Una de las revistas estadounidense más destacadas en temas de arquitectura, Architectural Record, publicó su selección anual de los 25 proyectos arquitectónicos más destacados del mundo. Este año el Teatro del Bíobio, proyecto del arquitecto Smiljan Radic, fue incluido en la selecta la lista. Para elegir la mejor obra de todas se abrió un proceso participativo con votación del público.
Architectural Record es una revista especializada en temas de arquitectura e interiorismo que se publica desde 1891 y que guarda una estrecha relación con el Instituto Americano de Arquitectos (AIA).
La revista periódicamente destaca proyectos arquitectónicos de todo el mundo y a fin de año publica una lista con los «proyectos más notables» de lo seleccionado durante los 12 meses. Dentro de esta selección la única obra chilena distinguida fue el Teatro del Biobío, inaugurado el 07 de marzo de este año. Las otras 24 obras seleccionadas pertenecen a países como Estados Unidos, Italia, China, Japón, Canadá, Marruecos, Qatar, entre otros. De la lista publicada con los 25 proyecto el público puede elegir la mejor, mediante una votación abierta en la versión digital de la publicación architecturalrecord.com/notable-projects-of-2018.
Este reconocimiento internacional del Teatro Biobío es el segundo que recibe este año, ya que en septiembre fue nominado también a los premios Beazley 2018 del Museo del Diseño de Londres. Esta institución destaca anualmente las obras más innovadoras.
También conocido como Teatro Regional del Biobío y ubicado a la orilla del río del mismo nombre, es un diseño de los arquitectos Smiljan Radic Clarke, Eduardo Castillo y Gabriela Medrano.
La fachada del edificio utiliza una membrana de politetrafluoroetileno (PTFE) que abarca una superficie de más de 8 mil metros cuadrados, convirtiéndose en la fachada textil más grande de América del Sur. Esta membrana fue fabricada en el extranjero, y se fijó a la estructura que la soporta mediante estructuras de aluminio y pernos de acero inoxidable.
Conceptualmente, Radic propone la idea de un «teatro embalado» que sirva como un «embalaje para la ficción» y «envuelva» cultura.