía que ver con los procesos culturales y sociales del país en ese momento con una  influencia bastante fuerte del graffiiti americano. De estos trabajos no hay registros, porque era un trabajo político y tampoco tenía los medios como para hacer registro de estas obras que eran efímeras y que desaparecieron con los años “, cuenta.

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Tras un breve paso por la Escuela de Letras de la Universidad del BioBio, Parra inició estudios de Artes Plásticas en la Universidad de Concepción. “En ese momento ya me dedicaba al teatro en forma profesional y pensaba que estudiando artes plásticas sería el primer paso para posteriormente dedicarme a los estudios teatrales y hacer de todas estas disciplinas en las que trabajaba en esos momentos algo nuevo, que era justamente lo que se hacía en el Teatro Urbano Experimental, una mezcla de artes plásticas, literatura, danza, teatro”.

Ahora “llevo alrededor de diecinueve años en París y el proceso fue bastante largo, porque entre medio yo continuaba haciendo teatro, pero nunca dejé de pintar, ni de producir obras plásticas, hasta que en mi primer viaje a Europa me di cuenta que tenía que regresar para terminar una formación académica que me iba a permitir continuar con mis propias investigaciones, pero al mismo tiempo poder reapropiarme de estos múltiples lenguajes que han configurado mi trabajo”.

Viaje a Francia

Fueron diversos los factores que impulsaron a Parra a viajar a Francia, ya durante la democracia.

“La primera vez fue en el contexto de desarrollo personal. Durante la dictadura decidí no salir de Chile, aunque hubiera sido lo más lógico: mi familia vivió de forma directa la represión durante muchos años, algunos de mis hermanos partieron al exilio, pero yo decidí permanecer en Chile”, relata.

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“Con la vuelta de la democracia decidí salir a ver qué era lo que se estaba produciendo”, añade. Ya en ese momento, como muchos otros, el artista respiraba “lo que ya sospechábamos era una especie de simulacro de lo que nosotros esperábamos y por lo que habíamos luchado. Con esto quiero decir que durante la primera parte de mi juventud trabajé en acciones directamente en la calle, que tenían que ver con una cierta contracultura, no sólo en lo político sino también en lo social”.

En ese contexto, Parra partió por primera vez y fue alumno de la Escuela de Bellas Artes de París. “Me di cuenta cuales eran las diferencias que existían entre las diferentes metodologías de estudios  con respecto a Chile. Regresé a Chile a terminar la licenciatura, volví a salir para recorrer varios países europeos, regreso a Chile y vuelvo a salir”, esta vez en lo que él mismo denomina “un autoexilio moral”.

La experiencia europea

¿Cómo podría resumir Parra estas casi dos décadas viviendo en Europa? “Sólo el hecho de salir del país genera ciertos condicionamientos que tienen que ver con el cambio de contexto, el cambio de las temáticas que uno trabaja”, dice.

“Durante mis años en Chile trabajaba con algo que tenía que ver esencialmente con el contexto social y político del país, tanto en pintura como en las instalaciones que yo generaba en ese tiempo. Al encontrarme en otro contexto sociopolítico y cultural, estuve condicionado a adaptarme a lo que el medio ambiente parisino, en particular, lo que significa readaptarse a otras motivaciones generales de la sociedad”.

Parra asegura que se adaptó con facilidad a su nueva residencia, tanto en ser social como también como creador, y que su trabajo desde el principio fue muy  bien aceptado por la sociedad y la crítica francesa.

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“Dentro del panorama de lo que se llama el paisaje audiovisual francés, mi trabajo tuvo una aceptación inmediata porque yo integré directamente la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de París y el grupo de profesores e investigadores que acompañaron mis trabajos y mis estudios percibieron que ya había un trabajo que ya era concreto y que tenía que ver con lo que yo había desarrollado en Chile anteriormente”, señala.

Aún así, admite que dentro de lo que son los contextos de la escuela de arte francesa también existía una cierta distancia, “porque venía de lo que se llama la academia pura y en ese tiempo había, sobre todo acá en Francia, una especie de obsesión por el arte que estaba ligado al discurso”.

“Yo seguía pintando, produciendo obra, lo que al mismo tiempo fue una desventaja, pero fue una renovación de lo que fue mi generación acá”, expresa. “Creo que en ese sentido siempre he realizado lo que he querido hacer, evitando entrar en lo que son los llamados caminos directos  a lo que es la trayectoria de lo que acá se considerará. Yo siempre me mantuve al margen, sin ser marginal. Soy considerado un creador ligado, esencialmente, a la cultura francesa, pero mi trabajo es más bien global, tiene que ver con procesos globales”.

-¿Y en qué estás ahora?

-En este momento estoy desarrollando un trabajo que tiene que ver con el video y con la instalación, aunque sigo pintando, porque la pintura, aunque no la muestre, sigue siendo la disciplina de base y los trabajos de video e instalación están plagados de referencias a lo que yo mismo hago en pintura. Ahora, en las temáticas, estoy trabajando desde hace algunos años sobre todo con la teoría del viaje, lo que implica el viaje como viaje forzado. Esto tiene que ver con la inmigración, con los tráficos humanos, los tráficos de capitales humanos y los desplazamientos y circulación planetaria.

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