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Lemmy Kilmister: El rey o demonio cuya única preocupación era sonar fuerte y rápido In Memoriam

Lemmy Kilmister: El rey o demonio cuya única preocupación era sonar fuerte y rápido

Las historias nunca terminan con Lemmy; desde los programas de TV norteamericanos que han debido hacer excepciones a las prohibiciones de mostrar gente bebiendo alcohol en sus estudios (pues Lemmy no aceptaba presentarse sin una botella de Jack Daniels), sus interminables escándalos en hoteles y aviones; sus innumerables peleas con estrellas del rock and roll (desde las que solo lograba salir parado por ayuda de sus amigos), hasta la sacralización de su figura como una especie de demonio redimido cuya única preocupación era sonar fuerte y rápido.


Estoy sentado frente al computador y he leído toda la mañana sendos panegíricos para Lemmy Kilmister.

De fondo suena Iron Fist. Un himno, fúnebre en esta ocasión.

Todas las crónicas hablan del rey del rock and roll, del príncipe de los excesos y de las miles de anécdotas insólitas que recrean su vida, en su varias biografías (a mi juicio la mejor es “White Line Fever” de Janiss Garza) y ese hermoso documental de Greg Olliver y Wes Orshoski.

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Según cuenta la leyenda, en términos médicos, Lemmy Kilmister no tenía cómo estar vivo con la cantidad toxinas que inundaban su sangre. De hecho, se decía que si se la inyectaban a otro ser humano, cualquiera moriría envenado de inmediato.

El mito dice que nadie ha consumido tal cantidad de metanfetaminas ni Jack Daniel´s como él y que no existe ninguna otra estrella del rock que haya tenida tantas parejas sexuales. Se cuenta que previo a un recital en Stanford, se desmayó luego de que una fan le hiciera sexo oral hasta tumbarlo.

No había nadie que pudiera seguirle el ritmo en el carrete, ni siquiera los míticos Rolling Stones, a quienes él despreciaba.

Ian Fraser Kilmister nació la noche de Navidad de 1945, en un pequeño pueblo inglés y a corta edad se fue a vivir con su madre y su abuela a Gales. Su padre biológico lo abandonó a los tres meses de nacido y según él mismo relató, sólo lo volvió a ver dos veces en su vida; lo que fue un verdadero alivio, en sus propias palabras.

Lemmy con Sid Vicious

Lemmy con Sid Vicious

Fue un joven duro, criado en el frío y la pobreza de las tierras del Norte, siempre como un extranjero, un outsider.

Siendo muy pequeño se dio cuenta que a las mujeres les gustaban los músicos, por lo que decidió fácilmente su camino. Sus primeras influencias estaban en la música de Elvis Presley y Buddy Holly, de hecho él se consideraba un rockero y no un metalero, no obstante la enorme influencia que tuvo en el mundo del heavy metal.

Al comenzar su carrera participó de la movida musical inglesa de los 60, donde conoció y compartió con los Beatles (según él, la banda de rock más importante de la historia) y llegó a ser asistente de Jimmy Hendrix. Se paseó por varias bandas, la más importante de esa época fue Hawkwind, de la que fue expulsado por su estratosférico consumo de estimulantes.

No fue hasta 1975 que formó su propia banda, Motörhead, que fue finalmente el lugar desde pudo descargar sin tapujos toda la potencia ilimitada de su rock and roll.

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Me atrevería a decir que hasta principios de los 90, Motörhead no era una banda muy bien considerada en el heavy metal. Se les consideraba derechamente malos músicos. Se les reconocía su afán por tocar rápido y fuerte, pero se mantenían en un segundo plano. Para qué decir en Chile, donde no eran de gusto masivo. De hecho el 95 tocaron en un teatro Monumental (hoy Caupolicán nuevamente), prácticamente vacío.   Y es curioso, como ahora después de 15 años, el DVD oficial que promocionó su disco “The world is yours” incluía imágenes de un concierto en USA y del concierto del Teatro Caupolicán, ahora repleto y rendido a sus pies.

Creo que parte del reconocimiento para Motörhead y especialmente para su gran mentor y referente, nuestro Lemmy, vino a través de terceros.

Son innumerables las bandas que han hecho covers de sus temas, desde Sepultura, Sodom y hasta los propios Metallica, quienes le dedican cerca de 5 covers en su disco Garage Inc y que han realizado shows con homenajes presenciales a quien han presentado en vivo como “el maestro”.

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Es curioso que el propio Lemmy haya comentado que ganó más dinero por los honorarios que le pagaron otras bandas como compositor que por sus propios discos. De hecho Ozzy Ozbourne, le debe varios éxitos comerciales.

Su capacidad como compositor, para crear más de 20 albums de estudio y cientos de temas para otras bandas, le ha generado la fama de un rockero sin límites.

Las historias nunca terminan con Lemmy; desde los programas de TV norteamericanos que han debido hacer excepciones a las prohibiciones de mostrar gente bebiendo alcohol en sus estudios (pues Lemmy no aceptaba presentarse sin una botella de Jack Daniels), sus interminables escándalos en hoteles y aviones; sus innumerables peleas con estrellas del rock and roll (desde las que solo lograba salir parado por ayuda de sus amigos), hasta la sacralización de su figura como una especie de demonio redimido cuya única preocupación era sonar fuerte y rápido.lemy 2

Es cierto, Lemmy Kilmister representa el desparpajo y la libertad del rock and roll. Su actitud de parecer no importarle nada y llevarse a todos por delante. De componer la música que a él le gustaba sin considerar jamás los alcances comerciales o mediáticos de sus creaciones. Su libertad para homenajear a quien le parecía como Buddy Holly o los Ramones, sin rendir cuentas. Sus frases famosas como “si crees que eres muy viejo para el rock and roll, es porque eres muy viejo para el rock and roll” o “si Motörhead se cambia a tu vecindario, nunca más crecerá el pasto en tu jardín” o “el verano de 1973 fue fantástico, no recuerdo nada, pero fue fantástico” o “no soy rockero todo el día, paro para dormir”.

Su desprecio por las reglas e instituciones y su valoración por el desarrollo individual y personal, representan una faceta extraordinaria del personaje enfundado en un traje de soldado nazi y parado sobre su propio tanque: “Parece que nuestro nuevo mundo se está volviendo menos tolerante, menos espiritual y menos educado de lo que jamás haya sido cuando yo era joven. Por supuesto, todos somos susceptibles al síndrome de todo tiempo pasado fue mejor, pero les doy un ejemplo: el odio heredado… ¿por qué hacer del odio la única fuerza motriz? Vivir así realmente me parece más estúpido que la mierda”. Eso para un sujeto que ha consumido metanfetaminas y jack daniels durante más de cincuenta años es bastante.lemmy 6

Desde su aspecto, casi disfrazado de rufián de películas, las botas, los sombreros, los bigotes, toda la imaginería bélica (y especialmente nazi), todo en Lemmy estaba cargado, impregnado de heavy metal, de esa actitud que todos quieren tener, pero que a él le salía natural.

Más allá de las anécdotas de su vida, que servirían para llenar cientos de páginas, será recordado por su obra y por su enorme influencia en el mundo del metal.

Podríamos hablar horas de su cinismo, de su gusto por la soledad, de su abandono como hijo y de como él abandonó a sus dos hijos (sólo se juntó con uno de ellos cuando ya era muy mayor), de sus contradicciones y sus dolores. De su negativa absoluta a abandonar el camino del rock and roll y del carrete; de su entrega a la muerte.

Es un emblema.

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A la hora de su muerte, me gustaría recordar sus palabras cuando le pidieron que hablara sobre la muerte de su propio padre: “Siempre será un pelotudo… al carajo con esa mierda de no hablar mal de los muertos. Las personas no se vuelven mejores cuando están muertas. No es verdad. Solo son pelotudos muertos”.

No sé si Lemmy era el rey del Rock and Roll como dicen varias publicaciones hoy o si era simplemente un pelotudo. Pero de lo que si estoy seguro, es que Lemmy era el Rock and Roll.

Termina Iron Fist y siguen cientos de clásicos, y claro que hay emociones. Pero quedan cientos de canciones, videos y libros, Lemmy no morirá mientras haya Rock.

Solo sé que no voy a volver a escuchar en vivo esa frase tan simple y maravillosa, que me ponía la piel de gallina: “We are Motörhead, and we play rock and roll”.

¡Qué viva el Rock!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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